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Martes 21 noviembre, 2017

El duartista azul

•Deantes, el camaleón
•“Todos son vomitables”

ESCALERAS: Hay una versión insólita sobre un duartista. En el pasillo polí­tico se afirma que Gabriel Deantes Ramos, el primo de Alberto Silva Ramos, el ideólogo y genio electoral de Javier Duarte, el propietario de la famosa residencia conocida como “Villa Meona”, porque tiene once baños, se ha vuelto un yunista azul.
En el carril priista dicen que ha puesto su aparato electoral, construido con recursos públicos en el duartazgo, al servicio del proyecto polí­tico familiar de la dinastí­a Kennedy de Boca del Rí­o, los Yunes azules, trabajando para ganar la elección de gobernador de seis años el entrante.

Luis Velázquez

Es más, dicen que un edificio de su propiedad, ubicado en la calle Orizaba y Jesús Reyes Heroles, de Xalapa, de cuatro pisos, alguna vez pintado todo de negro, es un búnker de Deantes al servicio de la yunicidad.
También recuerdan que antes, el año anterior, cuando la elección de gobernador ganada en las urnas por Miguel íngel Yunes Linares, Deantes operó para el proyecto de MORENA con Cuitláhuac Garcí­a, el diputado federal que de nuevo será candidato a la silla embrujada del palacio principal de gobierno.
Así­, y en menos de lo que suele cantar un gallo, Deantes, quien en Tampico se ganaba la vida vendiendo teléfonos celulares en el bulevar, fue desde antes un operador priista, luego morenista y ahora panista. Panista-perredista, digamos.

PASAMANOS: La presunción kafkiana del tamaulipeco, avecindado en Xalapa, de un yunista más doblado, arrodillado, azorrillado, sumido y sumado data de cuando a cada ratito (cada mes, o cada quincena, parece) debí­a presentarse en la Fiscalí­a para dejar testimonio de que seguí­a aquí­, arraigado, en Veracruz, en vez de andar huyendo como otros duartistas, entre ellos, se afirma, Ramón Ferrari Pardiño, Juan Antonio Nemi Dib, Carlos Aguirre Morales, Antonio Gómez Pelegrí­n y Leonel Bustos.
Incluso, y si se ha de recordar, Deantes solí­a llegar a declarar muy echado para adelante, en su camioneta de lujo, con chofer, como si en ningún momento cargara el mundo.
Ahora, habrí­a mudado su convicción polí­tica, seguro, cierto, de que Javier Duarte preso en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México, con cien denuncias penales en contra de igual número de duartistas, lo más acertado es afiliarse a la yunicidad.
Y/o como en el caso del diputado federal, Edgar Spinozo Carrera, de que devolvió un helicóptero y un avión y dinerito millonario en efectivo, a cambio de la impunidad.
Y/o como los casos de Erick Alejandro Lagos Hernández (amigo y hermano de Rogelio Franco Castán, secretario General de Gobierno) y Jorge Alejandro Carvallo Delfí­n (uña y carne de Fernando Yunes Márquez, alcalde electo de Veracruz) y quienes por tales caminos amarraron la impunidad, en tanto abandonaron por completo a Duarte, quien en el penal se muerde uno y el otro, como él mismo revelara en noticiero estelar.
Deantes fue sabio. Prudente y mesurado. “Tiró el arpa” del duartazgo y se encasquetó el traje azul.
Y la lealtad y gratitud a Duarte, quien lo sacó “de perico perro” en menos de un sexenio, que se pudra en el infierno, pues como dice Spinoso, “Duarte nos empinó a todos”.

CASCAJO: En el fraccionamiento “Las ánimas”, de Xalapa, Deantes construyó su mansión en el duartazgo.
Once baños, dos salas de cine (una para niños y otra para los adultos) y dos elevadores (para niños y adultos).
Habí­a ocasiones en que en el garaje y en la calle habí­a once automóviles y camionetas estacionadas.
La vida en la plenitud.
Alberto Silva Ramos, entonces vocero del sexenio anterior, en el primer viaje, describí­a la casa de su primo y fue él quien la trascendió con el nombre de “Villa Meona”, pitorreándose por el número de baños, además, de que quizá estaba lleno de envidia y frustración, a tono con la filosofí­a de Jean Paul Sartre quien siempre afirmaba que “nadie puede vivir encima de sus recursos”, pues de lo contrario, entra bajo sospecha.
Quizá en aquel tiempo estaban distanciados, pues cuando en el segundo capí­tulo como vocero, Deantes soñó con la diputación local, ni más ni menos que por el distrito indí­gena de Zongolica, donde reina el priista y ahora neopanista, Mario Zepahua.
Entonces, “El cisne” tendió vasos comunicantes con Zepahua para allanar el camino a Deantes.
Pero de seguro los astros se movieron y la candidatura se le cayó.

RODAPIÉ: Pero, bueno, tan revolcado y turbulento está el tiempo polí­tico, social y electoral que “en los caminos torcidos de Dios” todo se vale.
Y si desde antes, Deantes ya pactó con la yunicidad, con once duartistas presos en el penal de Pacho Viejo, lo importante es salvarse a sí­ mismo para librar a la familia, más que del escándalo, de la precariedad.
El señor Deantes podrá, y de ser así­, librar el huracán azul. Pero las elites y la militancia priista que conocieron su pasión duartista y las grandes oportunidades que Javier Duarte le diera, jamás lo perdonarán.
El tribunal popular, y también las redes sociales, agazapadas, incluso, en el anonimato, son terriblemente implacables ante los Judas, los Jesús Guajardo y los Victoriano Huerta.
Como dice Ricardo Olivares Pineda, gurú máximo de la Corriente Crí­tica Democratizadora del PRI, “todos ellos son vomitables”.


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