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Historias de desaparecidos
Jueves 26 octubre, 2017

“La gente ya no tiene miedo”

•Pobladores educan a nuevas generaciones sobre su cultura y prevención de levantones y secuestros
•Cumplen la ayuda mutua, que en náhuatl significa “tapalehui”
•Nadie es lí­der. Todo el pueblo contra Los Zetas

Arantxa Arcos

Los secuestros programados de bandas delincuenciales en Veracruz son frustrados por pobladores de Zaragoza, al suroeste del estado. El cartel de Los Zetas es el principal grupo combatido por habitantes de un municipio costero.

El primero de mayo del 2016, los comerciantes de la Central de Abastos de Minatitlán, a 30 minutos de Zaragoza, evidenciaron al crimen su organización contra el incremento de levantones, secuestros y cobros de piso.

Un joven comerciante de huevo fue raptado en un automóvil Toyota Corolla blanco. Tres delincuentes lo amenazaron con cuernos de chivo. Lo subieron a la unidad particular y pretendí­an huir para pedir rescate.

La madre del joven fue testigo. No guardó silencio. Gritó para ser escuchada por sus compañeros de trabajo. Casi 200 pobladores de Zaragoza, que diariamente acuden a la Central de Abastos para comercializar comida, conocieron su voz y llegaron al local.

Los tres secuestradores, identificados como integrantes del Cartel Los Zetas, quedaron acorralados. Una lluvia de golpes generó la liberación del joven privado de su libertad. Los delincuentes intentaron huir sin el “botí­n”.

El tumulto de gente continuó con la solidaridad interna, con el “tapalehui”. Evitar que estos tres forajidos sigan secuestrando, desapareciendo o cobrando piso, los motivó para quemar su vehí­culo y rociarlos de gasolina.

Los golpes contra los secuestradores siguieron. Jair de 23, Rodolfo de 22 y Gilberto de 21 años cambiaron de personaje. Se convirtieron en las presas. Los rostros lucieron ensangrentados. La gasolina los arropó antes de ser linchados.

Elementos de la Secretarí­a de Seguridad Pública (SSP) llegaron al lugar, los “rescataron” de ser quemados vivos. Antes de conocer su situación penal permanecieron resguardados en el Hospital Regional “Valentí­n Gómez Farias”, en Coatzacoalcos.

Este acto de los comerciantes en la Central de Abastos de Minatitlán fue el mayor ejemplo de organización de los pobladores de Zaragoza. Ninguno asume ser guí­a de la organización.

El nombre de “autodefensas” no les agrada. Tampoco se identifican con dicho término. Su distribución la adjudican a olvidar el sentimiento de miedo por ver frente a su rostro un arma larga que podrí­a ser activada en milésimas de segundo.

Los inquilinos de la Región Olmeca recuerdan esta acción de combate al crimen organizado por considerarla, la de mayor alcance. Desde ese primero de mayo, ningún comerciante que viaje a otro municipio cercano a Zaragoza, corre peligro.

En tres ocasiones, Los Zetas buscaron dirigir al municipio con 21.70 kilómetros cuadrados aproximado de superficie terrestre. Lo que representa un punto tres por ciento de la población total en la entidad veracruzana. No lograron su cometido.

“Sentimos que vivimos una polí­tica de autoritarismo. Tenemos que defendernos de la lucha neoliberal. El crimen organizado está financiado, están organizados, están dirigidos. La violencia la están organizando y dirigiendo. Zaragoza se defiende”, resaltó un promotor del “Tapalehui”.

Los nombres de los promotores son evadidos. Todos asumen ser cien por ciento indí­genas cuidando sus tierras, su trabajo alcanzado con años de esfuerzo. “La gente ya no tiene miedo”, insistió.

Las pistolas de alto calibre y cuernos de chivo compiten con todo el municipio. La población se concentra en el parque. Los varones operan con rondines cuando la tensión regresa a la localidad. Las mujeres vigilan las casas. Armadas de valor y sin una bala en la mano.

“Ellos nos pueden matar a uno, pero de aquí­, no salen vivos”, agregó otra promotora. Al recordar que la protección no sóo es para ella, para sus padres y sus hijos, estos últimos a quienes ya enseñan el “tapalehui”.

Las diferencias de los pobladores de Zaragoza se concentran en simpatizar con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN) o el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Discrepancia fusionada en el “Movimiento Arcoí­ris” y omitida de citar en cada reunión para proteger a la familia y su vida.

Las autoridades municipales tienen conocimiento de la organización. No opinan. No participan. Toman el papel externo de solamente detener a los delincuentes atrapados en fragancia.

“Ya no más dirigentes tradicionales, dirigentes con el pensamiento de protagonismo, queremos cambiar ese pensamiento porque así­ nos enseñó el Sistema de Partido; tú mandas, tú diriges, tú controlas, hablo contigo y hago el acuerdo”.

La inexistencia de un lí­der se compensa con la creación de la dirigencia comunitaria, misma que funciona como acción facilitadora de paz social en el municipio de Zaragoza.

Desde 1984, 33 años atrás, realizan el “tapalehui” evidente en la localidad. Tres décadas abajo, lograron que el pueblo decidiera sobre la administración y servicio del Agua Potable. Su argumento; un derecho humano que no se debe comercializar.

“Pagamos 20 pesos al mes porque el agua es un derecho humano, todos somos facilitadores de paz sin ser autodefensas. Nuestros jóvenes participan, se integran y observan a los ancianos, los respetan, hasta hoy en todo dan y participan. Es una herencia que les damos”.





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