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Diario de un reportero
Sábado 14 octubre, 2017

El pueblo incómodo

Coxquihui y sus niños muertos
•Todos contra todos


DOMINGO
“Pueblo chico, infierno grande”



Coxquihui es un pueblito enclavado en la sierra de Papantla, la Papantla del Tajín, Veracruz para el mundo.
En el verano, las lluvias son abundantes. Y la marginación económica y social es muy alta dicen los Cuadernillos Municipales de la secretaría de Finanzas y Planeación.
Por ejemplo, el 44.4 por ciento de la población (16,010 habitantes) andan por la vida con la escuela primaria incompleta, en tanto el 24.1 por ciento de la población es analfabeta.
El 16.99 por ciento no habla español y su lengua principal es la totonaca.
El 15.6 por ciento vive en casas con piso de tierra. El 55.8 por ciento habita una vivienda con algún grado de hacinamiento. El 58.4 por ciento de las viviendas carecen de agua.
Coxquihui sólo expresa la jodidez del millón de indígenas de Veracruz, (continúa-->)

Luis Velázquez

el paraí­so que fue.
El 90 por ciento de la población, dice SEFIPLAN, es pobre. El 37.6 por ciento, vive en pobreza moderada. El 52.7 por ciento, en pobreza extrema y que en lenguaje popular significa miseria.
Y en Coxquihui, una sucursal más del infierno jarocho, la comunidad de Ojite de Matamoros se sublevó cuando dos niños (de 3 y 4 años de edad) murieron por enfermedad respiratoria y que ante los ojos del mundo significa la expresión más canija de la pobreza, la miseria y la jodidez.

LUNES
La muerte fue politizada


En la versión de unos, los niños murieron por una infección respiratoria. Y en la versión del secretario de Salud, se trató de un “brote de infección respiratoria aguda”.
Y con todo y que los niños estudian en el kí­nder “Marí­a Montesori”, donde hay un recipiente de agua que no es potable, sino residual, el 9 de octubre los pobladores se indignaron por lo que llamaban un brote epidemiológico y bloquearon la carretera que comunica a Ojuite de Matamoros y Coxquihui, y el lunes 11, fueron replegados por la fuerza policiaca.
“Yo di la instrucción de desalojar y de proceder penalmente contra los responsables del bloque” dijo el góber azul, pues, reveló, sus hueste pasaron un dí­a tratando de convencer a los manifestantes de levantar el plantón.
Además, y con todo y que el kí­nder es el primer responsable, también acusaron de omisiones y negligencia a la secretarí­a de Salud, pues once infantes más se pusieron en riesgo y fueron hospitalizados.
Y la muerte de los niños entró al carril polí­tico.
Por un lado, el gobernador señaló que atrás del plantón estaba el alcalde priista de Coxquihui, Reveriano Pérez Vega (lí­der mí­tico del grupo apodado “Los pelones”, pelón él mismo, 15 años de cacique en el Totonacapan, beneficiado con 600 concesiones de taxis para él y su gente) y el partido MORENA.
Y por el otro lado, MORENA, con su coordinador, Manuel Huerta Ladrón de Guevara, rechazó la acusación e interpuso una queja en la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Y arrasó con todos, a saber, el gobernador, las secretarí­as General de Gobierno y de Salud, y hasta el delegado del IMSS.
“Se respondió con golpes y macanas” dijo el morenista, cuando el gran pendiente es el servicio de salud a los niños.
Incluso, trascendió dato clave: uno de los niños fallecidos es hijo de un profe del Movimiento Magisterial, según reveló el diputado local, Zenyasen Escobar, señalado de operar la insurgencia indí­gena.

MARTES
La historia negra


Reveriano es presidente municipal por segunda ocasión.
En el año 2013 fue candidato a la alcaldí­a a nombre de la llamada Coalición Veracruz por delante, integrada por el PRI, el PVEM y un partido con las siglas de PRV, y cuyo significado se ha olvidado.
Y, bueno, es tan mesiánico que se hace llamar “El amigo del pueblo”, pues además tiene un grupo civil y empresarial llamado “Amigos de la sierra de Totonacapan”, integrado por concesionarios y choferes de taxis, fortalecido a la sombra priista.
Según él, la noche del 19 de marzo de este año fue objeto de un atentado, en donde murieron tres civiles y cinco policí­as, y la libró, en tanto parte de la población quemaba unas patrullas afuera del palacio municipal.
En marzo del año 2012, fue levantado por un grupo adversario y enemigo, y luego, liberado.
La Red de Defensa de los Derechos Humanos lo tiene acusado de sembrar el terror y el horror, como aquella ocasión cuando se fue con su grupo “Los pelones” en contra del poblado “Buenavista”, de El Espinal, advirtiendo que “si guerra quieren… guerra tendrán”.
Incluso, indignada, la población tocó las campanas de la iglesia para alertar su presencia demoniaca.
Ahora, hay un proceso de desafuero en su contra en la LXIV Legislatura, acusado de homicidio y de un atentado en contra del ex candidato panista a la alcaldí­a, Lauro Becerra Garcí­a (investigación ministerial 456/2014), y en donde alterna honores con su hermano Fernando Pérez Vega; uno y otro, máximos jefes de “Los pelones”.
Y Reveriano, dice el góber azul, azuzó a la población a propósito de la muerte de los niños, a tal grado que en un video, su esposa, Claudia León Mejí­a, la presidenta del DIF en Coxquihui, se unió al bloqueo carretero.

MIÉRCOLES
Reveriano, en la mira


Reveriano pertenece a la misma generación que Basilio Picazo, el diputado local que era del PRI, compadre del diputado federal, Jorge Carvallo Delfí­n, y ahora, de pronto, desertor del tricolor afiliado al partido Acción Nacional, al mismo tiempo que su homóloga, Regina Vázquez Saut.
En su momento, Basilio Picazo fue acusado por el secretario de Seguridad Pública de traficar con madera en la sierra de Papantla, y ahora, es panista.
Pero Reveriano todaví­a se mantiene en la fila roja y, aun cuando le faltan únicamente dos meses y medio para terminar el mandato edilicio, está en la mira de la bancada panista en el Congreso para ser desaforado.
El tiempo de la impunidad se le está acabando, y mientras patalea.
Nada fácil será que las concesiones de taxi que usufructúa con los suyos en la sierra de Papantla sean revisadas.

JUEVES
Todos contra todos


La muerte de los dos niños ha servido para trepar en el ring a los siguientes actores:
Uno. El gobierno de Veracruz.
Dos. MORENA, con su coordinador estatal y el diputado local, Zenyazen Escobar.
Tres. El alcalde de Coxquihui, Reveriano, su esposa y sus “Pelones”.
Cuatro. Los vecinos de Coxquihui, una de los cuales, la señora Marí­a del Rosario Cruz Garcí­a, dijo que en el desalojo policiaco “barrieron parejo”.
Según ella, los indí­genas pidieron brigadas únicas y les enviaron a los policí­as.
Cinco: El proceso de desafuero en contra de Reveriano, acusado de homicidio.
Seis. Los secretarios General de Gobierno y de Salud, y el delegado federal del IMSS, acusados de la muerte del par de niños.
Y siete. La lideresa del Movimiento Ciudadano, Rosario Quirasco Piña, anunciando el fin del cacicazgo de Reveriano
Un pueblito de la sierra de Papantla levantando olas impetuosas.

VIERNES
El norte, siempre abandonado


Bueno, hasta el PT “metió su cuchara”: el coordinador Vicente Aguilar dijo que el gobierno “les dio garrote” a los indí­genas.
Más aún: la presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, Namiko Matsumoto, tí­a polí­tica de Érick Lagos, dijo que abrirí­a una queja “motu propio” por el uso excesivo de la fuerza.
La Red Unida por los Derechos Humanos recordó que el norte de Veracruz siempre ha sido abandonado por el gobernador en turno.
Los diputados locales, Patricia Rodrí­guez y Lourdes Garcí­a González, pusieron en el tapete el destino de los once mil millones de pesos de presupuesto de la secretarí­a de Salud toda vez que en la sierra de Papantla no hay ni enfermeras, doctores ni medicinas.
Entre tanto, las enfermedades de la pobreza causan estragos en Ojite de Matamoros.


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