Más aún: luego de presentar su “Municipio exitoso”, le interrogaron sobre el nepotismo de manera ambigua, “como tirando la piedra y escondiendo la mano”.
Y el presidente municipal de Boca del Rí­o la cachó sin rodeos.
Y dijo, más o menos, que si la pregunta del nepotismo era para referirse a él, entonces, la respuesta era concreta y especí­fica:
Uno. En su caso, no hay ningún acto de nepotismo, definido el arte mágico de heredar el poder polí­tico a los hijos.
Dos. Y no lo hay, porque él ha ganado tres elecciones en las urnas de manera consecutiva. A: la alcaldí­a. B: la diputación local. Y C: la alcaldí­a otra vez.
Y tres. Y en tales circunstancias, ni modo que el padre bloquee su desarrollo polí­tico y social, cuando, ni hablar, como tantos otros casos se han dado antes, simple y llanamente, él heredó, igual que su hermano Fernando, la vocación polí­tica.
Pero más aún: el padre es el padre y el hermano es el hermano y él es él.
Y aun cuando, y como es natural, rechaza que ande en precampaña, los fines de semana los toma para promover, cierto, su estrategia exitosa del municipio que gobierna, y de paso, claro, lógico, obvio, empujar la carreta para la candidatura al trono imperial y faraónico del año entrante.
Y de si ganarí­a en las urnas la silla embrujada del palacio de gobierno de Xalapa… ya se verá.
Pero mientras, nada de nepotismo, y menos nepotismo ilustrado como está descrito, por ejemplo, en el relato bí­blico donde el padre heredaba el poder del reino al hijo, así­ tuviera diez años de edad.

NEPOTISMO ILUSTRE

En la pluralidad ideológica que se vive, desde hace mucho rato el nepotismo es lo más común.
Por ejemplo:
Plutarco Elí­as Calles, el fundador del partido polí­tico abuelito del PRI, impuso a uno de sus hijos como gobernador de Nuevo León sin ser originario de tal entidad federativa, y al otro, de diputado federal y luego enseguida ministro de Estado.
Manuel ívila Camacho impuso a su hermano Maximino de gobernador de Puebla, con todo y su alto consumo de alcohólico que lo lleva a treparse como jinete al caballo en la espalda de los funcionarios del gabinete legal y ampliado y les ordenaba que relincharan y lo pasearan.
Francisco I. Madero nombró ministro sin cartera a su hermano Gustavo, aquel a quien el general chacal, Victoriano Huerta (se tomaba una botella de whisky cada dí­a él solito) ordenara le sacaran un ojo.
José López Portillo acuñó la frase histórica del “orgullo de mi nepotismo” con varios cargos públicos a su hijo José Ramón.
El PRI impuso de gobernador a Egidio Torre Cantú luego de que su hermano Rodolfo fue asesinado en Tamaulipas.
El profe Humberto Moreira heredó el cargo de jefe del Poder Ejecutivo de Coahuila a su hermano Rubén.
En contraparte, el presidente Miguel Alemán Valdés siempre prohibió a su hijo Miguel aspirar a un cargo público mientras él estuviera vivo y el cargo más alto que desempeñara fue como director de la revista oficial del partido tricolor.
José Murat Casab logró la gubernatura de Oaxaca para su hijo Alejandro, luego de que pasaran doce años de su tiempo constitucional con Ulises Ruiz y Gabino Cué.
Andrés Manuel López Obrador tiene en el hijo mayor a uno de sus operadores polí­ticos de MORENA en la Ciudad de México.
Manlio Fabio Beltrones tiene a su hija de diputada federal por Sonora y a su yerno de senador (y quien ha solicitado permiso definitivo), lista la hija para la candidatura a gobernadora luego de Claudia Pavlovich.
Y el senador Emilio Gamboa Patrón también sueña con la gubernatura para su hijo, diputado federal.
Y ni se diga Roberto Madrazo Pintado con la gubernatura de Tabasco predestinada para su hijo.
El tiempo polí­tico que corre, entonces, se ha pluralizado, y si los padres se vuelven unos árboles gigantescos para servir de cobijo y sombra, ni modo que la oportunidad histórica sea desaprovechada.

PACTO CON DANTE DELGADO

Allá, entonces, si la oposición en Veracruz (con Cuitláhuac Garcí­a candidato de MORENA y Pepe Yunes Zorrilla del PRI y partidos anexos, conexos y similares) “se duermen en sus laureles”.
Y más, por lo siguiente:
El chamán dice que el Frente Ciudadano por México, FCM, cobijará a Miguel íngel Yunes Márquez como su candidato a gobernador de Veracruz durante seis años.
Incluso, y para la sorpresa de tirios y troyanos, hasta Dante Delgado Rannauro, del Movimiento Ciudadano, verá o ya vio o está viendo con simpatí­a la candidatura de Yunes junior al trono imperial y faraónico, con todo y que de vez en vez, y por ahí­, enví­a calambritos al góber azul, como cuando en la entrevista con Fernando Collado, de Milenio TV, dijera que Yunes Linares es un hombre menor, polí­tico regional y monotemático.
En todo caso, se trata de simples elementos distractores, pues en el altiplano tienen la certeza de que Dante ya pactó con Miguel íngel padre.
Y más si el PVEM ya dijo que irá solo el año entrante en la candidatura presidencial, y por añadidura, en una que otra entidad federativa, como Veracruz, con Javier Herrera Borunda para la silla embrujada del palacio de Xalapa.

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