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Lunes 09 octubre, 2017

Otro libro de Ricardo Ravelo

•Se llama “Los incómodos”
•Los polí­ticos y el narcotráfico

Uno. Nuevo libro de Ricardo Ravelo

En unas cuantas semanas circulará el nuevo libro del reportero y escritor, Ricardo Ravelo Galo, originario de Carlos A. Carrillo, residente en la Ciudad de México desde hace más de veinte años.

Luis Velázquez

Se llama “Los incómodos” y es la historia de los exgobernadores pillos, ladrones y corruptos, a partir de los expedientes en la Procuradurí­a General de la República que les tienen abiertos y siguen documentándose.
Serán tres tomos, pues ahorita misma hay diecisiete ex mandatarios en la picota, el último detenido, Eugenio Flores Hernández, de Tamaulipas, cuya historia delincuencial es inverosí­mil, pues cuando fue el jefe del Poder Ejecutivo otorgó cargos públicos a los malandros y que eran el vaso comunicante con los barones de la droga.
En el primer libro aparecen varios ex gobernadores, uno de ellos, la historia truculenta de Javier Duarte y su esposa Karime y los duartistas afines.
Así­, y en la fiebre literaria que lo convulsiona por aquí­ entregó semanas anteriores el original a la editorial en automático, y con el brazo caliente como recomendaba Ernest Hemingway y tanto aplicara Gabriel Garcí­a Márquez, se ha encerrado en su departamento a escribir el segundo tomo.
Todos los dí­as, empuja la carreta. Pero antes de teclear toca el piano para deleitar a su gatita, su amiga y compañera desde hace muchos años.
A veces, también, sale a caminar y trotar, y luego enseguida, a escribir.
Cada dí­a escribe durante unas seis a ocho horas, reproduciendo la disciplina de Hemingway, quien solí­a escribir mil palabras cada dí­a.

Dos. Ravelo con Hemingway

Ravelo es un fans de Hemingway.
Alguna vez viajó a Cuba, única y exclusivamente para seguir la huella de Hem (así­ le llamaban sus amigos) en La Habana, en donde fue “feliz e indocumentado”.
Fue Ravelo a la finca Vigí­a, donde Hem viví­a en un extenso y largo terreno lleno de árboles y que parecí­a un bosque y en donde, por cierto, Ravelo se quedara, con el permiso de los vigí­as cubanos, con varias hojas grandes de un almendro cuya sombra tanto disfrutaba el autor de “El viejo y el mar”.
Y ya en México, Ravelo las enmarcó y que cuelgan en un cuadro en la pared de su departamento.
En aquel periplo, y durante un par de dí­as, se concentró en las librerí­as de libros usados en La Habana Vieja y compró cuarenta y cinco libros de Hemingway, todos leí­dos, todos rayados, todos usados.
Entonces, los llevó con un amigo encuadernador que los resucitó a la vida y se los regaló a don Julio Scherer Garcí­a, el director fundador del semanario Proceso.
En reciprocidad y en la euforia total y absoluta, don Julio le envió una cartita con tres palabras reveladoras:
“Don Ricardo, usted me sorprende”.
Además, le obsequió una botella de cogñac que desde entonces, Ricardo conserva intocable en su departamento, esperando, digamos, algún momento estelar de su vida para consumirla con los amigos.
Y/o quizá él solo, tocando el piano, digamos, tipo Agustí­n Lara.

Tres. 300 cascos de whisky

En la finca Vigí­a, Ricardo quedó más sorprendido que nunca cuando conoció el sótano de la casa de Hemingway.
Y es que en el sótano habí­a, más o menos, unas trescientas botellas vací­as de whisky y que Hem se habí­a tomado en una parte de su vida en Cuba.
Era, claro, una de sus bebidas preferidas.
Y se las tomaba siempre con los amigos y con la mujer en turno que tení­a, pues era muy bueno para la enagua.
En la finca también hay montañas de los originales donde Hem escribí­a sus novelas, cuentos, crónicas y reportajes.
Hem, como se sabe, siempre escribí­a de pie para reciclar la circulación de la sangre.
Y siempre escribí­a a mano con lápiz y tení­a en su escritorio un montón de lápices con la punta afilada para tomarlos de inmediato cuando era necesario.
Y todos los dí­as, con una disciplina militar, escribí­a mil palabras diarias y que incluso contaba y escribí­a en la pared pintada de blanco cerca de donde escribí­a para mantener la disciplina.
Aquellos originales constituyen el gran tesoro, tesoro invaluable, que Cuba conserva.
En la finca hay una foto gigantesca donde en una calle de La Habana, Hemingway y Fidel Castro se topan y se ponen a platicar, asombrado y deslumbrando el padre de la revolución cubana, pues en el fondo, también era un escritor frustrado, lleno de nostalgia.
Ravelo quedó fascinando con su viaje a la Cuba de Hemingway y cada vez que puede regresa alucinado a la finca Vigí­a, por donde, incluso, desfilaron las mujeres más bellas del mundo, algunas de las cuales, mientras Hem escribí­a ellas nadaban desnudas en su alberca esperando que él también se zambullera.
El nuevo libro de Ravelo, “Los incómodos”, es el libro número nueve.
Se ha especializado en el narcotráfico y ahora profundiza en los polí­ticos, gobernadores todos, que en la codicia del poder y el dinero, el dinero fácil, se aliaron con la delincuencia organizada.
Hemingway, como tantos otros, dejó una obra periodí­stica singular en crónicas y reportajes a partir de su experiencia en la primera y la segunda Guerra Mundial y en la guerra española, pues a los 19 años de edad inició como reportero de la fuente policiaca.
El siguiente paso de Ravelo bien pudiera ser la literatura ficcional, aun cuando, y como él mismo dice, la realidad es más apasionante que la imaginación.


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