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Sábado 07 octubre, 2017

Namiko cambia de piel

•Tronó vs Duarte y Bermúdez
•Los asesinos intelectuales

ESCALERAS: Javier Duarte, ví­a Érick Lagos, encumbró a Namiko Matzumoto Bení­tez. Le dio poder. Le dio presupuesto. Le dio vigencia. La sacó del anonimato del salón de clases y la paseó con todo en el carril polí­tico.
Entonces, Namiko fue leal y fiel a Duarte. Y más, a los duartistas, entre ellos, a Arturo Bermúdez Zurita, a quien como secretario de Seguridad Pública (“¡Pinches medios!”) lo arropó y defendió cuando, por ejemplo, advirtiera a un fotógrafo que debí­a estar en la cárcel por tomar las fotos de los guardias comunitarios de los Llanos de Sotavento.

Luis Velázquez

Ahora, igual que otros (Lorenzo Antonio Portilla Vázquez, Vicente Bení­tez, Érick Lagos, Adolfo Mota, Jorge Carvallo, Mauricio Audirac, Gina Domí­nguez, etcétera), la Namiko mudó de piel.
Y del incienso que tiraba a Duarte y los duartistas, se ha lanzado a la yugular de todos ellos. Lo dijo así­:
“El gobierno de Javier Duarte sólo simuló indagar desapariciones forzadas”.
¡Caray!, Judas traicionó a Jesús y san Pedro lo negó. Judas se arrepintió y se ahorcó de un árbol en el ranchito que comprara con las treinta monedas, y san Pedro se puso a rezar para merecer el perdón.
Diez meses y siete dí­as después del duartazgo, la Namiko se quitó aquella máscara y se ha puesto otra.
Se ignora si la escafandra de la yunicidad, pues como decí­a Fernando Gutiérrez Barrios, profundo conocedor de la naturaleza humana, “quien traiciona una vez… traiciona siempre”.
Se ignora si porque de pronto, igual que san Pablo camino a Damasco, descubrió que, en efecto, en el sexenio anterior ejercieron el poder con saña, atrocidad, crueldad y barbarie.
Duarte la elevó a la altura polí­tica. Presidenta de la Comisión Estatal de Protección a Periodistas, donde fue pura simulación. Y presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, donde guardó silencio varios, muchos meses, en tanto Veracruz era desangrado por la alianza de polí­ticos, policí­as y malosos.
Así­, muchos meses después del silencio descubrió que ejerció el poder con Luzbel como jefe máximo.
Bien dice el adagio bí­blico, “de los arrepentidos se vale Dios”, el Dios que perdonó a la trabajadora sexual más famosa de la historia como fue Marí­a Magdalena.

PASAMANOS: Con su catilinaria, la Namiko entrará “al reino de los cielos”.
Además, madrazo polisémico, serí­a redimida por la yunicidad, toda vez que abonó el descrédito total y absoluto de Duarte y los duartistas de Seguridad Pública y la Fiscalí­a, pues los derechos humanos son “un delito lesa humanidad” que nunca, jamás, prescribe.
Más todaví­a: si sus fans declararon a Marí­a Georgina Domí­nguez la “Juana de Arco del siglo XXI en Veracruz”, luego de la diatriba la Namiko serí­a ungida la Cleopatra del Golfo de México en el tiempo panista.
Y de ñapa, y en un descuido, las ONG integradas por las madres de los hijos desaparecidos, secuestrados y asesinados y sepultados en fosas clandestinas, la perdonarí­an, olvidando su imperdonable pecado de omisión, que la traición y deslealtad a Duarte es asunto menor.
Basta, por ejemplo, resumir el decálogo de Namiko en contra del tiempo duartiano de Veracruz:
Uno. Ultrajes a los derechos humanos en 81 casos (con sus expedientes) de personas desaparecidas de febrero de 2011 a octubre de 2016.
Dos. “Mera formalidad de las investigaciones”.
Tres. Nunca “se realizaron todas las diligencias encaminadas a la localización con vida de los desaparecidos”.
Cuatro. “Las investigaciones adolecieron de deficiencias estructurales”.
Cinco. “No cumplieron con su obligación de la debida diligencia y lo que fomenta la repetición de violaciones a los derechos humanos”.
Seis. “Fueron violados los derechos de las ví­ctimas, pero también de los familiares”.
Siete. “Los autores intelectuales y materiales de las desapariciones permanecen en la impunidad”.
Ocho. Javier Duarte favoreció “una investigación negligente de desapariciones con ausencia de medidas efectivas para garantizar la plena reparación a las ví­ctimas y familiares”.
Nueve. “La comisión Ejecutiva de Atención a Ví­ctimas brindó atención deficiente y tardí­a”.
Y diez. Duarte alentó “un patrón sistemático de omisiones que generó impunidad” (La Jornada México, Eirinet Gómez).

CASCAJO: Nunca será suficiente el cambio camaleónico de la Namiko, pues la ley de Responsabilidades de Funcionarios Públicos contempla como delito la negligencia y ni modo que ahora, “curándose en salud” sea perdonada.
Pero, bueno, allá la Fiscalí­a azul.
En tanto, los pelos se enchinan cuando, por ejemplo, la presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos convoca “la verdad de lo sucedido” en el tiempo siniestro y sombrí­o de Javier Duarte, Arturo Bermúdez Zurita y Luis íngel Bravo Contreras, asegurando que en aquellas desapariciones hubo “autores intelectuales y materiales”, todos ellos, en la impunidad.
Quizá, en algunos casos, los asesinos materiales se conozcan, como en el caso de los 5 jóvenes desaparecidos de Playa Vicente en Tierra Blanca y por lo que el ex delegado de Arturo Bermúdez en la región, Marcos Conde, y siete policí­as están sujetos a proceso penal.
Pero, entonces, la verdad histórica necesita conocer a los asesinos intelectuales para que la justicia los alcance.
Y si la Namiko habla de los homicidas materiales e intelectuales ha de entenderse que tiene, más que “los pelos de la burra en la mano, la burra completa”.
Es decir, identificados a los asesinos intelectuales.
Y por tanto, sigue en deuda.
Además, si la Namiko rompió el silencio ante el Alto Comisionado de la ONU y el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, lo único honesto, y más en una académica de la UV, es interponer la denuncia penal en la Fiscalí­a, porque el discurso polí­tico, social y mediático que lanzara el martes 3 de octubre nada significará sin la denuncia y el seguimiento consabido.
Javier Duarte, Arturo Bermúdez y Bravo Contreras, anexos y conexos con sus policí­as, agentes del Ministerio Público y jueces, sembraron demasiado, excesivo dolor y sufrimiento para que la denuncia se reduzca a simples titulares en la prensa.
Namiko mismo es corresponsable por su silencio negligente y confesarse a destiempo ni siquiera vale para el arrepentimiento y para pedir perdón.
Muchas cruces en los panteones de Veracruz y muchos desaparecidos reclaman justicia, simple y llanamente, justicia.


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