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Diario de un reportero
24 septiembre, 2017

Damnificados huyen al monte

Sin apoyo de las autoridades en Oaxaca a los afectados por el sismo en Oaxaca las familias ocupan terrenos para el pastoreo de ganado
•Diez réplicas después de temblores se refugian en potreros y soladores enmontados: "Aquí­ seguiremos hasta que se acaben los temblores"

Por IGNACIO CARVAJAL enviado especial IXTALTEPEC

Igual que fugitivos de la ley, sin apoyo de las autoridades, instalados en lo que antes era un terreno para el pastoreo del ganado, la familia de Francisca Cruz Valdivieso sobrelleva las últimas horas del fin de semana en el que se han presentado más de diez réplicas del sismo del siete de septiembre.
"Yo estaba ayer en mi casa, en Comitancillo, pero una de mis hija me trajo para acá, de por allá no dormía en la casa, lo hacíamos en el patio, pues espeligroso estar cerca de las paredes.
Ahora acá nos prestaron este terreno, y acá pensamos pasar hasta que se acaben los temblores", cuenta la mujer de 59 años, empleada de PEMEX, quien siente que la angustia la está mermando física y emocionalmente. Sus ojos son tristes y sin esperanza. No sabe qué pasará con su trabajo y salud. No sabe si sobrevivirá a esto.
Estar cerca (CONTINÚA-->)

  • Damnificados, sin apoyo del gobierno de Oaxaca

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de los suyos, hijas y nietos, le da un poco de alivio a Francisca, reconoce mientras se tira en una hamaca multicolor a la cual le estira los hilos en señal de estrés. Cerca de ella una vaca recoge un poco de pastura y se espanta las moscas con la cola. Unos perros, sus mascotas, formaron una manada que vigila y juguetea mientras los hombres y adolescentes realizan labores para acondicionar casas de campaña y catres de costal de yute para pasar la noche que se avecina con una tormenta.
Como la de Francisca, docenas de familias de este municipio han salido de sus domicilios y construcciones provisionales para refugiarse en terrenos de cultivo, potreros o solares enmontados en donde volvieron a construir casitas y a montar campamentos. Casi todos muestran la misma mirada de Francisca. Más con las últimas noticias, donde se dio a conocer la muerte de tres ciudadanos más a consecuencia de los temblores. Dos de ellos eran adultos mayores discapacitados. Ya con el primer y destructivo temblor, el panteón de Ixtaltepec reclamó diez cadáveres.
Las personas que han huido al monte dicen que cualquier lugar ahora es más seguro a estar cerca de las viviendas, después de las réplicas del sábado por la mañana, el temor corrió velozmente por las calles de los municipios del Istmo de Tehuantepec para instalarse en cientos de corazones acongojados porque la tierra y sus violentas sacudidas se tragan construcciones, derrumba puentes, aplasta y mata.
El terreno escogido por Francisca y los suyos se ubica a unos metros del puente Ixtaltepec, sobre la carretera Antigua, a unos 100 metros del domicilio de su hija, a juzgar de su apariencia, con un nivel de vida más allá de la clase media. Su mansión lo confirma, es una gran construcción con una barda tipo cantera, de dos pisos, digna de cualquier fraccionamiento de lujo. Pero los acontecimientos de las últimas horas, hicieron que ella se trajera a su madre, al resto de sus hermanos, y organizara a los vecinos para acomodarse en este solar atestado de maleza para arrebatarlo a las vacas.
Armados de palas, picos y machetes, durante horas, hombres y mujeres de distintas condiciones sociales rozaron la maleza y aplanaron el suelo para colocar las tiendas de campaña que fueron donadas por religiosos.
"Hemos pasado los últimos dí­as comiendo atún y lo que encontramos, en las tiendas hay poco", dice otro integrante de la familia que se apresura a colocar lonas sobre las tiendas de campaña. Las 20 personas que junto a Francisca ocupan este terreno, están concentrados en colocar lonas sobre las tiendas para atajar el próximo enemigo de este pueblo, la lluvia.
"Ahora ya no queremos tanto alimento, ojalá nos regalen lonas, eso queremos", dice otra hija de Francisca quien se marcha a buscar los plásticos para librar del agua a los suyos.
Datos del gobierno Federal indican que en los 40 municipios impactados en el Istmo de Tehuantepec hay unas 60 mil viviendas dañadas y al menos 120 mil damnificados que pernoctan en la ví­a pública por el temor a ser aplastados, como Guillermo Jerónimo Velázquez, de 39 años, ministro de culto, quien tuvo que rescatar a su familia de una muerte segura.
Cerca de la avenida Constitución, en la carretera vieja, también Guillermo se metió a un terreno enmontado y colocó una gran casa de campaña en la que duermen los diez niños y la madre, ya adulta mayor. Él y los otros hermanos y sus esposas se colocaron bajo la sombra de un árbol, en catres.
Antes de montarse revisaron la zona para ahuyentar alimañas y culebras. Tomaron la decisión de meterse al monte, porque de por sí­ ya viví­an en una construcción provisional de lámina de cartón y madera la cual levantaron porque el domicilio familiar se agrietó. "Ya dormí­amos en la calle, pero entrabamos a casa a cocinar y a comer, pero con el último temblor fuerte decidimos clausurar todo, no queremos que alguien sea aplastado" dice Jerónimo Velásquez.
"El sábado por la mañana, con esos dos temblores, sentimos cuando la barda donde se recargaba la casita se moví­a y las tablas se zangoloteaban y ya mejor nos vemos acá la terreno", contó el pastor quien lamenta que por la misma situación, no haya trabajo, las personas han pasado los últimos dí­as tratando de reconstruir sus pertenencias y sobreviviendo. "Ahora sí­ que estamos en manos de Dios", finaliza.


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