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8 Columnas
Sábado 23 septiembre, 2017

Los sismos de 1985 y 2017 en México: la crisis moral de la clase polí­tica


Por Eduardo de la Torre Jaramillo

Considero importante realizar una interpretación sobre ese desastre natural en el Distrito Federal, ahora Ciudad de México,...

en cuanto a los gobiernos, la sociedad mexicana y los efectos sociales de esos acontecimientos. Particularmente porque el paí­s cambió con ese fenómeno natural.

Aquel 19 de septiembre de 1985, y su respectiva réplica el 20 de septiembre de aquel año tuvo un saldo de 3,629 personas fallecidas, según los datos oficiales, la mayorí­a de los opinadores públicos redondean la cifra a 10,000 muertes; el resultado fue un gobierno federal pasmado frente a una reacción inédita de la sociedad mexicana basada en la solidaridad, allí­ de manera transclasista los habitantes del Distrito Federal tomaron el lugar del gobierno, quien era el presidente de la república en ese entonces Miguel de la Madrid Hurtado se mostró errático en todo momento, por ejemplo le prohibió al Ejército que ayudará a las tareas de rescate, así­ como rechazó en un primer momento la ayuda no económica internacional, posteriormente cambió de idea.

Recuerdo perfectamente que a la semana del sismo, viajé al DF con mi padre, ver aquello fue impactante, porque observar las ruinas en la capital del paí­s fue un tremendo choque interno, recordar que no se podí­a beber agua (aún no existí­a el agua embotellada), el gobierno recomendó tomar refrescos, no habí­a servicio telefónico, prácticamente incomunicados en el centro del paí­s y en el extranjero se pensó que habí­a desaparecido el Distrito Federal; aunado a esto, México ya padecí­a una crisis económica producto del neopopulismo de los últimos dos sexenios, la inflación galopante, la devaluación del peso frente al dólar, el estancamiento económico, el aumento de la deuda externa, y un largo etcétera en materia económica; es aquí­ como la crisis económica confluyó con los efectos sociales del sismo, a lo que habrí­a que agregar sobre todo del cambio en el modelo económico, con la introducción de las medidas económicas del nuevo liberalismo mundial que debilitaba al propio Estado mexicano.

El cálculo económico del desastre fue de 8,000 millones de dólares, 250 mil personas sin casas, y 900 mil ciudadanos que tuvieron que abandonar sus hogares, después del sismo se tuvieron que demoler 150 edificios más; de esta movilidad forzada miles de defeños se fueron a vivir a Veracruz, Tlaxcala, Puebla, Morelos, Michoacán, etc., y que fueron a enriquecer con su experiencia a esos estados.

Continuando con la lí­nea de interpretación anterior, los intelectuales de aquella época empezaron a hablar del nacimiento y despertar de la sociedad civil que se encaminaba hacia el pluralismo polí­tico y por ende la democratización de la vida pública, ésta empujada por la sociedad mexicana en los incipientes partidos polí­ticos, como lo fueron principalmente el PAN, y en menor medida el PARM, PPS, PFCRN, PMT, PSUM; en aquellos tiempos la derecha, los partidos satélites del PRI y la siempre dividida izquierda mexicana. Es pertinente mencionar que este efecto llegó al simbólico año de 1988, con una elección federal altamente competida por tres fuerzas polí­ticas, el partido hegemónico, el otrora PRI, el Frente Democrático Nacional que aglutinó a los anteriores aliados del régimen polí­tico, PARM, PFCRN y PPS, y por otra parte, el PAN. Allí­ los mexicanos tomaron al voto como un nuevo valor polí­tico, serí­a la ví­a institucional para acceder

al poder polí­tico, el cual estaba cancelada hasta ese momento, el modelo electoral tení­a más de cien años, particularmente porque la Cámara de Diputados calificaba la elección presidencial con una mayorí­a mecánica del PRI, no existí­a un órgano electoral ni un tribunal electoral, aquí­ no hay que olvidar que el entonces secretario de gobernación y presidente de la Comisión Federal Electoral, fue Manuel Bartlett Dí­az quien se hizo muy famoso por la “caí­da del sistema”, personaje que Jorge Castañeda señala en su libro “La Herencia”, a quien señala que al no ser designado candidato presidencial por la ví­a del “dedazo” (actualmente en la vertiente de caricatura hay un personaje que sustituyó al dedazo, “por lo que dice su dedito”) aflojó los amarres gubernamentales para que los partidos satélites conformarán el Frente Democrático Nacional. Y así­ siguió 1989 con el primer gobernador de oposición, Ernesto Ruffo Apel, pasando por los años de 1997 y 2000, el primero considerado como el preámbulo para la alternancia, cuando se conformó el llamado “G4”, con los partidos polí­ticos: PAN, PRD, PT y PVEM, quienes se autoorganizaron para enfrentar al entonces secretario de gobernación Emilio Chuayffet Chemor que pretendió dar un “golpe de estado constitucional” al intentar negar la instalación de la Cámara de Diputados.

Ahora en el año 2017, ¿qué cambió con el nuevo sismo?, primero los resultados de una cultura de protección civil, puesto que además se modificaron los reglamentos de construcción en la capital del paí­s, el resultado es que en el Estado de México y en la Ciudad de México no murió ni el 1% de los que fallecieron hace 32 años; el gobierno federal reaccionó muy rápido y la sociedad mostró la misma caracterí­stica de hace casi tres décadas: su solidaridad con sus conciudadanos, lástima que únicamente ese sentimiento y acciones emerjan ante los desastres naturales. Por otra parte, las redes sociales facilitaron la tarea de rescate y auxilio para las personas que fueron afectadas, fue una herramienta que se ennobleció en estos dí­as, fuera “memes”, que no estuvo exento de las fake news y de la narrativa falsa de las televisoras para poder competir en tiempo real con las propias redes sociales.

Empero, el cambio más rápido y radical fue el polí­tico, porque mientras en las secuelas de 1985 fueron constituyendo una cultura cí­vica, ensanchando el pluralismo polí­tico y que las oposiciones fueron ganando espacios de representación; ahora, se vive la caricaturización de la polí­tica, la democracia y la acción pública, mientras hace 20 años se luchaba en contra del régimen hegemónico que se negaba a la irrupción del pluralismo polí­tico, ahora se paralizó la Cámara de Diputados por el interés particular de un dirigente partidista que busca ser candidato presidencial quebrando la historia de su propio partido. De la mentada de madre hacia Miguel de la Madrid Hurtado en 1986 en el Estadio Azteca en la inauguración del mundial “México 86”, actualmente se transitó hacia el divorcio, el rechazo, la animadversión y la agresión de una parte de la sociedad que paulatinamente se convirtió en odio hacia la clase polí­tica, allí­ están los casos de Oaxaca donde no dejaron hablar al secretario de educación; en la Ciudad de México agredieron al secretario de gobernación, y los golpes que le propinaron al delegado de morena en Xochimilco, los humores crecieron hasta traducirse en violencia fí­sica hacia la clase polí­tica, desde el ensayo de su ceguera aquellos podrán minimizar los hechos argumentando que fueron “grupos polí­ticos”; pero no, inclusive en paralelo los cibernautas actuaron a través de una plataforma digital en la cual consiguieron millón y medio de firmas para que los partidos polí­ticos no recibieran los 7 mil millones de pesos de prerrogativas que les corresponden por ley para el 2018, de este interesante debate fueron dos bandos los que se enfrentaron; los puristas,

defensores de un derecho electoral “natural”, si aquel que podrí­a ser inmutable y que cuasidivino de que no se pueden utilizar esos recursos públicos para la reconstrucción, porque serí­a un desvió, y los otros que ante un paí­s que no tiene una cultura de la legalidad, qué más da violar la ley electoral para destinarlo a la reconstrucción de las siete entidades, ganó la segunda posición social, simple y sencillamente porque la clase polí­tica en este paí­s se le mira como una casta divina, quienes ya no buscan el poder para hacer polí­tica, sino los puestos para su enriquecimiento personal y familiar para perpetuarse en el poder.

Finalmente, si esto está pasando en el año 2017, el próximo año seguramente será un sismo polí­tico que enfrentarán los partidos polí­ticos de dimensiones mayores a lo que se vivió en 1988, porque en la actual coyuntura hoy ningún partido está exento de la división interna, allí­ está el PAN, la próxima desaparición del PRD en el año 2021, la fractura de morena, y en menor medida y hasta controlada en el PRI, los demás partidos son monolí­ticos, no habrá fracturas. Así­ como en 1988 ningún intelectual observó un escenario como el que se vivió, actualmente se vislumbra un visión similar, porque la crisis moral que vive la clase polí­tica en general difí­cilmente podrán tener una mí­nima aceptación por parte de la sociedad mexicana, de allí­ que en lo inmediato surgirán nuevos grupos polí­ticos producto de las divisiones de los partidos que se enfrentarán en el corto plazo, a todo esto la mayor prueba de fuego se focaliza en el INE, si logra adaptarse a las demandas de la sociedad mexicana, seguramente podrí­a comportarse como el árbitro que necesita una elección federal altamente compleja, volátil, de humores encendidos y llena de incertidumbre.


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