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Diario de un reportero
Lunes 18 septiembre, 2017

“Nos mataron a nosotros también”

“Ni una más, que mi hija Mara sea la última” exigió Gabriela Miranda, madre de Mara Castilla
•Compañeros de Mara llegaron a Xalapa para velar, sepultar y exigir justicia
•Activistas, catedráticos, investigadores y polí­ticos marcharon con la familia

Por ARANTXA ARCOS y fotografí­a por YERANIA ROLÓN

El luto en la familia Castilla Miranda retumbó en las calles de Xalapa. El llanto se guardó por unos segundos. La garganta se apretó y convirtió en gritos de exigencia externados por familiares, amigos y compañeros de Mara Fernanda Castilla Miranda, universitaria asesinada el pasado 8 de septiembre.
Su madre y hermana encabezaron una manifestación del silencio desde el Teatro del Estado, avanzando por la avenida Manuel ÁvilaCamacho para terminar en la explanada de plaza Sebastián Lerdo de Tejada.
Los labios de los manifestantes, incluidos activistas en defensa de los derechos humanos y de mujeres en Veracruz, permanecieron sellados.
Al llegar al Monumento a la Madre, sobre la avenida Manuel Ávila Camacho, la hermana de Mara, Karen Castilla Miranda, tomó el micrófono. Con el rostro desencajado intentó externar su sentir por el (continúa -->)

  • Marcha en Xalapa por el asesinato de Mara Castilla

  • Marcha en Xalapa por el asesinato de Mara Castilla

  • Marcha en Xalapa por el asesinato de Mara Castilla

  • Marcha en Xalapa por el asesinato de Mara Castilla

asesinato de su hermana.

“Queremos justicia para Mara y para todas las personas que fueron privadas de su libertad. Todo este tiempo ha sido un martirio y estoy segura de que la vida sin mi hermana va a ser muy difí­cil. Estamos buscando justica para mi hermana y para todas esas personas que están desaparecidas, porque no queremos más pésame. Ni una más” pidió Karen.

Del lado derecho de Karen, su madre Gabriela Miranda le pidió el micrófono. Sus labios se apretaron. Suspiró y externó no tener fuerzas para comentar las mejores palabras.

“Hace apenas un par de horas enterramos a mi hija, es una emoción muy dura y fea. Es algo que pensé que nunca iba a pasar, pensé que mis hijas iban a ser las que me enterraran a mí­ y no yo a ellas”.

“Vengo a buscar justicia, no sólo por mi hija, porque desafortunadamente, o más bien, afortunadamente ya está en el cielo. Tuvo la fortuna de contar con todos ustedes para encontrarla, porque sabemos que hay muchí­simos casos, de mujeres, de niños, de jóvenes, que sus familias siguen teniendo la incertidumbre de meses, años y de verdad, vivir una situación así­ es un verdadero infierno”.

Al borde del llanto, Gabriela Miranda continuó pidiendo justicia por el asesinato de su hija por las anomalí­as en el Sistema de Justicia de México para dar con el pronto paradero de hombres y mujeres desaparecidos.

“Hoy fue mi hija la que yo enterré y mi familia, amigos estamos sufriendo, pero el dí­a de mañana o al ratito en la noche puede ser cualquier hija de ustedes, de cualquier estado, no importa, sólo necesita ser mujer para ser lastimada. Ojalá que con la partida de mi hija Mara se pueda dar un gran paso para que esta situación se termine, ni una más, que mi hija Mara sea la última”.

No hubo aplausos de ánimo para la familia. El silencio de la manifestación culminó. “Mara, Mara, justicia para Mara”, “Mara, Mara, justicia para Mara”, “Mara, Mara, justicia para Mara”, se repitió una y otra vez.

El amplio contingente continuó el caminar. Gritos en forma de peticiones se mencionaban. “Todos somos Mara”, “No queremos ni una más”, entre otras frases pronunciaron los asistentes.

Entre la multitud participaron activistas en defensa de los derechos humanos en Veracruz. Mujeres promotoras de una Alerta de Violencia de Género (AVG) como Monserrath Dí­az, integrante del Colectivo Feminista Xalapa y de la Red Veracruzana por el Derecho a Decidir y Olivia, Aguilar Dorantes, representante legal de la agrupación feminista “Salud y Género” A.C., se unieron a la exigencia social.

Ninguna pancarta señaló a un ente gubernamental. Todas evidenciaban la crisis de seguridad que vive México. Las desapariciones forzadas y asesinatos impunes en mujeres.

La participación incluyó a personas polí­ticos de Veracruz. El alcalde electo de Xalapa por el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), Hipólito Rodrí­guez Herrero y su esposa, la ex candidata a la Rectorí­a de la Universidad Veracruzana (UV), Rosí­o Córdova Plaza, se unieron metros antes del monumento a la Madre.

Su presencia no importó a los familiares y compañeros de licenciatura en Ciencias Polí­ticas en la Universidad Popular Autónoma en el Estado de Puebla (UPAEV). Todos permanecieron concentrados en reclamar el feminicidio 83 en Puebla. El asesinato de una joven universitaria que buscó regresar a casa de forma “segura”, contratando los servicios de un taxi a través de una aplicación en su teléfono móvil.

"NOS MATARON A NOSOTROS TAMBIÉN"

Mara Fernanda Castilla Miranda regresó a Xalapa el sábado 16 de septiembre del 2017. No fue para visitar a su familia y festejar con ellos la Independencia de México. No hubo noche mexicana en casa. Su fotografí­a sobre un ataúd fue la única imagen de Mara con su familia.

Los compañeros de licenciatura viajaron de Puebla a Veracruz. A un velatorio en la avenida Murillo Vidal del municipio de Xalapa. Las horas avanzaron y Mara recibió flores. Su familia condolencias que no bastaron para resarcir el dolor al perder a una joven.

El padre Quintí­n López Cessa, párroco de la iglesia San Jerónimo en Coatepec -municipio cercano a Xalapa-, inició oraciones católicas para el descanso eterno de Mara.

Gabriela Miranda no comprendí­a lo ocurrido con su el asesinato de su hija. El párroco López Cessa lo intentó. Gabriela permaneció sin consuelo durante las horas del funeral.

Al siguiente dí­a, el domingo 17 de septiembre, el color negro predominó en la iglesia de “Marí­a Madre”, ubicada en la calle de Cempoala, a unos metros del velatorio “Bosques del Recuerdo”.

La iglesia recibió a amigos, familiares, profesores y allegados a Mara Castilla. El recinto eclesiástico cobijó en dí­as pasados a la familia de René Moctezuma Hernández, maestro de Educación Fí­sica asesinado afuera de la escuela donde daba clases.

Al igual que los rostros y sentimientos de la familia de René Moctezuma, los cercanos a Mara Castilla quebraron. Lágrimas en sus rostros. Abrazos. Palabras de aliento surgieron. Ninguna completo el vací­o que deja la joven asesinada.

El féretro salió poco antes del mediodí­a del domingo 17 de septiembre. El rumbo se marcó hacia el panteón Bosques del Recuerdo, donde está sepultada la periodista Regina Martí­nez, asesinada en 2012, en Xalapa.

Montí­culos de tierra se observaron a lo lejos de la entrada principal. El llanto incrementó en los acompañantes del féretro de madera, donde yací­an los rectos de Mara.

La tristeza se transformó en rabia, la rabia en impotencia. Todos coincidieron en el mismo sentir por el crimen perpetuado el pasado 8 de septiembre.

“Nos mataron a Mara, también nos mataron a nosotros”, se escuchó entre los presentes, mientras el ataúd descendí­a tres metros bajo tierra. Frente a él, los amigos de Mara entrelazaban sus manos. Otros se abrazaron. Nadie comprendí­a el porqué de su feminicidio.

Durante año y medio compartieron anécdotas universitarias. Estas quedarán en el recuerdo de ellos, quienes regresan este domingo a Puebla. Un poco de descanso y el lunes retomar actividades escolares, sin volver a toparse por los pasillos con Mara Fernanda Castilla Miranda.


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