•Habla la madre de Josué Valentí­n, denunciado en redes sociales por alcoholizar a su hijo menor de edad
•Una vida de malos amores, dice la madre, orilló a su hijo a refugiarse en el trago
•El infierno verde en Santecomapan, lugar turí­stico en Veracruz, pero con falta de apoyos del gobierno y altos niveles de marginación
•Ella no se puede hacer cargo de sus nietos, espera que el gobierno haga bien su papel y cuiden a los niños, pues ni con su mamá están seguros, acusa

Sontecomapan

Una calle principal con casas de un lado y de otro, el poblado de 2300 habitantes le cobra cara la factura a Josué Valentí­n Ramón de haber salido en las noticias, vuelto famoso, por "haber sido detenido después de que el DIF lo acusada de darle de beber a su hijo de seis años".
Las redes sociales de la zona de los Tuxtlas y buena parte de la prensa nacional, lo ha linchado, y piden que sea castigado.
La opinión pública también condenó que tras su detención, fuera dejado libre porque las autoridades no lo apresaron en flagrancia. Sólo le imputaron una falta administrativa.
Aunque afirma que no sabe mucho del tema, la madre reconoce que su hijo ha cometido errores atroces, ella ya sabí­a que le daba de beber, pero no sabe desde cuándo.
La madre tiene una justificación para los actos de su hijo y pide que le perdonen:
"Es que ha tenido muy mala suerte en la vida, y más con las mujeres".
Su primer amor, recuerda, lo tuvo en su juventud, con una chica que le juró amor eterno y que lo iba a esperar cuando regresara de su viaje a Estados Unidos, para irse de mojado, con su padre.

"Mire que si tuvo mala suerte mi hijo, que la chamaca se le fue con otro, cuando él regresó ya se habí­a casado con otro hombre. Para rematar, es su primo, peor la cosa", dice Victoria Ramón.
Apoltronada en una sillita de plástico, con los pies inflamados por la edad y las reumas, la madre justifica cada acción de su chico por la mala suerte que ha tenido en el amor, afirma.
Al regresar de EU vení­a ilusionado con reencontrar a su novia que le habí­a jurado amor eterno y se llevó un fracaso que lo postró al alcohol.
"Mi esposo y él pasaron unos tres años en Estados Unidos, se fueron para construir de material esta casa donde vivimos. Él también se hizo la suya, antes eran de mandare y tablitas", relata la anciana.
Frustrado por su desamor, Josué puso su interés en la vecina, una menor de edad de nombre Olivia Seba, casi 15 años menor que él.
"Yo cuando supe eso, le di mucho consejo, le dije que no se fuera con ella, que le darí­a problemas porque siendo chiquita ya habí­a estado casada, para nada me gustó nunca", retoma la madre.
La crisis alcoholismo el recrudeció hace unos tres meses, cuando Olivia Seba decidió fugarse con otro hombre del pueblo.
"Ahí­ lo dejó a él al cuidado de las dos criaturas, el niño y una niña más chica", íngel X, de seis años, y la niña, Cristinita, de cinco.
Sin embargo, por lo menos la mitad de pueblo está en contra del padre del menor, piden que sea castigado y llevado tras las rejas por el daño causado al pequeño.
"Si cada vez que lloraba le daba caña para que se callara", "le pedí­a de comer, y le daba cerveza el muy cabrón", "ese hombre es malo, siempre andaba con sus hijos en las cantinas, ahí­ los traí­a dando el mal ejemplo" dicen algunos pobladores consultados por este reportero, que a diario quieren saber detalles nuevos sobre el caso a Sontecomapan en la palestra nacional.
"Si viera, luego eran ella, la esposa, y él, Josué, los que andaban con los niños en las cantinas. Ahí­ los traí­a o se iban todos en su lancha a pescar y por allá los traí­a tomando" relata un vecino de Oliva Seba.
La madre de Josué. sin embargo, lo ve desde otro punto de vista, y opina que él, lejos de crí­ticas, lo que necesita es apoyo, pues se trata de un enfermo.


En alguna ocasión, recordó, lo tuvo tres meses internado en un anexo de alcohólicos anónimos con la esperanza de que se le quitara lo borracho, pero no se logró.
"El doctor ya le ha dicho muchas veces que debe dejar de tomar. Que eso ya no es para él porque tiene una enfermedad pero no hace caso", cuenta.
A su parecer, su muchacho carga una gran pena por el desamor, lo que se vuelve más crí­tico por el desempleo en el cual viven en el pueblo.
Hermano de Misael y Noel, Josué se gana la vida en Sontecomapan tirando las redes a la laguna o al mar. A diario va a ver su lancha para ganarse la vida.
"Luego que trae una lebrancha, luego mojarras, y a veces muy de vez en cuando, un chucumite o robalo, con eso de que el pescado anda muy secado, los vende en el pueblo, y con eso saca para sobrevivir" relata.
El padre de Josué también trabaja de manera informal, cuidando un rancho, en un rincón lejano de la biosfera de Los Tuxtlas. "Él se va varios dí­as y se interna en el monte, luego le pagan, a veces, no".
Este dí­a, por ejemplo, la viejecita no tiene qué comer, Se truena los dedos porque el único dinerito que tení­a, lo usó para comprar un tanque de gas. Su esperanza es que pronto llegue Josué y su padre para darle algo de dinero con que comprar lo básico.
En la casa no destacan lujos, es amplia, y de material, pero sólo un cascarón. A penas y hay muebles.
La familia Valentí­n Ramón es una de las tantas que viven en condiciones de pobreza en el poblado de Sontecomapan, que es identificado por CONEVAL como de alta marginación.
En Sontecomapan, el 19 por ciento de los habitantes son analfabetas; el 13% de las casas, persiste con piso de tierra; el 29% no cuenta con refrigerador.
Las autoridades locales coinciden que se carece de fuentes de empleo, y la población en su mayorí­a se dedica al ecoturismo, que es sólo en época de vacaciones, pues la ganaderí­a y el campo, están completamente rebasados como actividad productiva. Lo que más le funciona a los habitantes, es la migración al norte del paí­s o a Estados Unidos.
Actualmente íngel X se encuentra bajo reguardo del DIF Estatal analizando cuál será su mejor destino, la hermana pequeña, está bajo el cuidado de los abuelos maternos, quienes quieren a íngel de vuelta y a su padre, tras las rejas.