Las fallas en seguridad nacional, para prevenir, controlar y evitar cualquier movimiento o insurrección que pretendiera desestabilizar al paí­s y desde luego que llevara el propósito de sacar al PRI de los Pinos, fueron las razones que mayor preocupación le dieron en el año de 1981 al candidato presidencial Miguel de la Madrid Hurtado.

En tanto De La Madrid, como candidato presidencial del PRI, recorrí­a el paí­s en busca del voto de las nuevas generaciones, (en las que se desarrollaba una inconformidad natural anti priista), cuyos orí­genes se remontan a la represión del movimiento estudiantil de 1968 y después al halconazo de 1971.

Los halcones (policí­as vestidos de civil) fueron el brazo ejecutor de la represión, otra vez en contra de estudiantes del Politécnico y la UNAM; halcones reclutados y patrocinados por el entonces regente capitalino Alfonso Martí­nez Domí­nguez, quien seis meses después de asumir la regencia capitalina, fue cesado en el cargo, por orden presidencial, y sustituido por el veracruzano Octavio Sentí­es Gomez.

Lo grave de una segunda represión estudiantil consistió en el descrédito del gobierno de México, por haber consolidado su carácter represivo, autoritario y policiaco, que los estudiantes se encargaron de difundir; y aunque la base estudiantil nunca fue numéricamente suficiente para derrocar al PRI-Gobierno, si tení­a los espacios necesarios en los medios de comunicación nacionales e internacionales, para desacreditar al candidato tricolor y complicarle la elección; tal como sucedió posteriormente con la campaña de Carlos Salinas de Gortari, quien hasta la fecha lleva el estigma de haber perdido con el candidato de las izquierdas ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.

Durante su campaña Miguel de la Madrid Hurtado, fue convencido por el General Jorge Carrillo Olea, para modificar la estructura de la Secretarí­a de Gobernación, a fin de desaparecer la Dirección Federal de Seguridad y crear en su lugar una Agencia de Inteligencia donde se tuviera una visión clara para garantizar la seguridad nacional, la estabilidad del gobierno y el control de todos los mecanismos politico-policiacos, que resultan necesarios para la tranquilidad social y la preservación del Estado Democrático de Derecho.

El Presidente De la Madrid nombró Secretario de Gobernación al licenciado Manuel Bartlett Dí­az (hoy Senador de la república, representando al PT), y designó como Subsecretario de Gobernación al General Jorge Carrillo Olea, a quien encargó los asuntos de inteligencia y éste a su vez, le propuso al Presidente la creación del Centro de Investigaciones y Seguridad Nacional (CISEN). Para delinear las tareas del CISEN, Carrillo Olea, nombró como su asesor al licenciado Jorge Tello Peón, quien se encargó de todos los detalles para perfilar los servicios de inteligencia cuyos trabajos serí­an supervisados por Carrillo Olea y a éste a su vez le serví­a la información oportuna del CISEN, para inducir y aconsejar al presidente, la toma de decisiones de la Agenda Polí­tica que garantizara la detección oportuna de cualquier movimiento polí­tico, y al mismo tiempo proponer la forma y estrategias para su resolución.

En esos tiempos que se pueden considerar de gloria para el CISEN, sus servicios fueron altamente reconocidos por Gobernación y los Pinos; sin embargo hoy se siente un gran vací­o en esa área, que no representa mayor interés para el licenciado Miguel íngel Osorio Chong y menos para el Presidente Enrique Peña Nieto. El paí­s no puede seguirse gobernando de manera caprichosa, por ocurrencias y menos para darle satisfacción a caprichos personales, en

lugar de respeto a los acuerdos institucionales, que devolverí­an la seriedad y la solemnidad a las funciones del gobierno y a quienes están obligados a ejercerlas con dignidad, honestidad y patriotismo. El primer domingo de julio de 2018, el pueblo calificará al gobierno que se va, hasta hoy sin pena ni gloria.