Y según el politólogo Ramón Bení­tez, el bienio azul ya leyó y leyó bien la tendencia y más “saca raja del árbol” derrumbado.
Por ejemplo, las ciento dieciséis presidencias municipales ganadas.
Por ejemplo, con las elites rojas desquiciadas, temerosas varias de caer en el penal de Pacho Viejo, la yunicidad sigue apostando al descrédito del sexenio anterior para reposicionarse con su nepotismo desbordado.
Por ejemplo, el fuego cruzado sostenido con “El peje” para mostrar el puño en el altiplano como el único gobernador del paí­s capaz de treparse al ring con AMLO.
Y en contraparte, una elite roja desacreditada.
Un caso: la delegada del CEN del PRI, Lorena Martí­nez, se puso de acuerdo con “Mr. Simpatí­as”, el delegado federal de la secretarí­a de Gobernación, para cambiar delegados a cambio de que se disciplinaran ante sus candidatos a las alcaldí­as.
La respuesta fue unánime alrededor del descontento y la indignación.
Y el desenlace fue peor: el PRI solo ganó 35 presidencias municipales.
Otro caso, quizá el más indicativo: el priista de todos los tiempos, ex convicto del penal de Topo Chico, en Nuevo León, acusado de fraude, Francisco Garrido, reapareció en Veracruz primero como priista.
Luego, mudó al Movimiento Ciudadano de Dante Delgado.
Después, al AVE del biólogo Alfredo Tress, el partido local satélite creado por el góber fogoso.
Más tarde se puso al servicio de Javier Duarte.
Entonces, mudó al Partido Verde.
Luego, como Gregorio Samsa convertido en insecto por Franz Kakfa “una mañana al despertar”, brincó al PANAL.
Así­ creyó que el senador más fuerte para ganar la candidatura a gobernador el año entrante era Pepe Yunes Zorrilla y se unió a su causa.
Y de pronto, zas, está ya más hectorizado que el senador Héctor Yunes Landa.
Y si tales son las cúpulas priistas, entonces, el tricolor está perdido, porque tarde o temprano el mal karma se revierte.
En medio de tales bandazos, el bienio azul sigue ganando batallas y los rojos continúan sin aprender a ser partido de oposición.
Lo peor: la población electoral con su sexto y séptimo sentido, lo intuye, lo huele, lo olfatea y se derrumba.

Dos. El fogoso, en el PVEM

El activo más experimentado del PRI era Fidel Herrera Beltrán.
Pero el góber fogoso, con su hijo, el diputado federal, Javier Herrera Borunda, juegan ahora en la cancha del PVEM.
Incluso, las mismas elites dicen que antes el PVEM se aliaba al PRI, y ahora, con la elección municipal, el PRI se alió al PVEM.
Y aun cuando pudiera decirse que en realidad son un mismo partido, la realidad es que parte de las tribus rojas están migrando al Partido Verde, porque ante el descrédito rojo ven más posibilidad en el otro lado.
Tan es así­ que desde ahora perfilan un par de horizontes para el hijo del fogoso: uno, la candidatura al Senado el año entrante, y dos, la nominación a gobernador 2018/2024, y por el Verde.
Muchos fidelistas se han ido con el Verde, con todo y tratarse de un partido de elites y despilfarros como lo demostró un reportaje del periódico “El Universal”.
Bastarí­a referir que de cara a la elección del candidato a gobernador el año entrante, la caballada del PRI es la misma del año anterior con los senadores Pepe Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa.
Y aun cuando son dos activos, resulta insólito que el resto de las elites hayan quedado en el camino, sin que nadie creciera lo suficiente.

Tres. Voto duro del PRI, al PVEM

El voto duro del PRI se está yendo, entre otras cositas, porque viendo la tempestad nadie se hinca y cada parte sigue imponiendo su capricho y cediendo a las presiones que tanto descontento suele generar.
Un hecho: Renato Alarcón fue nombrado por dedazo presidente del CDE del PRI, luego de la renuncia de Felipe Amadeo Flores Espinoza, tan cercado que estaba.
Entonces, Renato nombró jefe de prensa al hijito de César del íngel, el legendario lí­der de los 400 Pueblos, preso en el penal de Pacho Viejo, salvo que esté convaleciendo en el hospital.
Y el hijito de Del íngel, sin un conocimiento básico de la comunicación social, a quien, además, el diputado federal, Érick Lagos, ungió diputado local pluri por instrucciones superiores, cuando, en todo caso, entre Lagos y Renato hay un cortocircuito.
Con tanto desprestigio y bandazos, y con un góber azul con poder y embriagado de poder, el tricolor podrí­a, digamos, hundirse más, pues el único que durante muchos años le jugó por delante y lo desquiciaba (el fogoso), ya está fuera del tricolor y apuesta experiencia, mañas y capital (que es inmenso) al PVEM para empujar a su hijo de senador y/o de gobernador.
Nada fácil serí­a que al ratito el voto duro del PRI aparezca en la cancha verde…, si es que, claro, el PAN y MORENA se descuidan y que el 4 de junio lo merecieron.