Ví­ctor Frankl, sicólogo alemán, dice que para evitar la depresión que suele llevar al suicidio han de tenerse una causa personal o familiar (el amor a los nuestros), una causa social (el amor a los demás) o una causa religiosa (el amor a Dios) para vivir… Y cuando en la vida se camina sin alguna de ellas, entonces, la depre está llamando en la puerta… La depre empieza a rugir en el pecho, digamos, como el bramido de un huracán, un viento tempestuoso, un torrencial, el ruido avasallante del mar… Es como un murmullo que poco a poco se va multiplicando en el corazón, y de pronto, brinca a las neuronas… El primer aviso es la mirada… Una mirada triste, melancólica, sin brillo ni resplandor… Y luego se convierte en una especie de pulpo con muchos brazos que estrangulan la vida cotidiana… El escritor norteamericano, William Styron, la definí­a como “un viaje a la oscuridad”… Incluso, en un viaje depresivo, Styron se suicidó… Una mañana del 2 de julio de 1961, a las 6 horas, cuando su esposa dormí­a, Hemingway se levantó de su alcoba y como un autómata se fue al sótano de la casa donde tení­a su cuarto de pistolas y fusiles… Entonces, tomó una escopeta y se pegó un tiro en la boca, él que era un hombre intenso para vivir… La ciencia médica ha fracasado por completo en la cura de la depresión, de igual manera como en otros males, entre ellos, el Alzheimer, el mal de Parkinson, el VIH, el cáncer, la leucemia y la artritis…

ROMPEOLAS: En Cannes celebraron el 70 aniversario del festival cinematográfico… Y ahí­ se presentó el llamado “Escuadrón azteca de Cannes”, integrado por varios artistas mexicanos que han llegado a las grandes ligas… Entre ellos, Salma Hayek, Gael Garcí­a Bernal, Diego Luna, Guillermo del Toro, Alejandro González Iñárritu, Alfonso Cuarón y Emmanuel Lubezki… De pronto, zas, con un mariachi se pusieron a cantar “México lindo y querido”… Ellos son los mexicanos más universales de hoy… Desde luego, cohabitaron con otros artistas de su talla como Catherine Deneuve, Román Polanski, Nicole Kidman, Pedro Almodóvar y Costa Gavras… Ana de la Reguera, Yuri, Paquita la del barrio y Adriana Fonseca miraron el festival de Cannes por la tele, como millones en el mundo… La bruja lo dice con crueldad: “El que nace para maceta del corredor no sale”… El whatsapp trae enloquecida a la mitad de la población y a la otra mitad, de tal manera que, por ejemplo, en muchas casas ya inventaron “La canasta del celular” a la hora de la comida, en que pasean la canastita levantando el celular para así­ comer en armoní­a… Entre las mejores cosas de la vida está encerrarse en casa el sábado y el domingo, andar en piyama y descalzo todo el dí­a y mirar el mayor número de pelí­culas mexicanas en blanco y negro… El terapeuta sexual dice que en todas las pasiones amorosas donde hay fuego tienden a un cortocircuito a la primera de cambios, pues es ley eléctrica de la vida… Un letrero en la parte trasera de un carro de carga es muy sabio y dice lo siguiente: “Los recuerdos es lo único que dura” y que de algún modo equivale a otro que dice: “Lo bailado nadie me lo quita”…

ASTILLEROS: Sexilio Garcí­a fue jefe de prensa de Agustí­n Acosta Lagunes y Miguel Alemán Velasco, y con tanta experiencia dice que Gina Domí­nguez y Alberto Silva Ramos, voceros de Javier Duarte, “rompieron la regla”… El chamán dice que como un reportero ha de ser un profesional de la memoria, el peor castigo es padecer Alzheimer, pues cuando las neuronas se desprenden entre sí­ hasta el mismo nombre se olvida… Y lo peor, que mientras no hay cura, el mal puede durar cinco años, diez años, quince años, etcétera… Las conchitas de mar son las más vendidas en la artesaní­a jarocha, porque reproducen el sonido y el ruido de la brisa marina y de las olas desembarcando en la playa… Flaco, feí­to y con una rajada en la mejilla, pero con un estilo y una personalidad única, Agustí­n Lara sedujo a Marí­a Félix, la artista más hermosa de su tiempo… En 1958, Carlos Monsiváis publicó una crónica donde aseguraba que el terror en México ya no brotaba de los cementerios, sino de las noticias… Con todo y su fama, Juan Rulfo nunca vivió el dí­a a dí­a con las regalí­as de sus libros, y por eso mismo, trabajó como un burócrata en el Instituto Nacional Indigenista… Es más, dos años antes de morir decidió jubilarse… Y es que el 50 por ciento del costo de un libro se le queda a la librerí­a, el 40 por ciento a la editorial y sólo el diez por ciento es para el escritor… Además, se los pagan cada año… Gabriel Garcí­a Márquez fue la excepción, pero Julio Cortázar murió cabildeando en la industria editorial de su tiempo que las reglas cambiaran… Por eso, un escritor dice que los libros a veces, sólo a veces, dejan una fama efí­mera y pasajera y una que otra novia…