cargando

En twitter:

Crónicas
Martes 23 mayo, 2017

Interpone familia del pescador Jorge Barrón denuncia por desaparición ante Fiscalí­a

Piden no abandonar la búsqueda del padre de familia
•“Le pido a Dios que me lo regrese, como sea, pero que me lo regrese”: esposa de Jorge

Por ITZEL LORANCA

En el décimo segundo dí­a de la desaparición de Jorge Ramón Barrón Calleros, una denuncia fue interpuesta para su búsqueda, ante la Fiscalí­a General del Estado (FGE) en la ciudad de Veracruz.
Para conocer si alguien ha visto al pescador visto por última vez el 10 de mayo, será por lo menos un año de edictos y avisos enviados a diferentes instituciones, cuenta su esposa Adelaida Abello Perea.

  • Adelaida Abello Perea, esposa de Jorge Barron

De frente al soplo que concede de vez en cuando la tarde, con las ventanas abiertas al callejón en el que vive desde hace 60 años, Adelaida hace un recuento de los planes que junto a sus cuatro hijos emprenderá con la ausencia de su esposo.
Señalando hacia el techo, dice que próximamente la vivienda quedará en los cimientos para ser hecha nueva, mientras que con sus manos elabora la posibilidad de vender alimentos desde su hogar.
Eso, y continuar insistiendo en todas las instancias posibles que Jorge no deje de ser buscado.
“Yo solo le pido a Dios que me lo regrese. Como sea, pero que me lo regrese para que mis hijas, principalmente mis hijas que extrañan mucho a su papá, pues que tengan la certeza de que su papá está ahí­, ya sea enterrado, o lo que ellos decidan junto conmigo, pero que ya está ahí­”.

UN OFICIO DE RIESGO

“Yo creo que la mar fue su segunda mujer, yo lo digo así­ en broma porque él siempre era muy enamorado del mar. Si habí­a norte, él iba al Muro”, expresa Adelaida, quien junto a sus hijos, durante años, quiso convencerlo para dejar la pesca.
“Después, después”, respondí­a Jorge cuando le ofrecí­an abrir una torterí­a familiar o cualquier otro negocio, en el local donde Adelaida vendí­a antojitos y comida corrida durante el dí­a.
Jorge tuvo dos duros percances, mientras trabajó como asistente transitorio de perforación de pozos petroleros o “chango”. Una llave de gran tamaño lo golpeó en la cabeza y en otra ocasión, tuvo que arrojarse desde la torre de extracción para no ser golpeado por el crudo.
Para Adelaida, era preocupante verlo otra vez vulnerable, ahora como pescador.
“La verdad ya la pesca no es algo que reditúe para vivir. Hay que poner 300, 400 pesos de gasolina para ir y regresar con nada. Los pescadores no tienen seguro, no hay. Su trabajo está catalogado de alto riesgo”, dice, recordando el esfuerzo diario de su marido.
La familia temí­a los riesgos del oficio. Un trabajo que, a decir de Adelaida, con los años se fue convirtiendo en menos provechoso.
En su Anuario Estadí­stico de Acuacultura y Pesca más reciente (2013), la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (CONAPESCA) confirma el dí­a a dí­a del pescador veracruzano.
Aunque la entidad se ostenta con el quinto lugar nacional en producción pesquera, las cifras de 2004 a 2013 revelan un descenso marcado en la captura de especies marinas.
Mientras que en 2004 el total de toneladas pescadas en Veracruz fueron 100 mil 443, en 2008 se contaban 81 mil 157 y en 2013, 69 mil 631.
“Es raro el dí­a que dicen ellos “Le pegamos a la maleta”, agarraban huachinango, peto, pero cuando hay mucho más, el mercado se derrumba, se abarata”, expresa Adelaida.

SIEMPRE EN SU MENTE

Los pescadores del muelle “Fernando Santamarí­a Armulla”, cuentan muchas versiones sobre la causa de la desaparición de Jorge. Adelaida las conoce.
“Me dicen que podí­a haber sido un golpe de calor, un infarto, que él se haya resbalado de la lancha y se haya golpeado, hay varias versiones”, menciona.
Los ha escuchado en ese lugar junto a la Escuela Náutica Mercante, desde hace 12 dí­as, al realizar su visita diaria a ese embarcadero en el que espera recibir noticias sobre el hallazgo de Jorge.
Sin embargo, le cuesta creer que su marido, al que unas semanas antes un examen médico le reveló excelente salud, hubiera sufrido un infarto. Era un experimentado hombre de mar que desde niño aprendió el oficio, y por ello también duda que se haya resbalado sin más en la lancha.
En el muelle ubicado a pocas cuadras de su casa, conteniendo su angustia y derramándola en oraciones, Adelaida pide a Dios y suplica a la mar que le regresen a Jorge. Que termine la incertidumbre que consume a ella y a los hijos de ambos.
De las tres mujeres y un hombre a los que dieron vida, a lo largo de 46 años de casados, Adelaida revela un pesar particular por su hija mayor, a la que observa lamentarse en lágrimas continuamente.
Ella fue la primera en conocer que su papá habí­a desaparecido, cuando tras permanecer la madrugada del 11 de mayo en vela, se fue temprano al muelle y encontró a varios pescadores confundidos por su ausencia.
“Me dice “Mamá ¿y si mi papá se quedó flotando porque se golpeó o le pasó algo, o le hicieron algo?, mi papá, pobrecito, sin agua, sin comer, ahí­ botado”, dice Adelaida, recordando las palabras de su hija.
La mujer de 42 años de edad vive con ella desde hace un tiempo y le ha ofrecido su apoyo, algo a lo que la esposa de Jorge se niega.
“No puedo sentarme completamente a esperar que mis hijos tengan la obligación de mantenerme. Yo tengo que buscar una manera y que también me sirva, para que mi mente no esté pensando en cosas negativas”, expresa y su mirada se vuelve pesadumbre.
Todo el tiempo, dice, piensa en Jorge. “Mi mente parece martillito”.

ESPACIO ALTERADO

De madrugada han llegado personas a la casa de los Barrón Abello, para ofrecer su apoyo por la desaparición del pescador. Algunas, recién se enteran de la ausencia del padre de familia.
A todos reciben, en la vivienda que por las tardes, a la usanza del Veracruz del siglo XX, mantiene su puerta abierta con calidez.
“Quizá cuando yo me crié en Veracruz era otra cosa, habí­a más confianza entre los vecinos. Se enfermaba una vecina y todos corrí­amos a verla ¿Qué pasó? ¿En qué te puedo ayudar? Y hoy no, hoy mucha gente vive encerrada en su casa por el temor de lo que está pasando”, expresa.
Adelaida nunca lo supo hasta después de conocerlo, pero Jorge vivió su infancia en la misma colonia que ella, a casas de la playa Villa del Mar, del Playón de Hornos y un joven bulevar ívila Camacho.
Como él, una pequeña Adelaida aprendió a agarrar pescaditos y a nadar en el agua que les llegaba hasta el pecho, antes de las escolleras y el Acuario que terminaron por arrebatar al mar espacio en tierra.
Son más de 60 años de vivir casi junto al mar por los que se niega siquiera a considerar dejar la casa en la que crecieron ella y sus 8 hermanos, que habitaron Jorge y los hijos de ambos y que ahora, disfrutan sus nietos.
Sin embargo, por un tiempo tendrá que alojarse en otro sitio pues el proyecto que concibió con su esposo desde hace un tiempo, se echará a andar. Remodelará la vivienda, ajada en la pintura y el concreto por el desgaste del tiempo.
Entre tantos cambios, una cosa es definitiva: insistirá en que su esposo sea localizado.
Agradece la atención de Capitaní­a del Puerto, y afirma que durante los primeros dí­as salieron a localizar a su esposo. No obstante, desea que la acción continúe. “Yo seguiré viendo quién va a buscar a mi esposo”.


Deja un comentario

Acerca del blog

Blog de noticias desde Veracruz.
Aquí, deseamos contar la historia de cada día.
Y cada día es un nuevo comienzo.
Y todos los días se empieza de cero...

Portal de noticias de Veracruz.