“A mi hijo se lo tragó la tierra”
•Rufina lleva nueve meses buscando a Alfredo, quien desapareció en un viaje a Veracruz
•Lamenta que tras denunciar los hechos la Fiscalía no tiene ni una pista de su paradero
•“El caso de mi hijo se va a quedar en el olvido”, vaticina la madre
Yerania Rolón
Hace nueve meses que a Alfredo Hernández Abaroa “se lo tragó la tierra". Según palabras de su madre, Rufina Abaroa Rodríguez, no hay ningún rastro de él.
A sus 42 años, Alfredo había salido de Xalapa para probar suerte en la Ciudad de México. Tenía una esposa y trabajaba de trasladista en una empresa con la que recorría toda la República.
Su oficio era ir de agencia en agencia llevando y trayendo automóviles, con lo que le alcanzaba para ir al día.
Sin embargo, el pasado 26 de agosto de 2016 fue su último viaje. Al salir de la Ciudad de México con destino a Coatzacoalcos y Veracruz desapareció.
Su trabajo era llevar una carga a la agencia de ese municipio sureño, pero una vez hecho el traslado Alfredo dijo que viajaría al Puerto de Veracruz.
Durante ese trayecto estuvo mandando mensajes a su familia en donde les daba detalles de su viaje. Poco después les informó que ya iba de regreso a la Ciudad de México porque un amigo le daría "ride".
Desde ahí no hubo más noticias de Alfredo ni de su compañero Eduardo Ortiz, quienes desaparecieron "así nomás", según cuenta su madre.
No ha pasado ni un año de la inexplicable desaparición y Rufina advierte que todo indica que su caso se va a quedar en el olvido, como casi todos los demás.
La mujer acusa que la Fiscalía General del Estado, a cargo de Jorge Wínckler, no movió un dedo después de haber presentado la denuncia a los tres días de la desaparición. Comenta que no ha obtenido una sola pista luego de nueve meses.
"No sabemos nada, no hay ningún indicio, es lo único que he escuchado de los fiscales que llevan el caso” relata la mujer.
Sin embargo, comentó que cuando quisieron comunicarse con la esposa de Alfredo, la mujer ya no vivía en la casa que compartía con él y no volvió a contestar llamadas, por lo que sospechan que pudo tratarse de un asunto familiar o laboral.
Para Rufina su hijo también pudo haber sido víctima de una venganza pues relata que Alfredo en ocasiones le comentó que había un compañero de trabajo al que no le caía bien y siempre lo criticaba.
Aunque esto lo comentó el día que interpuso la denuncia, jamás se abrió una línea de investigación hacia esta persona, ni contra su ex pareja por parte de la FGE.
Rufina recuerda con tristeza a su hijo. Cuenta que Alfredo nunca fue amiguero, sólo se llevaba con los compañeros de trabajo y en sus días de descanso los aprovechaba para dormir y reponerse de las horas de viaje.
A pesar de que no pierde la esperanza de hallarlo con vida, ahora ella se ha sumado al Colectivo por La Paz y acude a las tomas de muestra de ADN por si acaso a su hijo lo encuentran muerto en alguna de las fosas que se han descubierto a lo largo y ancho del Estado.