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Diario de un reportero
Sábado 29 abril, 2017

El valle de la muerte

•Veracruz, incendiado •Impunidad con Yunes

DOMINGO
El valle de la muerte



De un paraí­so que era, Javier Duarte dejó a Veracruz convertido en un rí­o de sangre y en un valle de la muerte.
Y lo peor, está igual o peor.

Luis Velázquez

Los derechos humanos, las garantí­as constitucionales, los niños asesinados (y hasta de cinco años como en Tantoyuca), los feminicidios, los cadáveres tirados a orilla de carretera y entre los cañaverales, los desaparecidos, integran la herencia fatí­dica del preso en un cuartel militar de Guatemala, cierto, cierto, cierto.
Pero al mismo tiempo, cinco meses después que mañana se cumplirán todo sigue igual.
Las madres de los desaparecidos (hijos, primos, tí­os, padres, familiares) siguen tocando puertas en la Yunicidad clamando justicia, simple y llanamente, justicia, y en el mejor de los casos, pareciera que el principio de Peter cayó sobre el bienio azul.
No pueden. O de plano, fueron rebasados, con todo y Gendarmerí­a, Policí­a Militar, CISEN, marinos y soldados, Fuerza Civil y policí­as estatales y municipales, israelitas, colombianos y Genaros Garcí­a Luna.
El colmo: los Solecitos vendiendo antojitos en el carnaval y en Semana Santa en la playa para avenirse de recursos con que seguir buscando a los suyos, como si fueran pedigí¼eños y limosneros.
Limosneros, claro, de justicia social.
Tema pendiente, con todo y Fiscalí­a y la Comisión de la Verdad integrada, ajá, para buscar desaparecidos.

LUNES
Agenda pública irresuelta


En el tercer estado con mayor potencialidad electoral, luego del estado de México y la Ciudad de México, Veracruz, nunca la inseguridad en la vida y en los bienes, razón fundamental del llamado Estado de Derecho, ha ocupado tanto tiempo y espacio y titulares en la agenda pública.
La batalla contra la violencia brinca como el más grave pendiente, mucho más allá de la deuda pública, por cierto ya olvidada en el pasillo polí­tico y en los medios, y de los abusos y excesos del poder del duartismo de los que el ciudadano sólo se acuerda cuando ha caí­do un polí­tico más al penal de Pacho Viejo.
Lo peor: con todo y las fuerzas armadas y los discursos incendiarios ofreciendo esperanzas nada, absolutamente nada, reduce los asesinatos.
Y para que el mismito gobernador reconozca que los homicidios se han disparado ya está canijo.
Por fortuna, los trastupijes de la diputada local de Morena, Eva Cadena, la mujer perturbadora de AMLO, han servido como elemento distractor.

MARTES
Veracruz incendiado


El 14 de octubre del año anterior, Miguel íngel Yunes Linares declaró a “El Paí­s”, Jacobo Garcí­a, que Duarte dejarí­a “un Veracruz pobre, quebrado e incendiado”.
Y por tanto, planteaba, el Peñismo debí­a enviar al Ejército o a la Marina.
Pues bien, como dijera aquel, las fuerzas armadas federales están aquí­. En el territorio jarocho. Duarte está preso en Guatemala en camino de extradición. 67 duartistas tienen denuncias penales en la Fiscalí­a. 300 más son investigadores según el boletí­n oficial.
Pero la vida cotidiana sigue colgando de un alfiler, en el filo de la navaja, al borde de la muerte.
Ninguna duda hay: los carteles y cartelitos continúan ganando la batalla.
Y aun cuando en la declaración oficial se asegure que se trata de ajuste de cuentas entre ellos (lo mismo que cacareaba Duarte y Arturo Bermúdez y Flavino Rí­os y Érick Lagos, etcétera), igual que en el duartazgo en la Yunicidad siguen asesinando a civiles, entre ellos, se repite un niño de cinco años en la tierra caciquil de Joaquí­n “El chapito” Guzmán
Avilés, el secretario de Desarrollo Agropecuario que sueña con la candidatura al Senado el año entrante.

MIÉRCOLES
Impunidad con Yunes


El gobernador abarató el discurso cuando asegura que “Duarte coludido con el crimen organizado, como hizo su antecesor, Fidel Herrera, no hizo nada para frenar la ola delictiva” (Ibí­dem).
Y ninguna duda existe.
Y más, si se mira hacia los señalamientos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de desaparición forzada en Veracruz en el tiempo de Duarte y el secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita, preso en Pacho Viejo.
Okey.
Pero al momento, Bermúdez está sujeto a un proceso penal por otros delitos, menos por “el delito de lesa humanidad” como es la alianza de los policí­as estatales con los carteles y cartelitos, casos los cinco jóvenes de Playa Vicente levantados en Tierra Blanca y los tres jóvenes de Papantla y el cantante de “La Voz México”, Gibrán Martiz, y el ex agente del Ministerio Público de Cardel y su secretario particular secuestrados, desaparecidos y sepultados en una fosa clandestina del terreno anexo al Frac. Colinas de Santa Fe, en el puerto jarocho.
Y si Duarte y Bermúdez incidieron en delitos de lesa humanidad, entonces, la Yunicidad está cayendo en la impunidad, y tan grave el primer delito como el segundo.

JUEVES
Yunes, igual que Duarte


El sacerdote de la Teologí­a de la Liberación, José Alejandro Solalinde, ha sido categórico: con Duarte desaparecieron quince mil personas. Niños, jóvenes, mujeres y personas mayores. Civiles todos, además, claro, de los muertos derivados del ajuste de cuentas entre malandros.
En la dictadura militar de treinta años del general Videla en Argentina, treinta mil muertos.
En los seis años de Felipe Calderón Hinojosa, veinte mil muertos.
¡Qué más da, entonces, que los quince mil desaparecidos en el duartazgo, como dice Solalinde, queden, vayan quedando en la impunidad!
Y más, porque el único objetivo del bienio azul es ganar la alcaldí­a jarocha para un hijo y la gubernatura de seis años para el otro.
Antes que hacer justicia a los familiares de los secuestrados, desaparecidos y muertos, “el orgullo de mi nepotismo”.
Antes que construir obra pública, el resentimiento, el rencor y la venganza contra todo lo que huela a Javier Duarte, sin olvidar que el objetivo central es Fidel Herrera en el penal de Pacho Viejo.
Duarte dejó incendiado Veracruz. La Yunicidad pareciera ir por el mismo camino.

VIERNES
“La muerte tiene permiso”


Javier Duarte tení­a 43 años cuando dejó el poder absoluto. Miguel íngel Yunes Linares tení­a 63 años cuando llegó al poder.
Duarte está preso en una cárcel militar de Guatemala y Yunes tiene horrorizados a los duartistas con la cuchilla encima por si se mueven, como el caso de Gina Domí­nguez cuando el mismo dí­a en que reapareció con una columna periodí­stica “curándose en salud” fue citada por la Fiscalí­a a una diligencia.
El discurso de Yunes en contra de la corrupción polí­tica es tan intenso que el ciudadano estarí­a seguro de que el gabinete legal y ampliado está formado por ángeles de la pureza, impolutos todos, incapaces, ajá, de dejarse crecer las uñas.
Pero la honestidad también incluye hacer justicia a los familiares de los desaparecidos.
Y más aún, detener, abatir, disminuir, desaparecer, el tsunami de violencia que ha ubicado al Veracruz azul en los tres primeros lugares nacionales en homicidios, entre ellos, el niño de cinco años de Tantoyuca, igual, igualito como empezó Duarte.
Peor aún, igual que Duarte de que “aquí­ no pasa nada”, Yunes con su frasecita de “es fácil criticar desde afuera”.
Veracruz, rí­o de sangre donde “la muerte sigue teniendo permiso”, en el más horroroso de los mundos, como el caso del joven de 23 años ejecutado y abandonado en la carretera de San Rafael Calerí­a a Rancho Quemado, en Córdoba, con el cuerpo torturado, y con la espalda llena de narco/mensajes sórdidos y siniestros.


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