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A Mil por Hora
23 abril, 2017

El camino de Javier Duarte al infierno guatemalteco

Javier Duarte y su esposa Karime Mací­as se refugiaron en un balneario 4 estrellas de Panajachel, Guatemala, para el cual recorrieron 150 kilómetros desde la frontera de Chiapas a este paradisiaco lugar, que atraviesa sinuosas curvas y montañas para llegar al sitio con la vista privilegiada hací­a el lago Atitlán, un imponente cuerpo de agua que rodea toda la parte baja del departamento (estado) de Sololá
•Duarte y Mací­as, ambos de educación jesuita, se rodearon de habitantes cuyas creencias son evangélicas, testigos de Jehová y protestantes
•Por el punto ciego, en el que entraron a territorio guatemalteco, se pudieron haber internado en esta zona volcánica, a través de Huehuetenango y La Mesí­a, congregaciones y tramos carreteros de nula vigilancia militar y policí­aca
•En el hotel donde se refugiaron, a escasos 400 metros a pie, habí­a otro conjunto residencial con helipuerto, ideal para emprender la huida si el ex gobernador hubiera sido avisado con tiempo de que la Interpol y la Policí­a Federal ya le seguí­an los pasos
/Por NOÉ ZAVALETA enviado especial a Guatemala

  • Por los caminos de Duarte…en Guatemala

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  • Por los caminos de Duarte…en Guatemala

Javier Duarte de Ochoa, exgobernador priista hoy preso en la prisión de máxima seguridad del Fuerte San Rafael Matamoros decidió refugiarse en la llamada “ruta colonial de los volcanes”, la misma en que los conquistadores ibéricos trazaron para asentarse en el nuevo continente al que bautizarí­an como América.
Desde aquí­, Duarte y su esposa tení­an una vista privilegiada a los volcanes de Atitlán, Tolimán y San Pedro, todos ellos erguidos en una altura superior a los tres mil metros sobre el nivel del mar, un espectáculo en esta zona montañosa, pues cuando apenas cae el atardecer, el lago se vuelve indivisible por la neblina y solo se yerguen orondos y prepotentes estas rocosas estructuras geológicas.
Duarte de Ochoa se escondió “durante varios dí­as”, en la Torre C del hotel La Riviera de Atitlán, en un departamento privado, desde donde salí­a ocasionalmente interactuar con turistas ”“franceses y holandeses en su mayorí­a- y con empleados de este resort de cuatro estrellas, cuyo precio por dí­a es de 938 Quetzales (2390 pesos mexicanos).
Para llegar a este sitio, la expareja que dirigió los destinos de Veracruz en el periodo 2010-2016 atravesó 150 kilómetros desde algún punto ciego de Ciudad Hidalgo en la zona fronteriza de Chiapas, hasta llegar a este lugar o esa misma distancia, pero proviniendo desde la ciudad de Guatemala capital.
En el departamento de Sololá, hay dos claros contrastes, los resorts turí­sticos que rodean el lago de Atitlán en Panajachel, donde pululan los yates, lanchas ”“como la que usaba Duarte en Tlacotalpán- y pequeñas embarcaciones para practicar deportes acuáticos y el resto de la zona volcánica, en donde es común ver indí­genas bajar con cultivos y animales de granja, para venta o para trueque entre los mismos pobladores. Incluso, los domingos ”“como hoy- en la congregación de “Los Encuentros” se instala un enorme mercado, donde predomina el trueque de frutos, legumbres, animales y tambos de leche de cabra.
Aquí­, transitar por Tecpan, Paczun, Patzun y Mixco, es ir viendo sinuosas montañas, con frondosos árboles y casas enclavadas de forma desordenada en las cordilleras de los cerros. En el trayecto a Panajachel, sólo se ven de vez en cuando se casas de dos niveles o imponentes inmuebles de culto religioso.
En el caso de las primeras, son casas de indí­genas guatemaltecos que hartos de la falta de empleo y de la suerte que juegan la lluvia o la sequí­a en la cosecha, decidieron irse a trabajar a Estados Unidos como “ilegales” y desde allá mandan dinero para la construcción de “casas agringadas” a orillas de carretera.
Y del otro lado, los inmuebles de 8 y 10 metros de altura, son casas de culto religioso, contrarios a la creencia católica y jesuita, en la que se formaron el gobernador, Javier Duarte y Karime Mací­as.
Ministerios de Jehová, Casa de Oración a Cristo Rey, Iglesia Evangélica, Casa Adventista, son los cultos de religión que se observan en esta región volcánica.
“¿Por qué se esconderí­a aquí­ tu paisano?, muy fácil, en esta ruta hay varios puntos ciegos, y rutas de escape, en Los Encuentros, está una ruta a La Mesí­a, de ahí­ sales a Huehuetenango y en dos horas estás en la frontera con México, ellos pudieron haber agarrado la ruta al revés, o si entraron por Guatemala capital, por esa ruta planearon huir”, reflexiona Jarol Márquez, taxista guatemalteco, quien nos presume que su papá tiene descendencia mexicana.
En el trayecto de Guatemala capital a Panajachel aunque el kilometraje únicamente nos marcó 140 kilómetros recorridos, en realidad el trayecto se hizo en 150 minutos por la gran cantidad de curvas y pendientes.
Además, otro retraso significativo lo imponen los Tuc-Tuc, motocicletas con una cabina a la espalda con espacio para dos pasajeros, los cuales la población ocupa como taxis rurales y pululan en toda esta región.
En zona carretera de Guatemala, aunque hay escasos destacamento de la policí­a local, no hay en si retenes de vigilancia militar o gendarmerí­a del estado, incluso de la capital a Panajachel, ni siquiera hay una caseta de peaje o algún punto de revisión, ya sea de vigilancia policí­aca o migratoria.
El lujo aquí­ en Panajachel se concentra solo en cuatro resorts turí­sticos, la familia Duarte-Mací­as se hospedó en el más económico, pues la población presume que el más suntuoso de sus resorts es el Hotel Atitlán, el cual cuesta 200 dólares la noche (mil 500 Quetzales, o lo que es lo mismo, 4 mil pesos la noche), en dicho resort, al cual se llega solo con reservación previa, goza de un helipuerto, en donde pobladores de Panajachel, presume que el exmandatario priista de Veracruz pudo haber huido, sí­ alguna autoridad guatemalteca le hubiera dado el pitazo de que ya vení­an por él, en un sábado de gloria.
¿Por qué escogió Guatemala, Javier Duarte para esconderse?, se le suele preguntar a meseros, taxistas, al de la tienda, a quien se deje y con quien conviva uno por el paí­s vecino y todos casi tienen teorí­as similares: Guatemala, al igual que México es un paí­s muy corrupto, pulula el lavado de dinero de capos del narcotráfico, pero también de la clase polí­tica, es fácil cometer defraudación fiscal y que el ministerio de gobierno se dé cuenta, el Ejército de Guatemala no está en las calles y la Policí­a de Guatemala solo hace labores de prevención del delito del fuero común, no se fija en otro tipo de ilí­citos, los retenes carreteros de vigilancia policiaca son casi nulos.
“Dime cuánta plata tienes, y eso vales. No tienes plata, no vales nada”, resume Guadalupe, una señora que asa piezas de pollo, afuera de la prisión de El Pavón en el sector 17, la zona marginal guatemalteca, con el dinero que junte, podrá dejarle algunos Quetzales a su familiar.
Y agrega: “por lo que vimos en la noticias, su gobernador tiene plata, dólares, quetzales en montón, para comprar lo que quiera, incluso, su comodidad en la prisión”.


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