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Malecón del paseo
Viernes 21 abril, 2017

Las cosas del amor

•Historias alucinantes
•Cuando la razón se pierde

En sencillo homenaje al profe Ricardo Rubí­n

EMBARCADERO: En cosas del amor, la vida es mágica, alucinante y fantástica... Por ejemplo, Gabriel Garcí­a Márquez, Premio Nobel de Literatura, decí­a que a diferencia de los gatos que tienen siete vidas, los seres humanos tenemos tres vidas... Una vida pública, que todos los familiares y amigos y vecinos conocen... Una vida privada, que pocos conocen... Y una vida clandestina, que nadie conoce,

Luis Velázquez

y en todo caso, sólo conoce la otra pareja…Cada una de las tres vidas tiene su espacio, su tiempo, su momento, su libertad, su nicho… Y ninguna se interfiere… Por el contrario, hasta se complementan… Por ejemplo, José Vasconcelos, filósofo, polí­tico, escritor, maestro, el primer candidato independiente a la presidencia de la república que existió en el paí­s, secretario de Educación con ílvaro Obregón, tení­a una novia, que dejó a su esposo y a sus hijos por seguir a aquel hombre que viví­a de manera intensa y frenética, pero además era incendiario y colérico… Un dí­a, se fueron de viaje a Europa… Y en alguna parte del camino ella estalló, mejor dicho, él la sacó de sus casillas… Estaban en Parí­s y entonces, ella se fue a la iglesia de Notre Dame a rezar para apaciguarse… Pero…pero a la mitad del padrenuestro, sacó de su bolsa de mano una pistola que guardaba y se pegó un tiro… Vasconcelos tuvo otra novia… Un dí­a aquella relación impetuosa terminó… Y cada quien tomó camino… Meses después, ella apareció como novia del escritor Martí­n Luis Guzmán, aquel que fue secretario particular de Pancho Villa y quien le llamaba “Luisito”… Entonces, furioso, irritado, Vasconcelos enviaba cartitas a Martí­n Luis Guzmán donde le describí­a las posiciones sexuales que solí­an hacer con aquella noviecita…

ROMPEOLAS: Idi Amí­n fue dictador de Uganda… Dueño del imperio y del emporio, solí­a decir a las mujeres, incluidas las esposas y las hijas de su gabinete legal y ampliado: “Me amas o te mato”… Y ellas, temerosas, lo amaban… Hacia el final de su vida, entre los 55 y los 60 años, Ernest Hemingway está en Italia… Una tarde, tomando café en un restaurante, una chica de unos 24, 25 años se acerca y presenta… Le dice que estudia Literatura y es su fans… Y le habla de sus novelas y cuentos… Cada tarde solí­an tomar café… Una tarde pasean en un viejo castillo y Hemingway se le declara y le dice que la ama… Ella queda sorprendida, estupefacta… Hemingway insiste, ella se angustia más… Le dice: “Señor Hemingway, yo le admiro… Me encantan sus novelas y sus cuentos… Pero no le amo”… Y Hemingway, el boxeador que se trepaba al ring sólo para medir sus fuerzas, el cazador de tigres, leones y elefantes en ífrica, el gran reportero que cubrió la Primera y la Segunda Guerra Mundial y también la guerra española, se pone a llorar… Y llora… Y sigue llorando… Minutos después, reposado y sereno, le dice a ella: “Te pido un favor: nunca digas que viste llorar a Hemingway”… Amado Nervo, el poeta de “La amada inmóvil”, aquel de que a la mujer “no se toca ni con el pétalo de una rosa”, se enamora de su hijastra… Años después, la madre de la chica muere y Nervo se le declara… Ella le dice: “Usted es mi papá. Y será muy difí­cil que yo le diga: ”˜Papá, lo amo y lo amo como una mujer”™… Y Amado Nervo, a quien las mujeres adoraban, se vuelve el poeta más triste del mundo… Tanto que de plano, deja a su hijastra asignada con su hermana y se va a Europa para olvidar la derrota de su pobre corazón…

ASTILLEROS: Un lord, joven, se ha enamorado de Oscar Wilde… Ellos son amantes… Y aun cuando el padre del lord se opone furioso a la relación, su hijo, el lord, se mantiene firma en su amor desaforado, loco, vibrante… Un dí­a escribe una carta a Oscar Wilde donde le dice: “Tú y yo vivimos el amor que no se atreve a pronunciar su nombre”… Francisco Villa era abstemio, no tomaba una sola copa, ni siquiera, vaya de vino… Le gustaba tanto bailar que amanecí­a bailando… El dí­a en que asesinaron a Francisco I. Madero y a José Marí­a Pino Suárez, aquel hombre bragado lloró… Incluso, siguió llorando en el sepelio, delante de todos… Pancho Villa se casó 29 veces, incluso solí­a casarse en la madrugada, luego de un combate militar… Y tuvo 28 hijos, uno por cada mujer, menos de una… Hacia el final de la vida, en su hacienda, deseaba juntar a los hijos… Y la esposa lo aceptó… Pero un dí­a llegó a casa con otra ex mujer, pues le entró la comezón para juntar a las mujeres que habí­a tenido… Y Luz Corral (que habí­a sido su catedral) se indignó (y con justa razón) y lo dejó… Y Pancho Villa solo sonreí­a, acariciándose el bigote… En el paraí­so, Eva le dice a Adán: “Si comes la manzana serás como Dios”… Y se la comió, pero nunca fue como Dios… Dios, incluso, los castigó y de pronto, zas, ellos descubrieron que estaban desnudos y se quedaron sorprendidos, atónitos, mirando su cuerpo desnudo… En cosas del amor, ni hablar, la vida es así­, mágica, alucinante y fantástica…


2 comentario(s)

Lolis Jacome 22 Abr, 2017 - 18:02
Maestro Luis : Me es maravilloso leer sus artículos , se nota su bagaje cultural !

Mar¿iaElena Valero 21 Abr, 2017 - 10:31
Es increible y fascinante descubrir ciertos pasajes de la vida de algunos personajes que formaron parte de la historia mexicana e internacional.

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