La pista final
Una bufonada descarriló a Javier Duarte. Cierto, claro, el amor a los hijos, lo que está fuera de duda. Pero con todo y que Duarte era buscado por la Policía Nacional Civil de Guatemala, el CISEN de México (Centro de Investigación y Seguridad Nacional) y la INTERPOL, siempre era un riesgo que un familiar le llevara a sus tres hijos en un vuelo privado partiendo de Toluca a Guatemala. Y ahí la caída. Y ni modo que Duarte ignorara que todas las policías del mundo andaban tras su pista. Dice Reforma que cuando lo detuvieron se mostró soberbio. La soberbia, ha de recordarse, era su estado natural. Y si no... que lo digan los Solecitos.