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Historias de desaparecidos
09 abril, 2017

Un año de injusticias con el asesinato de un niño

•Doce meses han pasado sin que la Fiscalí­a General logre la captura de Fallo Carmona, el mataniños, que asesinó al menor de Chinameca de apenas siete años de edad
•Por el pleito en una cantina, Fallo Carmona corrió a desquitarse su orgullo manchado y lanzó disparos contra la casa de su rival, pero mató a un inocente
•El pueblo quemó la comandancia, patrullas y reclamó al alcalde de ChInameca, Ví­ctor Salomón, el haber prestado ayuda a su primo el asesino
•Una madre reclama justicia para su hijo, una ví­ctima más de la violencia que cabalga de sur a norte

Ignacio Carvajal

“La Granjita” era un pequeño corral que hasta hace un año estaba lleno de aves domésticas, entre ellas un magnifico gallo colorado de patas pelonas y espolones filosos que canturreaba cuando daban las cinco de la mañana. En la granja también habí­a un potrillo, “Valentino”.
Los animales de la pequeña granja se fueron poniendo tristes. Algunos murieron y otros más, la mayorí­a, los regalaron porque no habí­a quien les cuidara. Ya no se oye el ruido de las gallinas, los patos y el loro.
Valentino es un potro de más de un año de edad, está casi listo para la doma y la silla; sin embargo, en Chinameca los campesinos se lamentan de que no tenga jinete, y es que al dueño de ese animal de fina estampa, lo mataron. Se llamaba Ricardo Mayo Coronado y tení­a siete años de edad.
El dí­a que lo mataron, Rafael Carmona Jara, comerciante de maí­z, habí­a estado tomando en la cantina Los Dos Amigos, de Chinameca. Fiel a su costumbre, Fallo Carmona alardeaba desde su mesa. Manoteaba al calor de las copas y lanzaba maldiciones mientras amenazaba con lanzar disparos. Andaba de malas porque los negocios iban mal. Buscaba desquite.
En eso llegó el papá de Ricardito, Carlos Mayo Torres, un panadero muy conocido de Chinameca, saludó a todos y también al Fallo Carmona, se conocí­an. “Yo le extendí­ el saludo y me despreció, comenzó a reñirme, y otra persona me dijo que me fuera a mi casa y así­ lo hice antes de que nos peleáremos”.
Ya de noche, se escuchó el motor de una potente camioneta estacionarse afuera de la casa de Carlos Mayo y de Ilsa Coronado, mamá de Ricardito. El niño escuchó el ruido y salió corriendo a ver quién llegaba y con esa inercia recibió los balazos de la pistola de Fallo Carmona.
En la oscuridad el tiempo se detiene. Ricardito daba sus últimos estertores y Fallo Carmona huyó cobardemente al darse cuenta de su error. Las versiones dicen que sólo buscaba espantar al panadero, la familia de la ví­ctima acusa que fallo iba con claras intenciones de matar a alguien.
Enterados de la noticia, el pueblo se levantó en turba y marcharon al palacio municipal, donde prendieron fuego a una patrulla y a la comandancia. Los pobladores estaban enojados porque corrió la versión de que policí­as municipales dieron facilidades al asesino para “pelarse”, no era para menos, pues Fallo Carmona era primo del actual alcalde, Ví­ctor Salomón Carmona, y muy cercanos.
Casi una semana tardaron las protestas en Chinameca por el homicidio de Ricardito, las carreteras fueron bloqueadas, brechas y caminos vecinales. Cientos de personas no llegaron a sus destinos, la terminal camionera canceló corridas al sur de Veracruz y cientos de empresarios perdieron millones de pesos por las demoras y la pérdida de carga perecedera. El pueblo exigí­a justicia y la detención del verdugo conocido como “el mataniños”.
Un año ha pasado, Ricardito ya no es El Granjero más pequeño de Chinameca.
Las gallinas no se las quisieron comer, Ricardito no querí­a eso, “yo y mis pollos nos vamos a morir de viejos, mamᔝ, recuerda Ilsa Coronado, madre de Ricardito a doce meses de la desgracia.
En este tiempo las autoridades no han sido capaces de detener al mataniños. Ha habido cambio de tres encargados de la investigación, y no hay pistas del paradero del hombre por quien hay orden de aprehensión y una recompensa de 250 mil pesos por información para capturarlo.
Del mataniños se cuentan muchas cosas, en Soteapan lo han visto montado burro recorriendo las calles del pueblo comprando semillas; en Tatahuicapan que se pasea tranquilamente; que en Pajapan lo han encontrado comiendo mariscos y disfrutando del buen trago sin mostrar remordimiento, y que en Chinameca, de vez en cuando, baja y anda quitado de la pena pues se sabe protegido por su primo.
“Dicen que lo ven por todos lados, que viene a Chinameca y anda por acá paseándose como si nada, yo en lo personal, no lo he visto. Le he dicho a la gente que cuando sea así­, nos llamen al momento, que hay dinero para la recompensa, pero no se ha tenido resultado”, cuenta Ilsa Coronado.
Como un fantasma, el nombre de Fallo Carmona se escurre por los cerros de la zona serrana que comienza en Chinameca y llega hasta Santa Martha, como una leyenda maligna, los papás en esos pueblos recónditos lo usan para reprender a los infantes, “sino te portas bien, va venir el mataniños y te va llevar”, suelen decir.
Al menos en tres ocasiones, los padres de Ricardito acudieron a puntos en donde les informaban que estaba Fallo Carmona, pero era información falsa. No lo han podido agarrar. Ilsa Coronado cuenta que al paso del tiempo, no se han conseguido pistas importantes para encontrarle, y lamentablemente, los cambios a los delegados de la Policí­a Ministerial no han ayudado en nada. Tres en 12 meses, “siempre que llega uno nuevo, viene, se presenta, y nos promete trabajar, pero deben comenzar con todo desde cero”.
En ese sentido, la familia de Ricardito nota los contrastes, pues mientras ellos cargan con la pena y la falta de justicia, las autoridades ya devolvieron, diligentes, la camioneta Ford Lobo que le fue asegurada al agresor el dí­a de los hechos. “La camioneta ya anda ahí­, ya se las regresaron, y nosotros, esperando justicia”, se duele Ilsa Coronado Vargas, quien asegura que tampoco ha recibido algún tipo de apoyo económico por parte del gobierno, como se le acusó en el pueblo cuando ella se opuso a la continuidad de los bloqueos, pues en algunos los participantes solicitaban dinero a cambio del paso. “A nosotros no nos dieron nada, es mentira, ningún dinero me va regresar a mi hijo, si eso fuera…”. El único respaldo ha sido por parte de la Fundación Karime, patrocinada por la señora Nora Reyes Baruch, madre de Karime Cruz Reyes, una menor que murió ví­ctima de un secuestro y cuyos presuntos responsables no han sido sentenciados.
“A mí­ hija y a mí­ nos dieron terapia con tanatólogos, no ayudaron un poco a sanar todo esto y a comprender para seguir adelante. Del gobierno no hemos tenido nada, como decí­an”.
Ilsa Coronado recuerda los dí­as con Ricardito, comenzaban a las seis de la mañana, cuando él se levantaba a darle de comer a sus pollos y a un loro. Les limpiaba, les echaba maí­z y recogí­a los huevos que iban a la cocina o a veces la familia los regalaba a personas con carencias económicas. Si habí­a clases, el nene se alistaba, desayunaba y se marchaba a la escuela. Para la tarde, llegaba a comer y a ayudar en las tareas de la panaderí­a de su abuelo, una de las más antiguas de esa región, con más de 50 años de historia. Si habí­a vacaciones, Ricardito se repartí­a entre el campo y los trabajos en el expendio de pan. Le gustaba ir a ver el ganado con su abuelo materno, quien le regaló, recién nacido, el potro el cual bautizó como “Valentino”. Ricardito soñaba con recorrer el ejido de Chinameca montado en Valentino.
“Yo no me voy a cansar de buscarlo, haré hasta donde sea posible para encontrar la manera de que se le haga justicia a mi hijo, porque esa persona, en su borrachera, le cortó las alas a una pequeña criatura que a su corta edad tení­a tantos sueños. Soñaba con ser granjero o con ser Policí­a Federal y atrapar a los malos, y ve lo que pasó. No hay justicia”, finalizó la madre.


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