Aquel hombre yací­a en el suelo, casi inmóvil. La sangre se extendí­a cada vez más sobre su espalda. Estaba herido de bala, como otras decenas de trabajadores y disidentes del sindicato de Tenaris TAMSA que esa madrugada se enfrentaron.
Pero él fue dejado atrás.
Como en una guerra, cada bando habí­a recogido solo a los suyos y él habí­a tenido la desventura mayor de caer en un sitio poco visible para las ambulancias, lejos de quienes lo acompañaron en la batalla campal.
De repente, un par de periodistas aturdidos por el sonido de las balas lo nota junto al camino. Uno de ellos, Israel Hernández, herido cerca de la cadera, camina con dificultad; el otro, Sergio Aldazaba, quien pese a cuidar de su compañero no duda un momento en acercarse al sujeto que está perdiendo la conciencia.
“Me doy cuenta que el señor que traí­a la herida de bala ya se estaba desvaneciendo, de toda la sangre que perdió. Fue que me acerqué y le empecé a hacer plática de “No te duermas, no te duermas, ahí­ viene la ambulancia””, recuerda Sergio.
Su intervención mantuvo despierto al herido, que minutos después fue atendido por una ambulancia de Bomberos Conurbados. El par de reporteros continuó su ruta, a la casa de un colega que viví­a cerca y en donde la lesión de Israel comenzó a sangrar.
Horas después los dos sabrí­an que una bala lo habí­a impactado. De milagro, ningún órgano vital fue lastimado por el proyectil.
Sergio recuerda el episodio un dí­a después, mientras realiza su guardia de sábado en la entrada a Urgencias de la Cruz Roja de Veracruz. Su motocicleta, espera a pocos metros lanzarse a la cobertura de cualquier hecho de la fuente policí­aca.
Del enfrentamiento en Tenaris Tamsa, reflexiona que no pensaron terminar en la lí­nea del fuego. “Nunca nos imaginamos que en ese momento fueran a llegar los del grupo contrario y se iban a agarrar así­. De haber sabido yo lo pensarí­a dos veces, sobre todo por lo que pasó con Israel”.

LAS BOMBAS MOLOTOV ILUMINARON LA NOCHE

Poco después de la medianoche del viernes 24 de marzo, en la colonia Casas TAMSA en Boca del Rí­o, bloquearon las calles casi 100 opositores de Pascual Lagunes Ochoa, reconocido por la empresa de tubos de acero como el dirigente del Sindicato “Unidad y Progreso”.
Alrededor del edificio sede de la agrupación sindical, los seguidores del lí­der disidente José Carlos Guevara Moreno “El Profe”, colocaron escombros, piedras y bolsas de basura de gran tamaño.
A una de estas trincheras, por la calle Sur 9, llegaron Israel Hernández, periodista de Imagen de Veracruz y corresponsal de Aristegui Noticias; y Sergio Aldazaba, reportero del Órale Jarocho.
Eran la tres de la mañana y la pasión por seguir la noticia, sin importar hora, lugar o cansancio, los llevó hasta allí­.
Entre los gritos y las porras a favor de “El Profe”, Sergio recuerda haber observado los palos y los machetes, montones de piedras preparadas para el enfrentamiento que se aguardaba.
El grupo de Guevara Moreno sabí­a que en esos momentos, la planta de tubos habí­a detenido su producción pues varios de sus trabajadores se dirigí­an contra ellos para recuperar el edificio que ellos habí­an tomado.
Desde la calle Norte 9 cerca de 100 personas, enviados por Pascual Lagunes, con overol industrial, lentes y cascos, empuñando palos y machetes. En el lado opuesto, a menos de una cuadra de distancia, los seguidores de “El Profe”, creando bulla para intimidar.
“La primera piedra no sé quién la habrá soltado, pero se soltó todo el relajo. Empezaron primero con lluvia de piedras. Nosotros quedamos casi en la zona donde se estaban lanzando. Hay ahí­ una pequeña caseta metálica, luego luego la vi y le dije aquí­ nos quedamos” menciona Sergio.
Cinco minutos después de las piedras, comenzaron a surcar el aire los petardos seguidos de las bombas molotov. Sergio, con su tableta, registró los ataques a pocos metros de distancia y observó como una camioneta casi se incendia, tras ser impactada por un cóctel explosivo.
Entre la confusión, el humo y las llamaradas de los cohetones, de repente, sonaron las balas.
“Dispararon al aire primero, como para ahuyentarse y a ver si ellos retrocedí­an o aquellos retrocedí­an. Fue de ambas partes”, dice Sergio y señala que varios de los obreros y disidentes portaban escuadras y pistolas tipo revólver. Ninguno llevaba armas largas.
Habí­an pasado casi 15 minutos de iniciado el enfrentamiento y a menos de dos metros, Sergio observó a un hombre gritar y caer. Habí­a sido herido por un disparo. Diez minutos después, casi a las cuatro de la mañana, Sergio escucharí­a ese mismo grito de dolor en la voz de Israel.

EN MEDIO DE LA LíNEA DEL FUEGO

Con “el bajón de adrenalina”, describe Sergio, su amigo Israel resintió el dolor.
De igual forma, con las primeras luces de la mañana, llegó la confirmación de los estragos de la violencia: dos personas muertas y 22 heridas, entre ellas el periodista. Por los hechos ni “El Profe”, ni Pascual Lagunes, ni los directivos de TAMSA se han presentado a declarar ante las autoridades.
Periodista de la nota roja en Veracruz, no es la primera vez que Sergio Aldazaba vive de cerca las agresiones de los hechos que reporta.
“Lo más cercano a esto fueron los saqueos, cuando policí­as dispararon al aire para dispersar a la multitud que cometí­a rapiña en Chedraui Coyol”, dice y rememora la rapiña en diversos supermercados, tiendas de conveniencia y plazas comerciales en Veracruz y Boca del Rí­o los primeros dí­as de enero de este año.
También, comparte el trago amargo que vivió cuando sujetos armados llegaron a toda velocidad e irrumpieron en el estacionamiento de la Cruz Roja. Paramédicos, y un par de periodistas, entre ellos Sergio, fueron encañonados con un arma de grueso calibre.
“No nos dispararon”, recuerda. No obstante, segundos después de ser apuntados, escuchó las descargas de la pistola al interior de Urgencias. Con la misma violencia con la que habí­an ingresado, los delincuentes se marcharon, dejando a Sergio petrificado de la impresión.
Sin embargo, en sus cuatro años de labor recuerda que nunca habí­an herido a un compañero suyo de bala. Estábamos en la mera lí­nea del fuego y desafortunadamente le tocó a él”.
Sergio Aldazaba es originario de Xalapa, donde estudió hasta la preparatoria, compartiendo en sus ratos libres el diario “Alarma!” con sus compañeros.
Estudiaban la carrera técnica de Mecánica, ninguno pensaba en dedicarse al periodismo. Excepto él, quien en 2007 llegó a Boca del Rí­o para estudiar Ciencias de la Comunicación en la Universidad Veracruzana (UV).
“Hice la carrera con la intención de hacer periodismo. A mí­ siempre me llamó la atención el hecho social sobre todo, la denuncia social, siempre me llamó la atención la nota roja”.
Los primeros años después de egresar de la universidad vendí­a textos y fotografí­as a la Revista Llave e incluso se ocupó como barman y mesero durante ocho meses.
“Nunca me imaginé terminar en la nota roja, la verdad (…) Le entré con mucho miedo, yo era un pinche chamaco”, menciona, recordando que cuando comenzó en la fuente, los primeros asesinatos de periodistas en la ciudad de Veracruz habí­an sido cometidos.
A la fecha, 20 comunicadores de la entidad veracruzana han sido asesinados. La mayorí­a de los casos permanecen sin esclarecer. Acabar con la impunidad, es un reclamo que Sergio junto con varios de sus compañeros han lanzado a las autoridades en las diversas manifestaciones que periodistas han llevado a cabo en la región.
Sergio también ha denunciado la escalada de violencia en el estado, realizando recuentos puntuales sobre los homicidios que el crimen organizado ha desatado en la entidad.