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Malecón del paseo
Sábado 25 marzo, 2017

Cien años de Juan Rulfo

•El escritor más implacable
•Su gran rigurosidad literaria

EMBARCADERO: Se cumplirán cien años del natalicio del escritor Juan Rulfo... Los únicos dos libros que publicara, “El llano en llamas” y “Pedro Páramo”, fueron suficientes para ganar la gloria y la inmortalidad... Y es que Rulfo, igual que Penélope que de dí­a tejí­a y de noche destejí­a esperando a Ulises, el escritor jalisciense era terrible y ferozmente exigente, de tal forma que de dí­a escribí­a sus novelas y cuentos y de noche, como el artista inconforme, los rompí­a y tiraba al fuego para que ningún rastro quedara, buscando siempre la perfección

Luis Velázquez

Unos dí­as después de que Gabriel Garcí­a Márquez llegara a la Ciudad de México procedente de Parí­s, casado con Mercedes y con su hijo mayor de brazos y sólo con veinte dólares en la bolsa, su paisano Alvarado Mutis le llevó la novela “Pedro Páramo” con una frase célebre, la siguiente. “Para que aprendas a escribir”… Esa noche, el Gabito se la pasó en vela leyendo y releyendo a “Pedro Páramo” y hacia el amanecer ya estaba recreando “Cien años de soledad”, porque descubrió que en realidad eran los mismos temas, la misma identidad, la misma forma de ser que en Colombia… “El gallito de oro”, el cuento escrito por Rulfo llevado a la pantalla con Ignacio López Tarso, Narciso Busquet y “La caponera”, fue escrito como guión cinematográfico por Garcí­a Márquez y Carlos Fuentes… Por eso ahora cuando se celebrarán los cien años del nacimiento de Rulfo, quizá una, entre tantas otras, de su enseñanza literaria (que nunca fue el propósito) es la exigencia que cada escritor, cada reportero, cada artista, ha de tener consigo mismo para crear y recrear, pues sus biógrafos están seguros de que Rulfo destrozó y quemó más, mucho más cuentos y novelas del par publicado…

ROMPEOLAS: Juan Rulfo trabajó en la Comisión del Papaloapan en Ciudad Alemán, Veracruz, ya desaparecida, y que operaba con programas sociales de la entonces secretarí­a de Recursos Hidráulicos en los estados de Veracruz, Oaxaca y Puebla, colindantes entre sí­… Laboró en la oficina de prensa y en donde, además, era fotógrafo… Por eso, cientos de fotografí­as también integran su herencia cultural… Una disciplina (“Disciplina es el nombre de la creación” decí­a Alfonso Reyes, “sin disciplina un reportero está perdido” decí­a don Julio Scherer Garcí­a, “el talento literario es 90 por ciento disciplina y diez por inspiración” decí­a Ernest Hemingway), una disciplina, pues, de Rulfo como fotógrafo que lo llevara a retratar el paí­s de norte a sur y de este a oeste cuando lo anduvo caminando como vendedor de llantas, y lo insólito, y como siempre, a comisión…Si vendí­a ganaba… Una noche en la Ciudad de México, Garcí­a Márquez y Rulfo coincidieron… En un rincón de aquel departamento donde era la fiesta de escritores, artistas e intelectuales, Rulfo estaba escondido, lejos del mundanal ruido… Entonces, el Gabo, nacido bajo el signo zodiacal de Piscis, lo miró y se le acercó… Y se presentó… Al ratito, los dos se salieron de la fiesta y se fueron a un café a platicar… Los dos, entonces, eran unos desconocidos en su talento literario, “almas gemelas”, como dice el de junto, que se hallan… Y/o como decí­a Julio Scherer que “los amigos son piedras rodando en la ladera y que se encuentran y desencuentran”… Y es que Rulfo era un hombre solitario, que viví­a para adentro de sí­ mismo, lejano, aislado, casi casi rayando en la timidez… Y por eso mismo, con una grandeza espiritual fuera de serie…

ASTILLEROS: Alguien por ahí­ dice que en la vida “no hay hombre sin hombre” describiendo así­ que todos tenemos un padrino, un gurú, un profesor que nos guí­a y lleva, si es que, claro, cada uno lo permite… En una novela, por ejemplo, Carlos Fuentes metió a un general en una página y en el resto de las páginas lo olvidé y dejó al garete… Garcí­a Márquez lo detectó y de pronto aquel general resucitó en una de sus novelas… En “Pedro Páramo”, Juan Rulfo habla de un personaje a quien apodaban “El provocador”, porque siempre llenaba de sueños a las mujeres a quienes seducí­a y encantaba, a tal grado que “les sorbí­a los sesos” y las dejaba turolatas de tanta pasión revolcada y que más bien merecí­a otro apodo, digamos, “El enredador”, o como le llaman en Cantarranas, “El labioso”… En contraste, Garcí­a Márquez tiene en sus novelas a una mujer que “se alquilaba para soñar”, de tal manera que era su forma de vivir y trabajar, pues llegó un momento en que empezó a cobrar… El Gabo cuenta que en Praga conoció a una mujer así­ y que por cierto era colombiana… Pero al mismo tiempo, nadie dudarí­a de que la imagen de “El provocador” de Rulfo se le quedó tan grabado que bien pudo resucitar en una mujer en un cuento del Gabo, y más luego de que Kafka convirtiera a Gregorio Samsa en un insecto “una mañana al despertar”… Ojalá y el lector pudiera leer y releer a Juan Rulfo, entre otras cositas, por la sabrosa, sabrosí­sima y cachonda prosa alucinante y que sólo reproduce el lenguaje popular hablado entre los indí­genas y campesinos…


2 comentario(s)

Tomás Carrión Murillo 25 Mar, 2017 - 11:22
Luis, solo he leido Llano en llamas, me falta su obra cumbre Pedro Paramo,

Gelasio Luna Serna 25 Mar, 2017 - 09:53
Excelente,casi sabroso.-Gracias

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