Priistas a la greña por alcaldías
•La delegada contra el presidente
•Fidelistas están palomeando...
Uno
Las elites priistas andan a la greña. Cada parte midiendo fuerzas para quedarse con la mayor tajada del pastel.
En un lado del ring, Renato Alarcón, el presidente, y en el otro, Lorena Martínez, la delegada que así, acaso, pretende olvidar
Luis Velázquez
su derrota como candidata a la gubernatura, consolándose, de paso, con Elizabeth Morales, y quienes se conocieran cuando ambas fueran diputadas federales.
Y como cada parte intenta gobernar sobre la otra, entonces, igual que Penélope, de día construye acuerdos y en la noche, o al día siguiente, la delegada los desconoce.
La orden del CEN fue, por ejemplo, que ningún político ligado a Javier Duarte y Fidel Herrera fuera palomeado.
Y la delegada trae como asesores a un par de fidelistas. Ranulfo Márquez Hernández, ex de todo, menos de gobernador, y Ricardo Landa, “El gato modorro” que trepado en un caballo para lucirse en un rancho de Acayucan terminó en el hospital, inhabilitado durante varios meses.
Así, ahora resulta que Ranulfo y Landa están palomeando a sus candidatos.
En el otro lado de la cancha, los líderes del trío de sectores del PRI (Érika Ayala, CNOP; Víctor Trujeque, CTM, y Juan Carlos Molina Palacios, CNC) en una alianza tipo PAN y PRD, que con todo el partido amarillo descascarado, derrotaran al tricolor el año anterior con la silla embrujada de los palacios Ejecutivo y Legislativo.
Y el trío de dirigentes peleando las candidaturas a las presidencias municipales, listos para iniciar en los días próximos la rebatinga por las sindicaturas y regidurías.
Ayer mismo, en Xalapa, la Liga de Comunidades Agrarias celebró 94 años de vida. Y los tres juntos en la partidita del pastel, nomás para mostrar el puño y la fuerza tanto a Renato Alarcón como a Lorena Martínez.
En medio de todos, igual que el resto de los partidos políticos, el tricolor y sus hordas quedándose sin sesos con el llamado “bloque de competitividad” que consiste en nombrar a mujeres en la mitad de las candidaturas a los puestos edilicios y la otra mitad a hombres, pues de lo contrario, el OPLE les rebotará las planillas.
Dos
Todavía peor:
Será por el llamado Sistema Nacional Anticorrupción o porque en el Senado cabildean con cesárea al primer cuerpo directivo de la obra ¿ética, moral? de Enrique Peña Nieto para combatir la deshonestidad de los políticos, el caso es que el OPLE, a tono con el Instituto Nacional Electoral, INE, aprieta tuercas.
Por ejemplo, reglamentó y vigila con lupa el gasto preelectoral.
Y los priistas, igual que los otros partidos, “pariendo cuates” con los topes.
Un caso:
En Carlos A. Carrillo, un pueblito en la Cuenca del Papaloapan, que tanto lustre tuvo en los años de esplendor del ingenio San Cristóbal, el más grande del mundo, tres toneladas de caña molidas en una zafra, el OPLE autorizó 47 mil pesos de gastos para la precampaña de cada aspirante a la alcaldía en el transcurso de un mes completito y todos en la locura.
Que si pones una lona para un evento bajo el sol canicular… a comprobar el gasto.
Que si ofreces una tamaliza luego de un evento… a comprobar el gasto.
Que si matas una, dos, tres vacas para la tamaliza…. a comprobar.
Que si regalas botellas con agua en una ceremonia… a comprobar.
Además, apegados todos al catálogo de precios aprobado por el OPLE y el INE para cada región del país.
Así, diríamos que la fiscalización anterior descarrila por completo la vieja máxima de Giovanni Sartori de que las elecciones las ganan quienes tengan el billete.
Y es que luego de “ahogado el niño”, la corrupción anda como un fantasma, como en el caso de la secretaría de Agricultura, SAGARPA, en que ahora para autorizar un billetito a los campesinos y sus líderes (con tanta fama de atracadores) cada solicitante ha de comparecer en vivo y en directo en la oficina, más que con la credencial de elector, con sus huellas dactilares, con la grabación de su voz y con la huella de su pupila, para evitar que el dinerito oficial agarre otro camino, el camino de la sospecha y la trácala.
Tres
Los días caminan y el PRI está “haciendo agua”.
Un ejemplo:
En el optimismo más racional se han resignado a ganar, cuando menos, unas cuarenta presidencias municipales.
Y si Dios amanece del lado de ellos el 4 de junio, fecha de la elección, entonces, quizá, digamos, pudieran llegar a noventa.
Claro, en 1997, el presidente del CDE del PRI, Miguel íngel Yunes Linares, perdió 107 alcaldías que semanas, días parece, después, lo llevaran a renunciar al liderazgo chirinista y años más tarde al priismo.
Así, el PRI de Renato Alarcón y Lorena Martínez irían de gane.
Pero el terror y el horror les está pudriendo el alma, y más que por la alianza PAN y PRD, por MORENA, que anda por ahí con su fundador, Andrés Manuel López Obrador, empujando la carreta en Veracruz.
Más aún: el pánico llega a tanto que luego de que su favorito para la candidatura externa a la alcaldía jarocha, Francisco ívila Camberos, renunciara a la posibilidad, ahora perdieron la brújula y ni siquiera, vaya, recordando a Diógenes que buscaba a un hombre con su lámpara…han podido.
Incluso, el pánico se ha convertido en pitorreo (las caritas sonrientes de la cultura azteca que de todo se ríen) y ha llevado al priismo a la siguiente charada:
Varios alcaldes de Veracruz lo fueron…, con todo y que eran originarios de otros municipios.
Mario Vargas Saldaña, de Mata Tambor, Cotaxtla.
Virgilio Cruz Parra, de La Tuna, Tlalixcoyan.
Adalberto Tejeda Patraca, de La Mixtequilla.
Manlio Fabio Tapia Camacho, de Oaxaca.
Efrén López Meza, de Tenenexpan, Manlio Fabio Altamirano.
Roberto ívila González, de Medellín.
Carolina Gudiño Corro, de Tuxtepec.
Francisco ívila Camberos, de Coatepec.
Y en tales circunstancias y para ver si un milagro salva al PRI de lo que parece derrota inminente, y más con los pleitos de Lorena Martínez y Renato Alarcón, la posibilidad estaría abierta para que “El rey de la basura”, el oaxaqueño Nino Baxzi sea ungido.
Pero también, y dado el rencor y el odio entre ambos, nada más simbólico y efectivo que lanzar a Fidel Herrera como candidato a la alcaldía jarocha (él quiso imponer a su hijo Javier), toda vez que desde hace muchos años vive en el bulevar ívila Camacho, de cara al Golfo de México, su búnker de los acuerdos y las pasiones desaforadas.