Su pasión por estos animales es tal que decidió tatuarse la imagen de uno en el brazo y no comprende que no se les permita continuar con esta actividad.

Se llama Flor del Carmen Hernández Hernández quien este miércoles se manifestó frente al Congreso del Estado con otros criadores para pedir a los diputados que contemplen no seguir prohibiendo las peleas de gallos como lo estipula la Ley.

A sus 23 años, se dice orgullosa de ser la única mujer que se dedica a esta actividad en la capital del Estado. Con la experiencia en cuidados de aves desde la infancia, asegura que la prohibición de esta actividad no solo traerí­a pérdidas sino que también afectarí­a a las aves de combate.

"Lo que me preocupa no es que quieran prohibir las peleas de gallos, sino lo que quieren hacer con los animales. Me angustia que quieran sacrificar al ave por la justificación de que es agresiva porque ya lo trae por naturaleza".

Pese a que por el momento pueden continuar realizando esta actividad debido a que está en trámite un amparo contra dicha ley, los galleros no dudaron en acudir a defender las peleas y a exigir que analicen cómo se lleva a cabo la crianza de estos animales.

"Me interesa que conozcan cómo es el ave y cómo vive. No es maltratado como dicen, lleva un buen trato desde que nace, están mal informados quienes se oponen a esta actividad en la que cientos de familias generan un sustento".

A diferencia de sus compañeros que viven de las peleas de gallos, Flor del Carmen asegura que las ganancias le han servido para complementar sus gastos. Ella está a cargo de 100 aves a las que crí­a con esmero todos los dí­as.

"Yo no vivo del gallo, pero es un ingreso que me ha ayudado para construir mi casa, para comprar cosas y me ha apoyado en mi economí­a. Solo tengo 100, no tengo cantidad, pero sí­ calidad en cuanto al cuidado que se les da".

Flor no duda en presumir el tatuaje de un gallo que lleva en el brazo, pues ella cuenta que le apasiona la crianza y ver cómo crece el animal hasta estar listo para pelear.

"Mi familia siempre se ha dedicado a la crí­a de aves y a las peleas de gallo y desde niña me he involucrado en el negocio. Le tengo admiración al animal. Crecí­ con esto y quisiera morir con esto".

Detalla que su abuelo la introdujo a la crianza y tení­a como ritual cortar las patas de sus mejores animales cuando morí­an para usarlas como amuletos. Por eso, además de tatuarse un gallo en uno de sus brazos, también se tatuó la figura de una pata en la misma parte del cuerpo en memoria cuando este falleció.

Por eso aconseja a los diputados adentrarse en lo que se refiere a las peleas de gallos, la crianza y la naturaleza del animal y entonces determinar la suspensión de la actividad mediante la Ley, ya que nunca se contempló a este sector para la prohibición.