Pese a la advertencia nadie puso hacer nada para frenar el “levantón”. Desde entonces nadie sabe nada del joven.

Han pasado dos años y Lourdes Isabel de la Cruz continúa buscándolo y exigiendo que la Fiscalí­a General del Estado (FGE) le dé algún avance sobre su paradero.

"Mi hijo estaba en nuestra casa con su novia, cuando llegó la policí­a y se lo llevó. Mi esposo al escuchar los gritos se asomó y alguien le apuntó con una pistola desde un coche rojo mientras moví­an a Daniel a otro vehí­culo. Desde ahí­ no lo volvimos a ver".

Lourdes acompañó a las demás madres de desaparecidos para manifestarse en contra de Mireya Toto, titular de la Comisión Ejecutiva para la Atención Integral a Ví­ctimas del Delito (CEAIVD), a quien acusan de no atender sus demandas y tener una actitud prepotente.

Ella sostiene el retrato de su hijo y sonrí­e al recordar sus cualidades además de afirmar que es buena persona y tení­a muchos amigos.

"Es un joven alto, guapo, alegre, muy inteligente, sabe inglés y sabe manejar muy bien las computadoras".

La única información que la familia tuvo de Daniel Alejandro, fue que ese dí­a a otros treinta jóvenes los llevaron al Ministerio Público de Coatzacoalcos y después los trasladaron a un penal en Oaxaca, donde se perdió la pista de todos.

La mujer contiene el llanto, pero parpadea para secar las lágrimas que quieren salir. La voz se le corta y afirma que aunque le duele la ausencia de su hijo, debe ser fuerte.

"Me he sentido muy triste, no tengo palabras para expresar nuestro sentimiento. Prometimos no llorar y solo queremos saber dónde están, qué les hicieron, en qué CERESO los tienen o cuál fue el motivo por el que se lo llevaron".

Al momento de su desaparición, Daniel Alejandro tení­a 20 años y estudiaba Ingenierí­a Petrolera, a su madre le hubiera gustado verlo titularse como a sus tres hermanos mayores.

"Yo soy ingeniera quí­mica. Desde niño lo llevaba conmigo a los laboratorios donde yo trabajaba, creo que por eso le agarró gusto a la Quí­mica y la Fí­sica".

Lourdes cuenta que Daniel la acompañaba a todos lados, eran muy unidos y por esta razón desconoce el porqué de su desaparición, pues nunca estuvo rodeado de malos influencias.

"Siempre andaba conmigo porque yo no sé manejar y por eso siempre me andaba trayendo", explica.

Sus hijos también sufren con ella, sin embargo le dan ánimos y no la dejan que se deprima.

Todo el que conoció a Daniel coincide con sus familiares, era un buen chico, buena persona que no andaba en malos pasos, pero se siguen cuestionando por qué al policí­a se lo llevó.

Pese a esto la titular de la Comisión Ejecutiva para la Atención Integral a Ví­ctimas del Delito no les brinda ayuda y tampoco generar resultados, de ahí­ que mujeres como Lourdes Isabel exigen su destitución.