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Miércoles 15 febrero, 2017

PRI, en caí­da libre

•La rifa del tigre
•El Alarcón antiduartista

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El politólogo Renato Alarcón asumió la presidencia del CDE del PRI en el peor de los tiempos.
El tricolor, por ejemplo, y luego de 87 años de dominio polí­tico, perdió la gubernatura.

Luis Velázquez

Además, la mayorí­a en el Congreso local.
Y más peor, con un exgobernador, Javier Duarte, en el descrédito.
Mejor dicho, ascendido a sí­mbolo nacional de la corrupción polí­tica en un paí­s casi campeón de la deshonestidad en el mundo.
Y con un montón de duartistas bajo sospecha de enriquecimiento ilí­cito.
Y con un presidente anterior, Felipe Amadeo Flores Espinoza, lanzado del paraí­so partidista a partir de la intriga palaciega de un par de diputados federales, Érick Lagos y Jorge Carvallo.
Y con un PRI desarticulado.
Y con los caciques municipales y regionales dispuestos a financiar las campañas electorales en puerta, siempre y cuando impongan a los suyos.
Y con un montón de alcaldes obsesionados con imponer a sus espositas de relevas en el cargo para manejar el recurso oficial con sentido patrimonialista.
Etcétera.
Tal cual, sólo un audaz y temerario priista lanzarí­a “su espada en prenda” con tantos vientos huracanados en contra.
Claro, peor le fue a él mismo en la llamada Decena Trágica, los doce años de Fidel Herrera y Javier Duarte.
Y más porque uno y otro ex gobernador siempre lo bloquearon y vetaron, a tal grado que debió exiliarse en la Ciudad de México, en donde otras puertas se le abrieron, entre ellas, las de Sebastián Lerdo de Tejada, QEPD, y Roberto Campa Cifrián, subsecretario de Gobernación.
Incluso, y según las versiones, el hecho de que Fidel y Duarte lo satanizaran le sirvió para quedarse con el liderazgo priista.
Pero con todo, sólo un hombre con alma aventurera se lanza al “mar proceloso de la polí­tica” en tiempos difí­ciles.

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Egresado de la facultad de Ciencias Polí­ticas de la Ibero, vivaracho, extrovertido, con fama de lector, botepronto, fogueado en las grandes ligas como su paso en el PRI de la Ciudad de México, y presidente del comité municipal tricolor en Xalapa, de unos 42 años, Renato Alarcón recibió un PRI en caí­da libre.
Por ejemplo:
La mayorí­a priista sigue sin entender que mudaron en partido de oposición, con llave oficial cerrada para el financiamiento.
Así­, muchos sueñan con desertar en caso de la exclusión en las candidaturas a alcaldes, sí­ndicos y regidores, ya al PAN o a MORENA.
Amigo, entre otros, de Américo Zúñiga, Elizabeth Morales Garcí­a, Pepe Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa; y ex delegado federal del ISSSTE, enfrenta a un partido descabezado y desintegrado en los comités municipales.
Y lo peor, con lí­deres sueltos, dispuestos a negociar, pero con otros partidos.
Somos, dice un priista, un partido zoombie y a la deriva.
Es más, hay militantes de las elites apostando, sin brújula de cristal, que si bien le va al partido en la elección municipal de 4 de junio ganarí­a unas 50 alcaldí­as, aun cuando otros, más optimistas, sienten que llegarí­an a cien.
Otros, sin embargo, apuestan veinte y las malas que perderán la mayorí­a de Ayuntamientos fuertes y sólo triunfarí­an en unas treinta, y de entidades rurales.
El caso es que todo indica que el priismo mira venir una derrota anunciada, quizá, acaso, porque su moral está por los suelos.
Por eso, el comité directivo estatal se enfrenta a los molinos de viento y resultará más difí­cil levantar el ánimo con tanto derrotismo.
Peor tantito si se considera el mesianismo de las tribus, las hordas y los grupos de que cada quien es mejor y tiene un capital polí­tico invariable.

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Varios priistas quedaron en la recta final para la presidencia del CDE.
Entre ellos, Silvio Lagos junior, Jorge Moreno Puga Salinas, Carlos Aceves, Jorge Carvallo Delfí­n, Adolfo Mota Hernández y Marlon Ramí­rez, de la cuadra jarocha.
Motita, por ejemplo, jugaba, además, en otro carril, pues también soñaba con el liderazgo nacional de la CNOP a través de su cabildero, el senador Emilio Gamboa Patrón, y quien cuando lo propuso le dijeron que “lo dejara reposar”.
Carlos Aceves, por ejemplo, también tení­a su derecho de picaporte, porque ex diputado local y ex director del COBAEV, es sobrino de Carlos Aceves, el lí­der nacional de la CTM, y ni así­ llegó.
Por encima de todos ellos pesó más Alarcón, quien desde la toma de posesión, y en rara y extraña actitud, ha operado con un bajo perfil, incluso, el silencio total ante los bandazos del gobierno azul en seguridad, por ejemplo, en que la Yunicidad sigue repitiendo la misma cantaleta de Javier Duarte de que los carteles están en un ajuste de cuentas y por eso tantos secuestrados, desaparecidos y muertos.
Pero además, de que si hay muertos en Veracruz es porque los tiran, ajá, de estados vecinos.
Con un PRI, cierto, ninguna esperanza de remontar de aquí­ a la elección municipal.
Pero, bueno, Alarcón ya podrá colgar en la biblioteca de su casa el nuevo nombramiento y volverse el último ideólogo de la revolución.


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