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Martes 10 enero, 2017

86 dí­as huyendo

•Cárcel para Javier Duarte
•Derrota anunciada del PRI

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86 dí­as después Javier Duarte como prófugo de la justicia, Enrique Peña Nieto sigue decepcionando a la población de Veracruz.
Por todos lados resulta inaceptable, inverosí­mil, increí­ble, que el peñismo sea incapaz de capturar a Duarte, luego de que la PGR expidió la orden

Luis Velázquez

de aprehensión por delincuencia organizada, lavado de dinero, enriquecimiento ilí­cito y peculado.
Y más, después de que el presidente del CEN del PRI y lí­der de los taxistas de la Ciudad de México, Enrique Ochoa Reza, se siga “cortando las venas… a tiro por viaje” en el discurso polí­tico y mediático declarando a Duarte como el sí­mbolo de la corrupción nacional.
Y más, luego de que por culpa de tantos errores duartianos el tricolor perdiera la gubernatura y la mayorí­a en el Congreso local.
Una de dos:
En verdad Duarte se les ha escapado por completo, con todo y que, por ejemplo, el ex gobernador de Quintana Roo, Mario Villanueva, “El chueco”, se mantuvo huyendo durante dos años.
O de plano, desde Los Pinos protegen a Duarte, debido, como se ha afirmado siempre, de que financió, entre otros, la campaña presidencial de Peña Nieto en el año 2012… con recursos oficiales.
Por eso mismo, el desencanto que el presidente ha originado en la población de Veracruz, pues por ningún concepto se vale que Duarte, su familia, aliados, prestanombres y uno que otro funcionario del gabinete (Érick Lagos, Jorge Carvallo, Adolfo Mota, Tarek Abdalá, Édgar Spinoso, Juan Manuel del Castillo, Vicente Bení­tez, Arturo Bermúdez y Gabriel Deantes) arañaran el erario y ahora estén, todos, en la impunidad.
El hartazgo y el duartazgo, la pobreza y la miseria, los excesos y abusos del poder, y la corrupción y la impunidad, todo junto, han sembrado en tierra fértil la indignación crónica, y el gasolinazo sólo fue el aceite que reventó la indignación crónica y el coraje popular.
Todo junto tendrá un solo estrago como es la derrota anunciada para el PRI en los comicios de alcaldes, sí­ndicos y regidores.

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La tarea de encarcelar a Duarte corresponde a la Procuradurí­a General de la República, PGR, a partir de las denuncias de la Auditorí­a Superior de la Federación y del Yunes azul.
Pero la encomienda de encarcelar a los duartistas por la corrupción en los recursos estatales toca al gobierno de Veracruz.
Y al momento, ningún detenido.
Nadie dudarí­a de los tiempos:
El tiempo jurí­dico…que implica un proceso y ha de esperarse, digamos.
El tiempo social…que significa la paciencia y la impaciencia de la población.
Y el tiempo polí­tico…en el que la Yunicidad estarí­a negociando la libertad o la cárcel para ellos.
Por encima de todo está el tiempo que camina, 42 dí­as del nuevo gobierno, y en vez de tener a un solo duartista en la cárcel, todos se pasean con la más terrible y espantosa impunidad.
Adolfo Motita, apareciendo al lado del gobernador en un acto público, quizá debido a la protección del senador Emilio Gamboa Patrón.
Érick Lagos y Jorge Carvallo, caminando en sus distritos tan quitados de la pena.
Marí­a Georgina Domí­nguez Colí­o y Alberto Silva Ramos, pitorreándose, luego de que el góber azul anunciara que irí­a por ellos por desví­o millonario de recursos en la dirección de Comunicación Social.
Édgar Spinoso, tan echado pa”™lante, luego de que en el pasillo polí­tico aseguran que devolvió un helicóptero y un avión a la Yunicidad a cambio de olvidar sus tropelí­as.
Arturo Bermúdez paseando en su moto y aclamado por varias mujeres en el juzgado de Pacho Viejo.
Gabriel Deantes, circulando en su camioneta blindada, luego de que su padre le heredara 39 millones de pesos.
El secretario de Seguridad Pública de la Yunicidad lo dijo así­:
“Tengan paciencia. Estamos llegando”.
Ok.
Pero…han transcurrido 42 dí­as y la verdad nadie ve claro.
Los hechos y resultados son el único aval de un polí­tico. Lo demás es reality-show.

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Peña Nieto arrastra varias manchas en la piel polí­tica.
Entre ellos, Ayotzinapa, Nochixtlán, Tanhuato, Tlatlaya, la Casita Blanca de “La gaviota”, el grupo Higa, la casita de Luis Videgaray y el gasolinazo.
Pero de igual manera, la incapacidad de la PGR para detener a Javier Duarte por disponer, con sentido patrimonialista, de los recursos federales, tanto participaciones como subsidios, en Veracruz, a través de la llamada “Operación licuadora” y las empresas fantasmas.
Y con todo, resulta inverosí­mil que el ex góber tuitero se le siga escapando “vivo y coleando” a la PGR, la Policí­a Federal, el CISEN (Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional), las Fiscalí­as y la Interpol, que lo rastrea en 190 naciones del mundo.
Y más, si se considera que la PGR ofrece una recompensa de 15 millones de pesos por datos que ubiquen su paradero.
Habrí­a, entonces, de preguntar en la lógica peñista ¿qué hubieran hecho, por ejemplo, unos detectives privados, unos Sherlock Holmes, un Charles Bronson en “El cazador solitario”, la CIA, la KGB, para rastrear la pista de Javier Duarte y Karime Mací­as y privarlos de su libertad?
Y es que como dice el politólogo Carlos Ronzón Verónica, si la PGR llegara así­ al mes de junio del año que corre sin Duarte en la cárcel, entonces, la ultra contra súper derrota del PRI en la elección de alcaldes está garantizada.
En la población de Veracruz hay demasiado, excesivo duartazgo, y la única manera de diluir la indignación crónica es llevar tortas de “La rielera” de Córdoba al penal de Pacho Viejo a Duarte, a menos, claro, que una vez detenido la PGR lo enví­e al penal de Almoloya por aquello de los delitos de delincuencia organizada y lavado de dinero.


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