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Diario de un reportero
Jueves 22 diciembre, 2016

Los dí­as que pasan

(“Diario/semanario y poemas en prosa” que dijera Jaime Sabines y que describen “lo que ve el que vive” según Ricardo Garibay)

•Pesadilla interminable
•La muerte llega de pronto
•Atropello a la dignidad

Viernes 16, a las 19 horas

La mañana empieza mal. A las 7 horas, en el estacionamiento del centro deportivo “Leyes de Reforma”, en Boca del Rí­o, asaltan a...

Luis Velázquez

un familiar. Vuelan el vidrio de su camioneta. Se roban todo. Todo. Todo. Hasta el aguinaldo.
Dos tipos encaramados en una motocicleta se acercaron y asestaron el cristalazo. Fue la versión de unos testigos, paralizados por el terror y el miedo. El miedo a perder la vida, incluso. Iban armados.
Han transcurrido al momento 16 dí­as de la Yunicidad. En Poza Rica, el góber azul dijo: “que iba por los delincuentes”.
Ajá.
Por fortuna, digamos solo para documentar la vida y el optimismo, el familiar salvó la vida. El atraco fue cuando ya estaba en la cancha entrenando.
Y más por lo siguiente: ese mismo dí­a, el periódico publica una nota. Se intitula así­: “Aparecen dos y sin manos”. Y con un par de cartulinas con narcomensaje. En la colonia Cristóbal Colón. En el puerto jarocho de Ramón Poo, “El sonrisitas”, que todos los pendientes sociales así­ cree resolver.
El alma se estremece. El dí­a termina peor. En la página web de la Fiscalí­a rinden cuentas. En los 15 dí­as del nuevo gobierno 19 personas desaparecidas. Hombres, cierto. Pero mujeres. Y unos niños.
Con todo, gracias a Dios. En la tarde voy a la iglesia. Está solita. Rezo. Y aun cuando, digamos, de nada servirá pues Dios anda demasiado ocupado en Alepo, el padrenuestro darí­a un consuelo. Juan Pablo II solí­a rezar 8 horas diarias.
El miedo de vivir. Veracruz, un rí­o de sangre. El valle de la muerte. Igual que en el sexenio anterior.

Sábado 17, al mediodí­a

Ninguna lucecita alumbra el largo y extenso túnel de la vida con los polí­ticos. Por ejemplo, en Hidalgo, el gobernador priista, Omar Fayad, acuña la siguiente frase bí­blica dirigida únicamente a mujeres en una comunidad indí­gena:
“Duerman con ropa porque producen muchos chamacos”.
Es su consejo médico para evitar que traigan más hijos al mundo de la pobreza y la miseria.
Por fortuna, las redes sociales se encargan de ajustar cuentas. Un tuitero le dice:
“Que Omar Fayad duerma con un bozal, porque dice muchas pendejadas”.
Entonces, de pronto, en la bandeja de entrada aparece un correí­to de un amigo de Xalapa (gracias, muchas gracias).
Dice que Susana Zabaleta estuvo en la sala Tlacna. Cantando con la Orquesta de Xalapa.
Y de pronto, Susana lanzó la siguiente pregunta al auditorio:
“¿Están de acuerdo con que el gobernador imponga a su hijo de gobernador?”.
La respuesta, dice, fue unánime:
“¡Nooooooo!”.

Domingo 18, luego de oí­r misa

Las horas que corren acalambran. Salimos de la iglesia bendecidos por el ministro de Dios. Y el primer informe es que en Agua Dulce, un taxista de 22 años de edad fue asesinado.
Así­ nomás. La muerte le llegó de momento inesperado, claro.
Desde el aparato oficial dirán que el bienio apenas, apenitas, apenititas está empezando. Que habrá cambios. Pero que al mismo tiempo, se tenga paciencia, porque la Yunicidad está llegando, y ni modo que luego de cuatro sexenios ininterrumpidos de violencia (desde Patricio Chirinos Calero a Javier Duarte), la vida cambie.
Además, ya lo dijo el vicealmirante:
Hay secuestros, desaparecidos y muertos…, porque los carteles y cartelitos ajustan cuentas.
¡Ah!, el góber azul también lo dijo en Poza Rica: hay muertos, pero ninguno es un civil. Todos, malosos.
¡Ay, Dios mí­o! Lo mismito, se insiste, decí­a Javier Duarte…, cuando, caray, en aquellos dí­as sórdidos hasta bebés de 2 años fueron asesinados.
Paciencia, pues, señores, paciencia, paciencia, paciencia. Pero en la paciencia, soñando con la esperanza, la vida suele pudrirse y solo queda el coraje social.

Lunes 19, a las ocho de la noche

El dí­a amaneció y siguió con norte. Solo se oí­a el ruido del viento estrellándose en las paredes de la casa y estremeciendo las hojas y las ramas de los árboles.
Pero también hubo un norte social y policiaco. En Minatitlán, una mujer asesinada y delante de su familia. En Alto Lucero, un cadáver flotando a la orilla de la playa con un narcomensaje. En Coatzintla, un civil asesinado en una fiesta comunal.
Ni hablar, dirí­a un personaje de Carlos Fuentes, “¡aquí­ nos tocó vivir!”.
Y sin embargo, uno se consuela leyendo la biblia. En el libro de “Reyes”, por ejemplo, la sangre corre en el valle de la muerte.
Un dí­a, los ángeles de Yavé mataron a 400 profetas que adoraban a otros í­dolos, í­dolos, incluso, de piedra, y como en el caso de Huitzilopochtli, hasta con sacrificios humanos.
Otro dí­a, en Jerusalem, otro ángel del Señor mató a 1,850 personas adoradoras de í­dolos falsos.
Yavé estaba molesto.
Entonces, mejor vuelvo a la realidad. Me quedo en “La candidata”, la novela de Televisa con mi nueva diosa sexual, Silvia Navarro, anuncio manifiesto de que están con Margarita Zavala para la candidatura presidencial, con todo y que en la selva lacandona alistan a una mujer de candidata y de que Ivonne Ortega, la diputada federal ex gobernadora de Yucatán (fans de Miguel íngel Osorio Chong) también levantó la mano.

Martes 20, 8 P.M.

El dí­a estuvo frí­o. Y más, para un asmático. Gracias a la pensión el dí­a y la tarde quedé en casa. Empiyamado. Única y exclusivamente, leyendo un libro. Mejor dicho, releyendo. El cuarto tomo de los relatos periodí­sticos de Gabriel Garcí­a Márquez. Sin leer un periódico. Y como dijera el filósofo Vicente Fox a la señora aquella, fui feliz… sin leer un diario y sin escuchar noticieros.
Un dí­a sin leer muertos. Sin saber nada del góber azul ni del presidente rojo. Un dí­a sin Javier Duarte y sin Karime.
¡Que felicidad serí­a vivir así­ todos los dí­as de todos los años! Leyendo y en la tarde/noche, mirando una pelí­cula. Así­ terminé el dí­a, por fortuna. Charles Chaplin interpretando a Adolf Hitler.
Y más, porque si de por sí­ la vida es compleja, uno solito se la arruina.

Miércoles 21, hacia las 4 de la mañana

Es el insomnio de la séptima década. El dí­a biológico al revés. Se dormita de dí­a y se está despierto de noche.
Un escritor dice que la mejor hora para escribir es en la madrugada, porque los malos humores del dí­a anterior se dispersan con el sueño, y porque en el amanecer nadie habla por teléfono para una noticia desagradable. Ni tampoco nadie perturba la creación.
También dicen que es la hora ideal para amar.
Este amanecer leo periódicos atrasados. Marck Zuckerberg asombrando al mundo con su robot de nombre Jarvis, que es su mayordomo virtual única y exclusivamente, y por ahora, para su servicio en casa. Su asistente.
También leo que el último emoji, de nombre Meh, el muñeco preferido por miles de niños, brincará de la historieta al cine con una pelí­cula a estrenarse el año entrante y que como el robot Jarvis está cambiando las formas tradicionales de comunicación.
De paso, se lee que en el Medio Oriente están digitalizando las 450 formas de kungfu para guardarse de cara al futuro, en cien años, digamos.
El mundo, pues, se asoma a un cambio vertiginoso de conceptos, ideas y emociones, y uno sigue pensando en “La llorona” y en la existencia del diablo, el dios del mal en el relato bí­blico.

Jueves 22, a las ocho de la noche

Se habla de momentos difí­ciles en la vida pública de Veracruz. Finanzas quebradas, arcas vací­as, deudas pendientes, austeridad, funcionarios sin cobrar salarios, burócratas a medio sueldo, cero obra pública, crédito solicitado.
Pero…pero otra cosita es lo que continúa sucediendo en el DIF estatal, por ejemplo.
Los diez burócratas asignados en la dirección de Comunicación Social viven un infierno.
Ya les dijeron que serán despedidos, porque tienen la marca duartista y/o fidelista. Y como les están dando largas con el pago de su salario y la liquidación, ahí­ los tienes, en el limbo.
¡Ah!, pero la directora ya les encontró una chamba: a una empleada la envió a un asilo de ancianos… a barrer y pasar jerga.
A otra la está usando para ir por el café, ya a la esquina, y/o en todo caso, prepararlo en la cafetera.
Simple y llanamente, la humillación. El atropello a los derechos humanos. El vejamen a la dignidad.
Y lo peor, les vale, reproduciendo el mismo estilo de ejercer el poder con que solí­a actuar Javier Duarte.
Hay que ser firmes, decí­a “El che” Guevara, pero sin perder la ternura ni el respeto a los demás.


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