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Diario de un reportero
Sábado 17 diciembre, 2016

”En manos del narco”

•Gran disputa por Veracruz
•A 24 años de oscuridad

DOMINGO
“En manos del narco”


Apenas se leen las primeras páginas del último libro del reportero y escritor, Ricardo Ravelo, “En manos del narco”, editorial “B”, el lector queda en la antesala de un paro cardiaco fulminante.
El peor escenario del paí­s. El Estado mafioso. El Estado paralizado. El Estado, en manos de los carteles y cartelitos. Un Estado dentro de otro Estado.

Luis Velázquez

Con documentos y expedientes, “RR” (Ricardo Ravelo de aquí­ en adelante) muestra la alianza entre policí­as, alcaldes, regidores, sí­ndicos, diputados locales y federales, senadores, gobernadores y funcionarios federales en turno, todos en el paraí­so terrenal de la polí­tica, con los barones de la droga.
Y por añadidura, demuestra la rara, extraña y sospechosa alianza sexenal y municipal de las elites polí­ticas, de todos los partidos, ninguno se salva, con los malandros.
Y en el intermedio, la siempre sospechosa fuga de dos penales de máxima seguridad de Joaquí­n “El chapo” Guzmán, que sólo pudo concebirse a partir de que los servidores públicos fueron rasurados con dólares millonarios.
La primera, con Vicente Fox Quesada, el primer presidente panista de la república, apenas en el segundo mes del sexenio.
Dueños de la droga, los grupos criminales terminaron adueñándose de los polí­ticos.
El caso de los ex gobernadores priistas de Tamaulipas, Eugenio Flores Hernández y Tomás Yarrington, acusados por la PGR y la DEA de pactar con los Zetas en ningún momento significa una excepción.

LUNES
“El chapo” pasea en Veracruz


RR publica en un capí­tulo la siguiente versión:
“En Veracruz circuló una versión jamás desmentida por autoridad alguna que Joaquí­n Guzmán Loera arribó al café de La Parroquia. Sus personeros solicitaron a los parroquianos entregar sus celulares. El café fue cerrado. “El chapo” procedió a cenar.
Al terminar pagó la cuenta de todos los asistentes y, acto seguido, entregaron los celulares a sus respectivos dueños.
Luego, con la tranquilidad de un comensal más, salió por una de las puertas, abordó una camioneta y se perdió entre las claroscuras calles del puerto de Veracruz.
Otras versiones sostienen que este hecho también ocurrió en la sucursal que La Parroquia tiene en la ciudad de Xalapa, capital del estado”.
Según RR, “esto ocurrí­a (la práctica común cuando iba a los restaurantes de nombre y prestigio) no porque temiera que lo detuvieran -sus arreglos con el poder eran sólidos- sino porque temí­a ser asesinado por sus rivales acérrimos”.
Pero, bueno, al ex reportero de Proceso durante 16 años quizá faltó checar el dato, pues en aquella ocasión, en la leyenda popular también se dijo que luego de su segunda fuga, “El chapo” anduvo en el sur de Veracruz y que lo vieron en la carretera, cerca de Acayucan.

MARTES
Disputa por Veracruz


RR camina con su pluma en el paí­s. Y llega a Veracruz, su estado de origen.
Y dice, por ejemplo, que en la tierra jarocha contienden por la jugosa plaza el Cartel Jalisco Nueva Generación y los Zetas.
Y así­ como estuvo el paí­s con Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa, aquí­, en Veracruz, existirá ahora, de igual manera con Javier Duarte y Fidel Herrera Beltrán, un co-gobierno entre la elite polí­tica y los carteles y cartelitos.
Y más, por lo siguiente:
“Llama la atención, por ejemplo, que los choques sangrientos entre cárteles se hayan centrado en estados como Veracruz, Tamaulipas, Guerrero, Michoacán, Sinaloa y nuevo León, por citar sólo algunos, que son ricos en recursos naturales ”“petróleo, gas, oro, plata, grandes extensiones de litorales””y que al crimen organizado interese tener bajo sus dominios”.
Describe, entonces, a los lí­deres de los carteles en disputa. Y escribe:
“La mayorí­a… está ligada polí­ticamente o por consanguinidad a altos funcionarios y servidores públicos que son los verdaderos jefes de la mafia en México.
Este escenario es parecido al que vivió Estados Unidos en los años treinta y cuarenta, cuando los mafiosos desataron una oleada de violencia y muerte para apoderarse de importantes negocios”.

MIÉRCOLES
Unidad malandros y polí­ticos


Según RR, el poderí­o de los carteles sólo puede explicarse por sus relaciones mafiosas con los polí­ticos.
Por ejemplo, describe el auge de los capos en los estados de Michoacán y Guerrero.
En el caso de Guerrero, por ejemplo, apunta que desde el sexenio de Rubén Figueroa, padre e hijo, pasando por José Francisco Ruiz Massieu y íngel Aguirre Rivero, “todos sin excepción han tenido lí­neas de entendimiento con el crimen organizado”.
Y en un escalón menor el modelo se reproduce con los presidentes municipales.
La mayorí­a de alcaldes, dice, “han llegado al poder polí­tico financiados de diversas formas por los carteles, lo que los ha comprometido a pagar los favores con impunidad y protección para esas redes criminales”.
En Veracruz, un priista que ha desempeñado cargos partidistas y conoce el territorio local y a sus grupos polí­ticos de norte a sur y de este a oeste asegura que muchos, muchí­simos ediles están relacionados con el secuestro, la desaparición, los crí­menes, las fosas clandestinas, los chupa-ductos, el cobro de piso, los secuestros express, las extorsiones y los atropellos a los migrantes y a las trabajadores domésticas.
Y, oh sorpresa, los grupos criminales siguen laborando en la absoluta impunidad del mundo.

JUEVES
“Todo, todo sigue impune”


Escribe RR:
“Durante el sexenio de Felipe Calderón, el negocio de las drogas se privilegió, a pesar de la numerosa presencia militar, presencia cómplice, por cierto, en muchos puntos del paí­s, en tanto que, por otra parte, la guerra contra el crimen organizado resultó un fiasco en cuanto a resultados, porque, por encima del combate a los carteles, se ponderó otro negocio: el de la guerra.
El enemigo y la tragedia tení­an que ser más grandes y poderosos que el propio Estado.
Y en este escenario desastroso tampoco resulta gratuito el número de muertos: más de 120 mil en seis años y 60 mil desaparecidos.
Todo, absolutamente todo, sigue impune”.
Con todo, incluso, que el súper policí­a de Calderón, Genaro Garcí­a Luna, cuyo nombre y prestigio quedó derrumbado con el caso Casenz, la chica francesa que tuviera de abogado a Agustí­n Acosta Azcón, el hijo de Agustí­n Acosta Lagunes, gobernador de Veracruz de 1980 a 1986.

VIERNES
24 años de oscuridad


Ha iniciado en Veracruz un nuevo periodo constitucional. Serán apenas, apenitas, dos años.
Un polí­tico impetuoso frente a la historia más sangrienta en la historia local y en donde el más grave pendiente es la seguridad en la vida y en los bienes, más, mucho más, en la vida, porque los bienes van y vienen…si regresan.
Todos los dí­as atracos, robos, asaltos, secuestros, desaparecidos y crí­menes siguen dándose de norte a sur y de este a oeste, porque los carteles y cartelitos están mostrando el puño, defendiendo su plaza jugosa que han tenido desde hace 24 años, cuando Patricio Chirinos Calero (des) gobernara la tierra jarocha.
Y aun cuando el discurso oficial cacarea que ha llegado el momento de que los malandros huyan se repite el mismo discurso de Javier Duarte y Fidel Herrera.
Esperemos, pues, pero sin ningún esperanza, sin optimismo, con todo y el llamado “beneficio de la duda”.


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