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Jueves 27 octubre, 2016

El senador de “la vaca dormida”

•Priistas reducidos a un animalito •Humor ofensivo de Héctor Yunes

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Nadie como Héctor Yunes ha ofendido tanto a los priistas. Incluso, del “Niño de dieces” que alardea fue en la facultad de Leyes de la UV, y a tono con los “Niños fieles” de Javier Duarte, JD, se ha vuelto, digamos, el “Niño de la vaca”.

Luis Velázquez

Más aún, dirí­ase que trae atravesado a su enemigo público número, JD, y si en su gran escape, el góber de Veracruz con licencia anda huyendo con 5 perros que son su mascota y un par de caballos, favoritos de la amazona Karime Mací­as, al senador le gustan las vacas.
Lo dijo de la siguiente manera:
“Si mi partido (el PRI) postula a una vaca, y a una vaca dormida, los priistas votarí­an por ella”.
Todaví­a más. Si Donald Trum ha ofendido en su campaña electoral a la Casa Blanca de Estados Unidos a un aproximado de 282 personas enumeradas por The Washington Post, el senador lastimó, por lo pronto, a los 800 mil militantes del tricolor, voto duro solo en Veracruz.
Se ignora si su disparate intelectual tenga alguna relación con Calí­gula que en las noches de su reinado como emperador romano se sentaba en el balcón de su palacio que daba al mar esperando que en la soledad de la madrugada los tiburones le hablaran como estaba seguro.
Y/o en todo caso con los disparates y loqueras de Calí­gula, quien de acuerdo con el historiador y cronista, Suetonio, primero nombró cónsul a su caballo Incitatus (en latí­n, impetuoso), y luego, con la mayorí­a electoral del reino animal, el caballo llegó a senador de la república, el mismito cargo que ahora Yunes Landa usufructúa por segunda ocasión luego de haber prestado un tiempecito la curul a Érika Ayala.
Y/o con Heinrich Himmler, el jefe nazi de las temibles SS de Adolf Hitler, y que cuando llegaba de madrugada a su mansión se quitaba los zapatos y caminaba de puntitas para evitar un sobresalto en los gorriones que tení­a en su jaula.
Acaso en la pubertad el senador nunca pudo dibujar una vaquita comiendo pasto que en el jardí­n de niños era el inicio en las clases de dibujo, porque simple y llanamente, eran las más fáciles de copiar del pizarrón.
Nadie dudarí­a de que solo estarí­a reproduciendo la idea filosófica de Aristóteles cuando dijera que el hombre “es un animal polí­tico” y como la vaca ha de ser el animal más cercano a su vida, entonces, por ahí­ se fue.
Quizá también se basarí­a en la sabia enseñanza de Tomás Garrido Canabal, el secretario de Agricultura de Plutarco Elí­as Calles, cuando gobernador en Tabasco impusiera a su ganado (desde vacas y novillonas hasta toros y caballos) nombres religiosos para burlarse de los ministros de Dios, satanizados por “El turco” que así­ apodaban al fundador del Partido Nacional Revolucionario, PNR, abuelito del PRI.
El caso es que comparar a los priistas con una vaca (¿vaca suiza que produce unos 60 litros de leche diarios o una vaca proletaria que apenas da unos 4, 5 litritos, y eso en apuros?) constituye una de las peores ofensas a los 929 mil 485 electores que sufragaron por él como candidato a gobernador el 5 de junio y que le fueron insuficientes para derrotar a su exprimo.

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Horas después de su diálogo con el reportero Ciro Gómez Leyva en que revelara su nueva filosofí­a partidista sobre su preferencia animalista, Héctor Yunes se arrepintió y solicitó una disculpa a la militancia priista.
Pero el daño estaba causado.
Y aun cuando está de moda pedir perdón (Enrique Peña Nieto por “La Casita Blanca” de “La gaviota” y por la visita de Donald Trump a Los Pinos), “palo dado ni Dios lo quita”.
Y es que su analogí­a de que con “una vaca dormida” de candidata a un puesto de elección popular el PRI gana de todas todas significa una expresión libre y espontánea de su inconsciente y/o subconsciente y que en el caso, simple y llanamente, “se le fue”.
Y “se le fue”, porque en el fondo así­ piensa.
Antes, en el siglo pasado, “la verdad histórica” se referí­a a la base priista, en unas ocasiones, como “la borregada”, y en otras, todaví­a hoy, como “la perrada”, también le llamaban “la estampida de búfalos”.
El tuxpeño César Garizurieta, apodado “El tlacuache”, creó la frase célebre: “Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”.
En la picaresca priista también llamaban “grillos” a los polí­ticos.
Quizá, y en nombre de un destino superior, a tono con los derechos humanos universales, el senador intentó crear un parteaguas entre “la borregada” y “la perrada” y “la estampida de búfalos” y los tlacuaches y “los grillos” para entrar al tiempo de “las vacas dormidas”.

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El senador ha navegado por la vida polí­tica creyendo que posee el más fino y pulido sentido del humor y del sarcasmo, digamos, a la altura de Carlos Monsiváis, Salvador Novo y don Manuel Buendí­a, el columnista asesinado por la espalda en el segundo año del presidente Miguel de la Madrid.
Pero su inteligencia neurológica le fue insuficiente porque en el ejercicio de la ironí­a suele volverse ofensivo y denigrante.
Incluso, después de que las expresa él mismo se rí­e y carcajea, solito, de lo que creyó, digamos, un buen chiste.
En realidad humilla a los demás.
Y en tal cancha descarriló por completo.

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El tecleador vivió en el mismo pueblo del senador y nunca escuchó la metáfora de “la vaca dormida” relacionada con la candidatura priista a un cargo de elección popular.
A menos, claro, que así­ la digan en Paso del Macho, donde en realidad nació Héctor Yunes, y en donde el ingenio azucarero, que fue propiedad de Pablo Machado, solí­a abrir sus cañaverales a miles y miles de indí­genas y campesinos cortadores de caña y en una de esas dejaran tal herencia polí­tica y cultural.
Mientras son peras o manzanas, ahora cuando Manlio Fabio Beltrones reapareciera con la idea de “la segunda vuelta” para la elección presidencial y “un gobierno de coalición” para el 2018, Héctor Yunes ha aportado una nueva figura emblemática para describir la fuerza del moribundo partido tricolor.
“La vaca dormida” para que los priistas, que significan el voto duro, voten por ella.
Sus neuronas apenas y le alcanzaron para tal analogí­a, quizá porque en la infancia solo se alimentó de garnachas con maí­z amarillo en la estación del ferrocarril de su pueblo.
En Barcelona, en el Centro Cultural Borns, hay una estatua de Francisco Franco, el héroe de Javier Duarte, trepado en un caballo altivo y gallardo.
Solo que a la estatua de Franco… unos malosos republicanos le cortaron la cabeza.
De aquí­ a la eternidad, los fans de Héctor Yunes le pudieran erigir una estatua montado en una vaca… que al mismo tiempo fue ordeñada por un montón de priistas haciendo fila para succionar las tetas.


2 comentario(s)

edwin corona y cepeda 28 Oct, 2016 - 05:40
¡Por favor! ¿Inteligencia neurológica de Héctor Yunes Landa?, Están equivocados ,lo que tiene se llama diarrea cerebral.

RIGOBERTO GOMEZ 27 Oct, 2016 - 19:29
DOLIO?????????????

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