cargando

En twitter:

Crónicas imaginarias
Jueves 27 octubre, 2016

Hipótesis para entender la corrupción de Javier Duarte

La historia empezó en el fidelato, cuando todos arañaron el presupuesto y vieron que nada pasaba, entonces les resultó fácil “crecerse al castigo”
•En la rapacidad fueron cómplices el ORFIS, la Comisión de Vigilancia del Congreso, el Contralor, la SEFIPLAN y los auditores internos y externos


Gracias a Javier Duarte, JD, el prófugo de la justicia, la población de Veracruz vivimos dí­as en el asombro.
Por ejemplo, resulta inverosí­mil que en un cumpleaños regalara a su esposa, la doctora egresada de la Complutense joyas por 5 millones de pesos, sin duda, y de manera presumible, con cargo a la secretarí­a de Finanzas y Planeación.

Luis Velázquez

Y/o en todo caso, gracias a la delincuencia organizada y el lavado de dinero de que lo acusa la Procuradurí­a General de Justicia de la nación.
Un anillo de 185 mil dólares y unos aretes de 40 mil dólares comprados en la lujosa joyerí­a Berger de Masarky en la colonia Polanco, de la Ciudad de México.
El comprador fue Moisés Mansur, a quien la PGR considera uno de sus prestanombres, y el operador (que recogió los regalitos) fue Alfonso Ortega López, el testigo protegido que tanto ha aportado datos y pruebas para descarrilar al prófugo de la justicia, quien hoy cumple 9 dí­as huyendo, “a salto de mata”.
Un dí­a, publicó el diario Reforma, cuando Ortega quiso zafarse asustado de la corrupción a que habí­an llegado, Javier Duarte le dijo:
“Tú sabes de dónde viene el dinero” y estás conmigo.
Fue la última ocasión en que hablaron, porque a partir de la fecha, lo congeló en la amistad, luego de tantos y tantos y tantos trastupijes.
Se trata de una historia inverosí­mil en la picaresca de la polí­tica priista y solo queda volver a parafrasear a Zavalita, el reportero estelar en la novela “Conversaciones en la catedral” de Mario Vargas Llosa:
¿En qué momento se jodió Javier Duarte?
¿En qué momento Fidel Herrera, quien lo impuso, quiso joder a Veracruz?

“MíS CORNADAS DA EL HAMBRE”

La ambición inescrupulosa de JD descifra una patologí­a enfermiza por enriquecerse con todo “y sin medida”.
He aquí­ algunas hipótesis consultadas con el sicólogo de Internet:
A primera vista dirí­ase que traí­a el gen de la corrupción en las entrañas y cuando fue subsecretario y secretario de Finanzas y Planeación en el fidelato lo desarrolló y luego lo pulió en toda su dimensión como gobernador.
Segundo: si es cierto que los amigos son factores decisivos en la formación de la personalidad humana, entonces los amigos de JD en la escuela primaria, secundaria, el bachillerato y la licenciatura, explicarí­an las raí­ces de su vocación corruptora.
Tercero: si en la adolescencia fue panadero, como dice, en la región de Córdoba, todo porque su señora madre puso una panaderí­a a la muerte del padre, el tí­tulo de una novela de Luis Spota descifrarí­a la rapacidad de JD: “Más cornadas da el hambre”.
Cuarto: nada más tentador en la vida humana que el dinero fácil.
Dinero fácil en la subsecretarí­a y secretarí­a de Finanzas y Planeación.
Dinero fácil en la gubernatura, tiempo aquel cuando, todo indica, JD “ordeñó la vaca suiza” de todas y cada una de las dependencias del gobierno del estado y “metió la uña” a los recursos federales.
Peor tantito: tiempo aquel cuando de plano se llevó la vaca completa a su rancho.
Cinco: con su vocación genética para la corrupción, JD se topó en el Maximato fidelista con sus almas gemelas, entre ellas, Érick Lagos, Jorge Carvallo, Alberto Silva, Adolfo Mota, Tarek Abdalá, Édgar Spinoso, Vicente Bení­tez, Gabriel Deantes Ramos y Juan Manuel del Castillo.
Y como dijera el diputado federal, Édgar Spinozo Carrera, “todo nos chingamos”.
Tal cual, el arte de gobernar se volvió el arte de robar y de saquear, creyendo, estando seguros, de que nunca, jamás, jamás, jamás, “el destino los alcanzarí­a”.

LA OBSESIÓN DE COLECCIONAR PODER POLíTICO

Seis: la corrupción se multiplicó en tierra fértil cuando sus hermanos, su esposa, la familia de su esposa, los amigos, los socios y uno que otro funcionario estatal metieron las manos completas al fuego.
Siete: Gregorio Marañón, en el libro “Tiberio, historia de resentimiento”, donde analiza al emperador romano a partir de la conducta humana, dice que un polí­tico vive obsesionado con acumular poder.
Y, de pronto, siente la necesidad desesperada y angustiante, fuera de control, de coleccionar más y más.
Y cuando un dí­a ya nada queda de repartir, entonces, en automático piensa que alguien del equipo lo está traicionando.
Así­, cuando JD y los suyos siguieron “metiendo la mano al cajón” y de pronto querí­an más y más y más, los carteles y cartelitos encontraron un embajador, un cónsul, un diplomático de lujo y de confianza, y tocaron a la puerta de palacio, y la vida fue favorable.
Y el dinero fácil se multiplicó, digamos, de igual manera como sucediera en Tamaulipas con los ex gobernadores priistas, Eugenio Flores Hernández y Tomás Yarrington, acusados por la DEA, agencia antinarcóticos de Estados Unidos, y la PGR, de delincuencia organizada y lavada de dinero.
Igual que Javier Duarte ahora.

CRECIDOS AL CASTIGO…

Ocho: el primer año del duartismo, todos ellos se fregaron la lana. Y nada pasaba.
Y el segundo, y el tercero, y el cuarto y el quinto año siguieron desviando recursos federales y estatales, como si nada, seguros de que la impunidad era una aliada indestructible, a prueba de bomba, de todos ellos.
Y más, con el silencio ominoso del ORFIS, Órgano de Fiscalización Superior, de la Comisión de Vigilancia del Congreso, del Contralor Ricardo Garcí­a Guzmán, de los 6 secretarios de Finanzas y Planeación, de los auditores internos y externos y de los cuatro asesores de JD, a saber, Carlos Brito Gómez, Enrique Jackson Ramí­rez, José Murab Casab y Rubén Aguirre Valenzuela, ex jesuita y ex guerrillero centroamericano.
Nueve: durante los seis años del fidelato, todos ellos arañaron el presupuesto.
Y como vieron que nunca fueron puestos bajo sospecha, le siguieron crecidos al castigo.
Por ejemplo, la fama pública registra que Fidel Herrera repartí­a dinero, digamos, entre los pobres en cada gira en el interior de Veracruz, sin ningún control.
Pero de igual manera, también pasaba copia a los suyos, a los miembros del gabinete y a sus barbies, entre otros.
Y el hombre fuerte en SEFIPLAN, el encargado de los egresos, era Javier Duarte.
Y allí­ pulió su proclividad corruptora.
Hacia el principio del sexenio, Enrique Peña Nieto puso a Javier Duarte como el ejemplo de la nueva generación juvenil de la polí­tica priista.
Ahora, es el polí­tico incómodo que terminó de enlodar su gobierno, y por eso mismo, acorralado por la deshonra pública de JD, asestó el manotazo con un viento huracanado que sigue causando estragos en Veracruz, pero también en el paí­s.
Javier Duarte se volvió el sí­mbolo nacional de la corrupción polí­tica.
La prensa extranjera así­ lo cacarea en el mundo.
Idi Amin, Omar Gadaffi, Silvio Berlusconi, Rafael Leónides Trujillo, Anastacio Somoza y Mario Villlanueva Madrid, entre otros, lo saludan como un miembro distinguido del clan.


Deja un comentario

Acerca del blog

Blog de noticias desde Veracruz.
Aquí, deseamos contar la historia de cada día.
Y cada día es un nuevo comienzo.
Y todos los días se empieza de cero...

Portal de noticias de Veracruz.