Rifles sanitarios suficientes para acabar con la peste negra
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Reynaldo Escobar
Hacen falta rifles sanitarios suficientes para acabar con la peste negra que destruyó a Veracruz, exterminando a las ratas y pulgas que devoraron la riqueza pública del estado
De los políticos roedores del presupuesto público de Veracruz, equiparados a las ratas que durante la peste bubónica asoló al género humano en toda Europa, vale decir que nunca es tarde para desenfundar y disparar con precisión "El Rifle Sanitario" que en este caso lo representan todas las instancias fiscalizadoras de competencia federal y local, y que cuenten con las municiones suficientes para acabar con todas las pulgas (funcionarios medianos y menores, cómplices de sus jefes) cuyas picaduras dañaron de muerte inevitable la estabilidad y el crecimiento económico del estado, al tiempo que hicieron sucumbir las ilusiones de las nuevas generaciones demandantes de las condiciones que el gobierno debe facilitar para el desarrollo de la capacidad y personalidad de las niñas y niños de Veracruz.
La peste negra compuesta por los depredadores del dinero público que proviene del pago de impuestos y contribuciones de las personas físicas y morales que conservan sus trabajos y negocios, aún con el peso de la carga fiscal, unidos a la fuerza que representan los miembros de la clase pensante, intelectuales, universitarios y empíricos, NO DESCANSARíN hasta ver la aplicación de la Justicia, que tendrá que darse en dos sentidos, el primero para dictar las sanciones privativas de la libertad a todos los integrantes de la banda, y el segundo sentido de aplicación de la justicia, obligando a la reparación de los daños a fin de resarcir el quebranto patrimonial sufrido por los fallidos destinatarios del gasto público; esta sanción debe darse mediante la forma en que murieron los contaminados por la peste bubónica, es decir, a través del "Vomito Negro", término que en la práctica política se aplica a la devolución de lo robado.
Rifles Sanitarios para todos aquellos que quieran sumarse al ejército popular veracruzano contra la corrupción. Así como la oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos de los Estados Unidos operó en el año 2009 la acción "Rápido y Furioso", que permitió la introducción de miles de armas de todo calibre para venderlas a presuntos criminales que operan en el territorio mexicano; así se necesita, otra acción "Rápida y Oportuna" pero con Rifles Sanitarios, para cazar a los funcionaros roedores que han puesto tierra de por medio para evadir su responsabilidad y para tratar de esconder su riqueza mal habida, que los ha hecho cometer por lo menos los delitos de Enriquecimiento Ilícito, Lavado de Dinero y Operaciones con Dinero que proviene de actividades Ilícitas.
Por lo mismo no debe descartarse la propuesta del panista Jorge Luis Preciado, quien en su carácter de senador por Colima, acaba de proponer al pleno del Senado la iniciativa para reformar el artículo 10 Constitucional y permitir que los mexicanos "porten armas de fuego" en sus domicilios, negocios y automóviles, por considerar que los vehículos son una extensión del hogar y que en los negocios los empresarios pasan más tiempo que en sus hogares, lo cual puede constituir un arma de dos filos, ya que por un lado, la respuesta del agraviado por un delincuente sería inmediata y de fatales consecuencias; pero por otro lado, con el carácter violento, irascible y pendenciero de muchos compatriotas, las armas servirían para privar de la vida, sin reflexión alguna, a quien tenga la mala fortuna de encontrarse con un ser violento, que se convierta en asesino por cosas menores (incidentes de tránsito) o simplemente por una injuria verbal o una mirada retadora.
En Veracruz lo que necesitamos no son las armas del operativo Rápido y Furioso, ni tampoco las del Senador Preciado; lo que requerimos con urgencia para evitar que pongan tierra de por medio todos los delincuentes que dispusieron de los recursos hacendarios y endeudaron al Estado de Veracruz, por los próximos cuarenta años, son un arsenal, como ya se dijo, de "Rifles Sanitarios", para detener, encarcelar y obligar a la devolución de lo robado (Vomito Negro) a todos aquellos servidores públicos cómplices del gran asalto a Veracruz y partícipes del botín que permitió a los Tlatoanis locales regalar fastuosas residencias, autos deportivos, embarcaciones marítimas, lujosos aviones y helicópteros, sin faltar joyas de valor millonario, viajes por todo el mundo y tantas fantasías ocurridas a los usufructuarios del producto robado.
Ocho millones de habitantes en Veracruz, por unanimidad y por vez primera, unen sus pensamientos y sus voces para expresar insultos y maledicencias, en reuniones y corrillos de todo tipo, para reprobar a los hombres públicos, familiares y compinches, por su rapacería, crueldad, lascividad, frivolidad, ambición sin límites y porque saquearon las arcas del gobierno y no dejaron ni para el pago de la nómina de la noble burocracia que en los tres poderes del estado, en los municipios y los académicos en la Universidad Veracruzana y demás instituciones educativas han aportado horas y horas de trabajo sin la retribución correspondiente, que para todos es sagrada.
COROLARIO. Pláticas, sacan pláticas; y en esta aldea de las flores, antes llamada "Atenas Veracruzana" hoy convertida por emigrantes de la Ciudad de México y otros puntos del extranjero, en Apenas Veracruzana, los nuevos ricos desaparecidos, a quienes no se les ha podido ubicar, ni con la lupa de todos los Cuerpos policiacos, Ministeriales, Fiscales, Jueces y Magistrados, dicen sus "amistades pasajeras" que por su vecindad se pudieron percatar de algunas intimidades, corroboradas en pláticas de café y chismes de cantina, que una de las damas de gran linaje, a quien le gustaba que le llamaran la "dama de hierro", se comunicaba por vía telefónica, de dos a tres veces por semana al Vaticano, para recibir la absolución de sus pecados y la bendición papal, nada más ni nada menos que a través del "Camarlengo del Papa", a quien seguramente retribuía sus atenciones, mediante transferencias de dinero para incrementar las riquezas de la Iglesia de San Pedro. Quienes cuentan la anécdota, aseguran que las bendiciones seguramente no llegaron y que la absolución de sus pecados, por vía telefónica no cuenta, además de que esa facultad no esta conferida al oficioso Camarlengo.