Su señora madre también clausuró su Facebook, donde cacareaba sus viajes por el mundo.
Y mientras la PGR sigue cateando sus mansiones y residencias en el paí­s, e interroga a las 2 mujeres detenidas en Naucalpan que prestaron sus nombres para las empresas fantasmas, JD está agazapado, dicen unos priistas, acorralado y sin salida en la depresión.
Desde luego, en la fuga tiene un par de consuelos. Sus cinco perros preferidos y los dos caballos consentidos de su esposa, como si se trataran de los diez libros que un escritor se llevarí­a a una isla.
Graves y terribles son los delitos endilgados por la PGR. Delincuencia organizada y lavado de dinero, como si fuera el jefe de un cartel. Enriquecimiento ilí­cito y peculado como el peor de los polí­ticos priistas y panistas en la historia nacional. Evasión fiscal como Al Capone.
Y no obstante, calla. Guarda silencio.
Quizá esté reproduciendo el modelo de Oscar Flores Tapia, el gobernador de Chihuahua depuesto el 16 de septiembre de 1985, el mismo dí­a del temblor en la Ciudad de México, y en el que por cierto muriera el padre de JD.
Y es que el modelo Flores Tapia fue así­:
Cuando vio que ante tanta corrupción el proceso de desafuero caminaba a la PGR, renunció de pronto.
Y al renunciar, el presidente Miguel de la Madrid le perdonó todo. Incluso, pararon el desafuero y pararon la denuncia penal en la PGR y él se hundió en el ostracismo, bajo perfil, de tal manera que nadie sabí­a su paradero.
Por lo pronto, la PGR continúa afilando la guillotina y JD anda, digamos, “a salto de mata”.

BALAUSTRADAS: Nunca como ahora tantos ex gobernadores priistas en la lista negra de la corrupción.
César Duarte, de Chihuahua. Roberto Borge Angulo, de Quintana Roo. Rodrigo Medina, de Nuevo León. Eugenio Flores Hernández y Tomás Yarrington, de Tamaulipas.
Andrés Granier, de Tabasco. Fausto Vallejo, de Michoacán. íngel Aguirre Rivero, de Guerrero. Y Javier Duarte.
Y no obstante, de todos, sólo JD en la mira.
Peor tantito: antes que JD, Rodrigo Medina. Y a la par que JD, el otro Duarte y Borge.
Y sin embargo, “la estampida de los búfalos” con la cargada en contra del góber tuitero que a los once años de edad se levantaba, dice, a las 5 de la mañana para amasar el pan, meterlo al horno, y en una canasta gigantesca lanzarse a la venta como panadero en la ruta Omealca a Tezonapa.
Con todo, lo único indicativo y significativo de su conducta pública es que mientras la PGR investiga a 34 personas más y el CEN del PRI enlistó a 15 priistas para su expulsión del tricolor, JD se esconde, sin enfrentar la realidad.
Incluso, el góber interino, Flavino Rí­os Alvarado, habló ayer al programa televiso de Ciro Gómez Leyva, para precisar que “cada quien es responsable de sus actos” y con una militancia priista que data de 1969 “nada debe, nada teme” y está dispuesto a comparecer ante quien sea para defender sus derechos partidarios.
En contraparte, JD escondido, agazapado, huyendo.
Y es que si Javier Duarte es (o fuera) inocente, licenciado en Derecho egresado de la Iberoamericana, doctor en Economí­a, dice, de la Complutense, nada mejor que reproducir la filosofí­a penal de Guillermo Padrés, tramitar 40 amparos federales, y dar la cara.
Y dar la cara, porque durante casi 6 años se mostró bravucón, echado pa”™lante, buscapleitos, gritón, desafiante, frí­volo y autoritario, y ahora, “a salto de mata”.
Se entiende: de las vacas gordas a las flacas, de la gloria al infierno, de los tiempos buenos a los malos.
Pero en ningún momento se justifica.
En tanto, los duartistas bajo sospecha, en la mira, investigados, intentando salvar el pellejo. Salvar a la familia. Salvar su riqueza mal habida. “Curarse en salud”. Declarándose impolutos y puros.

ESCALERAS: Ya lo dijo Miguel íngel Osorio Chong: si el peñismo detuvo en dos ocasiones a Joaquí­n “El chapo” Guzmán Loera y tiene lista la extradición a Estados Unidos, con más, mucha mayor razón, a Javier Duarte.
En la mirada social, JD ya está preso y esperan el momento polí­tico clave para lanzar el campanazo, pues, además, serí­a denigrante que se le escapara a Enrique Peña Nieto, a la Procuradora, a la SIEDO y al CISEN.
Pero ante los vientos huracanados, JD ha mostrado su parecido a Donald Trump, a partir del consejo de Barack Obama de que “deje de lloriquear”, prepare su defensa y encare la realidad.
Claro, una persona depresiva, bipolar, cambiante, explosiva, irascible, como Javier Duarte, tiende a esconderse de todos y de todo creyendo que así­ un milagro divino conjura la pesadilla.
En “un viaje a la oscuridad” (William Styron), viaje a la depresión, Ernest Hemingway se levantó a las 6 de la mañana y se pegó un tiro en la boca con la escopeta que usaba para cazar tigres y leones en ífrica.