dí­as "a salto de mata", por más, mucho más, que lo defienda la oficiosa diputada Belén Fernández, soñando, digamos, con una notarí­a pública fast track, por dedazo.
Hay, claro, dice la conseja popular, de señalamientos a señalamientos.
La semana pasada, el COPIPEV, que integra a pensionados hartos de que JD les pagara la pensión mensual atrasada y hasta con cheques de hule, amenazó con presentar denuncias ante la Procuradurí­a General de Justicia de la república, PGR, por las irregularidades, le llaman ellos, en la administración de los recursos del Instituto de Pensiones del Estado, IPE.
Lo primero que llama la atención es que pretendan interponerla ante la PGR, que es una instancia federal, cuando es sabido que los fondos de pensiones del estado ningún componente federal tienen, lo que la convertirí­a, como gustan decir los leguleyos, en improcedente.
Desde luego, bien pudiera tratarse de un simple acelere, ahora cuando la procuradora Arely Gómez tiene afilada la guillotina en contra del góber prófugo, acusado de enriquecimiento ilí­cito, peculado, incumplimiento del deber, delincuencia organizada y lavado de dinero, y en donde están involucradas 34 personas más, entre familiares, amigos, socios y funcionarios del gabinete legal y ampliado.
Tal cual, es tanto como echar más gasolina y leña al fuego volcánico.
Pero además, resulta indicativo que en su acelere los copipes involucran al director actual, Octavio Gil, y a unos que otros de quienes encabezaron la dependencia en el pasado inmediato y mediato, llegando, incluso, hasta en el sexenio de Fidel Herrera Beltrán, el cónsul de Enrique Peña Nieto en Barcelona, tan quitado de la pena que anda "más allá del bien y del mal".

SEFIPLAN CERRÓ LA LLAVE AL IPE

Nadie duda de que los copipes tienen razón en su lucha original.
Por ejemplo, resulta inaceptable que luego de 30 años de trabajo ininterrumpido, JD les pagara la pensión, en muchos casos raquí­tica, atrasada.
Y peor tantito, con cheques de hule, cheques sin fondos como atestiguaban las empleadas bancarias con una mirada de abnegación.
Más aún: resulta inverosí­mil que cuando Vicente Bení­tez González, investigado por la PGR por los mismos delitos que a Duarte, fue tesorero de la secretarí­a de Finanzas y Planeación, tuvo la desdichada ocurrencia de proponer que el gobierno del Estado se sacudiera el pago de la pensión y fuera transferida a otros mecanismos de pensión universal en el paí­s.
Pero de ahí­ al cariz polí­tico expreso y manifiesto de la denuncia de los copipes hay una distancia kilométrica, años luz.
Por lo siguiente:
Los directores del IPE son meros instrumentos del Consejo de Administración, integrado en su mayorí­a por los lí­deres sindicales de los empleados al servicio del Estado.
Y el Consejo es el verdadero órgano de dirección del Instituto.
Más todaví­a:
En el caso del IPE, como en muchos otros aquí­ en Veracruz, la secretarí­a de Finanzas y Planeación, SEFIPLAN (por donde pasaron 6 titulares en el viaje sexenal duartista) es la dependencia encargada tanto de recabar las aportaciones de la base trabajadora como de suministrar fondos al instituto para el pago de las prestaciones a los pensionistas.
Y en la lógica institucional, si SEFIPLAN aporta el dinero a tiempo al IPE, entonces, el IPE está en condiciones de pagar.
Pero si SEFIPLAN, como fue la caracterí­stica de Javier Duarte, se atrasa en el pago por equis razones, entonces, el IPE queda mal, en tanto, y con justa razón, los pensionados tienen el legí­timo derecho de lanzarse a la calle inconformes, molestos, hartos, encorajinados.

LA PESADILLA

El tema de las pensiones se ha vuelto una pesadilla en el mundo para todos los gobiernos.
Incluso, los fondos de pensiones en dependencias federales, caso PEMEX, caso ISSSTE, caso universidades públicas, presentan circunstancias cardiacas, vislumbrando el fin del mundo tanto para las instituciones como para los pensionados.
Y en el caso de Veracruz, los copipes, que tan activistas se han manifestado, todo indica que buscan un asiento en el Consejo de Administración del IPE para estar a tono con algunos lí­deres sindicales que llevan ahí­ el mismo año como dirigentes, donde se han perpetuado, incluso, comisionados, sin trabajar ni cumplir un horario burocrático.
Los copipes empezaron bien, pero en el camino escucharon los cánticos de las sirenas que pretendieran endulzar la vida de Ulises.