La historia lo ha juzgado. También la PGR, Procuradurí­a General de Justicia de la nación, que ha expedido la orden de aprehensión. Y por añadidura, contra otros duartistas más, cuyos nombres son guardados como el mayor secreto de Estado…para, digamos, evitar, que huyan, y entre quienes Vicente Bení­tez González, “El señor de las maletas voladoras”, “El profe de las tangas”.
El descrédito persigue a JD. Por aquí­ Denisse Maerker, Diez en punto, noticiero de Televisa, anunciara que la PGR lo busca, en miles de hogares en Veracruz cayó el insomnio. Pasaron las horas pegados a la televisión, esperando más datos. Mejor dicho, el video en que serí­a detenido.
Entonces, Ciro Gómez Leyva dijo que era falsa la versión de que la PGR iba atrás de JD.
Pero…resulta que Alberto Silva Ramos, vocero duartista, alardea de su amistad con Gómez Leyva.
Con todo, la población de Veracruz se la pasó cruzando información, hablando por el celular, preguntando.
Ya nada salvará a JD. Todo se ha consumado. Falló a Enrique Peña Nieto, el tlatoani, el gurú, el señor de Los Pinos, y cayó en desgracia. Un manotazo fue suficiente. Así­ ha sido y es la cultura priista.
Incluso, en Notiver ya publicaron un meme, donde JD aparece con la ropa de presidiario y un número cabalí­stico, el número cabalí­stico que le tocó como preso. El 69.
La simple noticia de que la PGR expidió la orden de aprehensión acalambró a los mismos priistas. Uno de ellos, sin embargo, fue contundente:
JD huyó de Veracruz el mismo jueves 13 cuando Flavino Rí­os Alvarado fue ungido gobernador interino.
Y es que desde tal dí­a nadie lo vio en público ni en privado.
El miércoles 17, por ejemplo, su secretaria particular, Betty del Toro, le estuvo marcando a un teléfono que le dio para cualquier emergencia.
Nunca contestó.

ROMPEOLAS: Más aún.
En un medio publicaron que el miércoles, cuando Enrique Ochoa Reza, presidente del CEN del PRI, estuvo en Xalapa, JD y Alberto Silva se reunieron con él durante 15 minutos en un hotel y luego cinco minutos más en el aeropuerto de “El Lencero”.
Falso, dice un priista. Fue “un borregazo”. JD anda huyendo. Se peló a Canadá, dice otro priista, uno de los pocos, escasos paí­ses en el mundo con los que México adolece de un tratado de extradición.
El góber que se creyó intocable, inamovible, impoluto, huyendo de la justicia porque la justicia ya ordenó su encarcelamiento por enriquecimiento ilí­cito (ilí­cito, en ningún momento, inexplicable) y peculado.
Se añade, pues, a la lista negra del Sistema Nacional Anticorrupción.
Rodrigo Medina, ex de Nuevo León, sin dar la cara.
Guillermo Padrés, ex de Sonora, escondido.
César Duarte, ex de Chihuahua, poniendo sus barbas a remojar.
Roberto Borge, ex de Quintana Roo, aquel que en su cumpleaños cantara “Querida” al alimón con Juan Gabriel, agazapado.
Ya lo dijo Elizabeth Morales: “Tú no estás solo”. JD tampoco.
Pero de todos, fue y es el peor polí­tico.
“Ojalá estuviera preso” dijo semanas anteriores Juan Manuel Portal, Auditor Superior de la Federación.
Y antes, mucho antes de que el sexto secretario de Finanzas y Planeación, Antonio Gómez Pelegrí­n, lo demandara por la ví­a penal por calumnias, la profecí­a de Portal está a punto de cumplirse.
JD, por lo pronto, en “El gran escape”, como aquella pelí­cula clásica filmada en el siglo pasado con Steve McQueen.
Nadie imaginó que el adolescente que vendiera pan de niño en la ruta Omealca a Tezonapa y que en la campaña electoral en el año 2010 bailara con Gloria Trevi en un templete en el norte de Veracruz, terminarí­a su ciclo polí­tico huyendo de la justicia.
Lo dijo el diputado federal, Édgar Spinoso Carrera: “Todo nos chingamos”.
Y como el dicho popular reza que “nunca ha existido una enfermedad que dure cien años ni enfermo que los aguante”, JD vive las horas contadas.

ASTILLEROS: Unos duartistas se dan golpes de pecho. Dicen que así­ como cayó JD, también caerá Miguel íngel Yunes Linares, con denuncias penales en la PGR por enriquecimiento inexplicable.
“Son calumnias” reviró el góber electo al reportero Fernando del Collado, de Tragaluz, en Milenio, la noche del lunes 17.
Oh paradoja, ahí­ mismo el Yunes azul repitió en tres ocasiones que es un polí­tico honesto, honesto, honesto.
Incluso, dijo “honrado” y que ejercerá el poder con la ley por delante y al lado del pueblo.
¡Ay, Alá!, de igual manera inició Javier Duarte el sexenio en diciembre del año 2010. Soy honesto, decí­a, repetí­a, machacaba y volví­a a machacar… para escucharse él mismo.
“No les creemos” dijo a JD don Julio Scherer Garcí­a, director fundador del semanario Proceso, en aquella audiencia para exigir justicia por el asesinato de la corresponsal en Veracruz, Regina Martí­nez Pérez.
Por lo pronto, el fin del imperio y del emporio de Javier Duarte, el joven polí­tico que confundió el gobierno de Veracruz con una hacienda porfirista, donde actuaba como el capataz, “señor de horca y cuchillo”.
La historia, a través de la PGR, lo ha juzgado. Y lo peor, lo ha condenado. El peor gobernador en la historia de Veracruz y del paí­s, con todo y que su aliado, Andrés Manuel López Obrador, sostenga que “es un chivo expiatorio”.
¡Pinche “Peje”! “ni la lengua se mordió”.