José Luis Lobato Campos, QEPD, fue director del Instituto de Pensiones, y a quien en un berrinche explosivo, Agustí­n Acosta Lagunes ordenó detener y refundir en las mazmorras de la dirección de Seguridad Pública como parte de una estrategia para que vendiera sus acciones en un periódico en sociedad con Jorge Malpica Martí­nez y Horacio Aude Zebadúa.
Carlos Padilla Becerra, director del DIF en aquel sexenio y presidente del Comité Olí­mpico Mexicano.
Manuel Muñoz Ganem, quien de presidente municipal de Tuxpan fue nombrado director de Turismo.
Y Miguel íngel Yunes Linares, quien en el sexenio tuvo carrera meteórica. Agente del Ministerio Público en Coatepec, asesor jurí­dico del gobernador, subdirector de Patrimonio, Procurador Fiscal, lí­der estatal de la CNOP y diputado local.
Todo, empujado por don Pepe Yunes, el padre del senador Pepe Yunes Zorrilla, y que era amigo de Hernández Ochoa, con quien lo recomendara.
Luego llegarí­an al equipo yunista un par de condiscí­pulos en la facultad de Leyes de la UV, como Leopoldo Domí­nguez Armengol y Enrique Pérez.
Después, el abogado José Luis Lagunes se unirí­a en el chirinismo.
Y otros más que por desgracia apostaron a otros destinos polí­ticos y que nunca regresarán al redil de la vieja y antigua amistad, construida en muchos años de lucha.
Así­, y del cuarteto que era, sólo quedan tres (Yunes, Padilla y Ganem) y que estarán juntos ahora cuando a partir del primero de diciembre el Yunes azul asuma la gubernatura, en un tiempo sin precedente, pues significa la expulsión del PRI del palacio principal de Xalapa luego de 87 años de hegemoní­a tricolor.

BALAUSTRADAS: En el transcurso de la campaña electoral del año que corre, en los viajes por carretera, resultó indicativo para el equipo panista que en la camioneta siempre viajaban Yunes y el chofer en la parte delantera y atrás Muñoz Ganem y Enrique Pérez.
Incluso, los hijos del góber electo les llaman “tí­os”, lo que expresa la relación amical y afectuosa.
Ellos son dos de los más cercanos. Ganem originario de Tuxpan y Enrique Pérez de San Andrés Tuxtla.
El primero contador y el segundo abogado, compañero de generación y de salón de clases de Yunes en la facultad de Leyes de la UV.
Se trata de una relación, mí­nimo, de unos 42 años, en que por encima de todos los huracanes de la vida y de la polí­tica han conservado la amistad inalterable, y lo que significa más de una vida juntos, soñando el Yunes azul con la gubernatura, alentado por los cuates.
Se habrí­an tardado más de 20 años en el intento. Desde el sexenio de Patricio Chirinos, la primera vez cuando Miguel íngel fue presidente del CDE del PRI y perdiera 107 presidencias municipales que en automático descarrilaron su esperanza.
Luego, el segundo intento en el año 2010, ya como panista, y en que Gerardo Buganza Salmerón le ganó, digamos, la contienda interna para la nominación a gobernador.
Y ahora, cuando este 5 de junio derrotó al PRI en las urnas candidato del PAN en alianza con el PRD, y en que, además, ganaron la mayorí­a de diputaciones locales.
Por desgracia, José Luis Lobato murió. Pero su hija Cinthia Lobato Calderón es diputada local electa que llegará a la curul con su experiencia legislativa anterior, y en un descuido, hasta serí­a ungida secretaria del gabinete legal en base, digamos, y además de sus capacidades y atributos, a la antigua amistad y a la cuota de género.

ESCALERAS: Muñoz Ganem fue director administrativo del ISSSTE cuando Yunes era titular en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa.
Enrique Pérez fue director de Prevención y Readaptación Social en el sexenio de Vicente Fox Quesada y ahora se desempeña como diputado federal, pues era suplente del góber electo en el Congreso de la Unión.
Un tiempo fue secretario del Ayuntamiento con el alcalde de Boca del Rí­o, Miguel íngel Yunes Márquez, y ahora el destino llama y aun cuando la curul es importante como ficha en el tablero nacional, ya se conocerá si tendrá un nuevo destino polí­tico en Veracruz.
Igual, Muñoz Ganem, un polí­tico reposado, prudente, con una experiencia sólida en el manejo económico y financiero, sereno y mesurado, y tan conciliador que con discreción favoreció en su momento la reconciliación de Yunes Linares, Carlos Padilla y Lobato Campos, luego de algunas nubes que salpicaran la relación.
En ellos, más en José Luis Lagunes y Leopoldo Domí­nguez, y desde cualquier trinchera en que podrí­an estar, descansará la parte neurálgica del yunismo, además, claro, de los hijos del góber electo, quienes siguen aprendiendo al lado del padre la tarea de gobernar y ejercer el poder.