Negociazo en SAS
•Venta de agua a barcos •Políticos beneficiados
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En el viejo SAS, Sistema de Agua y Saneamiento, hay un negocito muy productivo: la venta del agua a los barcos nacionales y extranjeros que atracan en la zona marítima jarocha, que en su momento significó entre el 30 y el 35 por ciento del ingreso neto.
Luis Velázquez
Y más si se considera que antes de la privatización, SAS captaba un millón de pesos diarios en los días peores y un millón y medio de pesos diarios en los días mejores.
Eran los tiempos aquellos del ex presidente municipal, Julen Rementería, el ingeniero Alejandro Salas como titular, uno de los técnicos más honestos, honesto a prueba de bomba que han desfilado en la administración pública.
Entonces, el SAS tenía un representante en la Aduana encargado de cobrar el servicio y en automático de ingresarlo.
Pero cuando José Ramón Gutiérrez, alias “El Peperra”, también “El Joseratón”, adivinó al poder edilicio y nombró a Efraín Deschamps como titular en SAS, el destino cambió.
Y a partir de la fecha inventaron un mecanismo para que la venta del agua a los barcos fuera concesionada de manera privada.
SAS cobraba en dólares a los barcos extranjeros y en pesos a los nacionales.
Pero oh paradoja, desde “El Peperra”, ahora diputado local priista, hasta Ramón Poo Gil, el SAS funcionó como una especie de tapadera para el negocito del agua a los barcos.
Por ejemplo, nunca en SAS han informado, ni siquiera al Consejo de Administración, de los papeles de tal concesión privilegiada.
Menos hay un registro del ingreso correspondiente.
Tampoco el nombre de la empresa particular beneficiada.
Ahora, el puerto sigue creciendo en importaciones y exportaciones, de carga y descarga, de movimiento de barcos, y los ingresos han de ser mucho más superiores a los de aquellos años.
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El negocio es redondo porque la materia prima es el agua.
Y el manejo del agua en Veracruz y Medellín es un monopolio operado por el SAS, pues es el único organismo que lo usufructúa.
Y si antes, mucho antes, cuando empezara el presunto trastupije, “Joseratón” era el presidente municipal y despachó con la cuchara grande, a la fecha han pasado por el Ayuntamiento Julen Rementería del Puerto, Jon Rementería Sempé, Carolina Gudiño Corro y Ramón Poo, éste último amigo entrañable, casi hermano putativo, de José Ramón Gutiérrez.
Dato indicativo: cuando la Gudiño fue impuesta como alcaldesa por el góber fogoso, por alguna razón se deslindó del SAS y nunca asistió a una junta del Consejo de Administración ni menos dio seguimiento.
Siempre enviaba a un representante que parecía estatua de sal.
Dejó hacer, dejó pasar, y con José Ricardo Ruiz Carmona, alias “El Pepín”, y sus aliados, hicieron trizas el SAS.
Así, y ante la falta de papeles oficiales de la concesión del agua a los barcos a manos privados, la duda es si José Ramón siguió operando el negocito redondo como se afirma en el primer nivel del Sistema de Agua y Saneamiento.
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Hay, sin embargo, una circunstancia indicativa:
En el tiempo cuando el Congreso local debatía sobre la concesión del SAS a la empresa brasileña Odebrecht (el presidente internacional está preso en Brasil, acusado de lavado de dinero y con multa de dos mil millones de dólares) y Aguas de Barcelona, el diputado priista, “El Peperra”, fue uno de los más fervientes partidarios.
Incluso, hasta vivía una rara y extraña luna de miel con el alcalde jarocho para el humo blanco.
Y el objetivo fue logrado con tanta intensidad que Ramón Poo (tocayazo de José Ramón Gutiérrez) legalizó el operativo pasándose por alto a la LXIII Legislatura.
La semana anterior, el diputado se ha contradicho a sí mismo y de pronto volvió el más frenético opositor a que el agua siga concesionada al par de empresas extranjeras y ha pedido, en el último tramo del periodo legislativo, que el acuerdo sea derogado.
Su actitud ha entrado bajo sospecha en el SAS y hay quienes aseguran que los concesionarios ya registraron el negociazo con la venta del agua a los barcos y le estarían pisando los talones.
El hecho, además, coincide con el fin del sexenio de Javier Duarte, con fama pública de que todo ordeñaron.
Y si fueron capaces de desviar los recursos federales destinados a la educación, la salud y la seguridad pública, con más razón en otros rubros.
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El simple hecho de la desaparición del SAS implica, entre otras cositas, que los presuntos trastupijes (caja chica del gobernador en turno, por ejemplo, y de uno que otro presidente municipal) entran en la ley económica del “borrón y cuenta nueva”.
Fue el caso de cuando en el fidelato liquidaron el organismo descentralizado Maquinaria de Veracruz, MAVER, y cuando el duartismo anunció, asegún, que unos 28 mil ancianos cobraban dos subsidios al mismo tiempo y eran unos estafadores y de pronto los cortaron el beneficio, cuando en realidad estaban “metiendo la mano al cajón”.
El negocio del agua a los barcos se antoja una cueva de Alí Baba y unos cuantos, pocos, menos de diez, ladrones y pillos.