La frasecita revela un estado de ánimo lejos que está de tener… por lo siguiente:
El senador Ernesto Cordero, quien fue secretario de Hacienda y Crédito Público de Felipe Calderón, tiene una frase célebre como traje a la medida:
La peor pesadilla en la vida es que Hacienda siga tus pasos, ha dicho, más o menos.
Y es que en los dí­as que corren, JD y cuatro duartistas más tienen encima a un par de dependencias, peor que si seres extraterrestres los estuvieran vigilando.
El SAT, Sistema de Administración Tributaria, que investiga los ingresos de todos ellos.
Y la UIF, Unidad de Inteligencia Financiera de la secretarí­a de Hacienda, la mismita que descarrilara a la profe Elba Esther Gordillo, y que sigue la pista del dinero aquí­ en México y en el extranjero.
En tales circunstancias, nadie desearí­a estar en los zapatos del gobernador transparente como se llama a sí­ mismo JD, consciente y seguro de una realidad incontrovertible:
Si libra al SAT y a la UIF, bendito sea Jesús de Nazareth, en cuyo nombre los evangélicos bendijeron su oficina en el palacio de Xalapa, donde de plano ha dejado de asistir estableciendo oficinas alternas, unos dicen en el aeropuerto de “El Lencero”, otros en una casa que tiene en Xalapa, otros en su depa de lujo en el bulevar jarocho, frente al Golfo de México, y/o en su casita de 700 mil pesos en Córdoba.
Y si el SAT y la UIF le cayeran en la maroma fiscal, entonces, lo más recomendable es que se busque un abogado penalista, siguiendo los pasos de Guillermo Padrés, el ex gobernador de Sonora, perseguido por la sucesora Claudia Pavolovich, y quien contrató a
Antonio Lozano Gracia, ex procurador General de Justicia de la nación, y socio en el despacho del jefe Diego Fernández de Ceballos y Gómez Mont.

CUATRO DIPUTADOS FEDERALES EN LA MIRA

Por fortuna, en esta pesadilla, JD está acompañado.
Cuatro diputados federales también son rastreados por el SAT y la UIF:
Jorge Alejandro Carvallo Delfí­n, a quien su padre define como “El hijo más ruin que he tenido” y lo que significa palabras mayores.
Adolfo Mota Hernández, quien se ufana de que nunca le ha faltado el trabajo y por eso mira “la vida y sus encantos” desde su depa de lujo en Alvarado en un edificio de 20 pisos.
Édgar Spinoso Carrera, aquel que le obsequiara un escritorio de un millón de pesos igualito al de John F. Kennedy en la Casa Blanca, y en donde su hijo menor se acomodaba entre sus pies para jugar él solito mientras su padre, el presidente de la nación más poderosa del mundo, tomaba acuerdos.
Y Antonio Tarek Abdalá, el poderoso, poderosí­simo tesorero de la secretarí­a de Finanzas y Planeación, que tení­a el “íbrete Sésamo” para el manejo irracional de la lana pública, y a quien retrataran en campaña al lado de Francisco Navarrete, acusado de jefe Zeta en la región de Tierra Blanca.
Hasta donde se sabe si se sabe bien, el SAT y la UIF también ha cursado oficios a la señora madre de Javier Duarte y a su esposa, notificadas de que investigan sus propiedades y el origen de sus recursos por más y más que el góber tuitero asegure que “raya en la locura”.
Lo ha dicho el senador Ernesto Cordero: si el SAT y la UIF te investigan, entonces, “las barbas han de ponerse a remojar”, por si las dudas.
Claro, si todo está bien, se dormirá tranquilo.

INVESTIGAN A LAS PERSONAS…

En materia de rendición de cuentas, una cosita es que JD como gobernador de Veracruz tenga denuncias penales por irregularidades en el destino del erario federal, y otra diferente, años luz de distancia, es que JD y los suyos sean investigados como personas.
Y es ahí­ donde está el eje central de la interrogante sobre el desenlace del episodio volcánico que la elite priista está viviendo y padeciendo.
La moneda está en el aire y mientras siga dando vueltas, cada quien apuesta, digamos, a la rumorologí­a que JD ha definido, oh sorpresa, oh descubrimiento, que se trata de una práctica común en el territorio jarocho, cuando suele reproducirse en los pueblos del mundo de cara al mar, aun cuando también en las ciudades en medio de las montañas, y desde luego, en el café, pues se trata de una tema socorrido de conversación.
Por fortuna, digamos, la misma pesadilla están viviendo otros gobernadores.
En Quintana Roo, Roberto Borge Angulo. En Nuevo León, Rodrigo Medina. En Tamaulipas, Eugenio Flores Hernández y Tomás Yarrington. En Sonora, Guillermo Padrés. En Chihuahua, César Duarte. En Morelos, Graco Ramí­rez. En Tabasco, Andrés Granier, y desde hace ratito.
La mayorí­a de todos ellos, priistas, en un tiempo cuando Enrique Peña Nieto alardea de su Sistema Nacional Anticorrupción.
Claro, el adagio popular exalta la destreza contable de muchos polí­ticos que suelen “ordeñar la vaca” sin dejar huellas ni rastros.
Pero el SAT y la Unidad de Inteligencia Financiera de la secretarí­a de Hacienda son expertos en patrañas y cochinadas.
Y más cuando según las versiones, el caso Veracruz se ha vuelto tema habitual en el gabinete federal de Peña Nieto, pues varios secretarios sienten que Javier Duarte está causando mucho daño a Los Pinos.
El único gobernador que doblegó a un presidente fue Roberto Madrazo Pintado ante Ernesto Zedillo, quien intentó desaforarlo, pero “el tiro le salió por la culata”.
Y entre Madrazo y Javier Duarte hay una distancia kilométrica, incluso, hasta compararlos resulta una temeridad.