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Diario de un reportero
Sábado 27 agosto, 2016

De Fujimori a Javier Duarte

•El poder en la sombra
•Insólita corrupción periodí­stica

DOMINGO
De Fujimori a Javier Duarte


La última novela del peruano Mario Vargas Llosa, “Cinco esquinas” circula en las librerí­as de la ciudad.
Es una narrativa más, digamos, del periodismo y la polí­tica, que se retroalimentan en el Perú de Alberto Fujimori, con su ultra contra súper ministro poderoso, Vladimiro Montesinos, el poder en la sombra, que de igual manera que tiraba al mar los cadáveres de sus enemigos, a veces vivos, corrompió a la prensa.

Luis Velázquez

Desde luego, se trata de una relación entre los polí­ticos y los reporteros y magnates periodí­sticos repetitivos en cada región del planeta, y por añadidura, en Veracruz, calificado por Reporteros Sin Frontera, con sede en Parí­s, y el Comité de Protección a Periodistas de Washington y Artí­culo 19, como “el peor rincón del mundo para el gremio reporteril”.

Ahora mismo, en la semana que hoy concluye tres reporteros (una en Poza Rica y dos en el puerto jarocho) fueron asaltados, y aun cuando ellos lo achacan, digamos, a unos ladrones, otra lectura significa el tiroteo a la colega Lucí­a López Castillo, de la revista “Cara Polí­tica” y corresponsal del hebdomadario “Análisis Polí­tico” de Melitón Morales.
Del Perú sórdido de Montesinos al Veracruz revolcado y turbulento de Javier Duarte, JD.

LUNES
Instrumento de coerción…


Fujimori y Montesinos utilizaron el periodismo, dice Vargas Llosa, “como instrumento de coerción y chantaje para silenciar a los crí­ticos o castigarlos, lanzando campañas que los desacreditaban” (El Universal, El Tiempo de Colombia, 20 de agosto, 2016).
Y sin ir lejos, ha sido la constante en el llamado sexenio próspero (próspero para la elite en el poder polí­tico) y en que el aparato gubernamental se lanzó a la yugular de reporteros incómodos.
Pero más todaví­a, en contra de algunos de los periodistas asesinados y desaparecidos y exiliados en el tramo histórico que va de Marí­a Georgina Domí­nguez Colí­o (con su fama pública de enriquecimiento ilí­cito) hasta Alberto Silva Ramos (con su frivolidad y bajo perfil para el ejercicio de la polí­tica con sentido patrimonialista).
Lo peor es que los muertos fueron asesinados dos veces. El dí­a de su crimen y luego cuando desde el sótano oscuro del poder, igual que Montesinos, enlodaba el buen nombre de cada reportero ejecutado.
La novela “Cinco esquinas” sólo reproduce el Veracruz sórdido, a partir, digamos, del periodismo vulgar y prosaico de Perú, en que los periodistas de radio, televisión y prensa escrita tení­an un precio y los compraban y los envilecí­an dice Vargas Llosa.
A partir de una campaña siniestra semejante, el corresponsal de Proceso, Noé Zavaleta Vázquez, debió exiliarse en la Ciudad de México, donde, y por fortuna, sus jefes le están dado la oportunidad de reportear para la agencia Apro, digamos, como una forma terapéutica para mejorar la vida.

MARTES
Hasta el sexo fue exacerbado


La novela “Cinco esquinas” inicia con una escena erótica donde un par de mujeres hacen el sexo.
Y es que “el encierro forzoso que viví­an los peruanos… hizo que se exacerbaran las relaciones sexuales.
La gente buscaba un desfogue, una especie de liberación a través del sexo de esa claustrofobia que se viví­a con el toque de queda”.
En el duartazgo, por ejemplo, y debido a la frivolidad con que la elite priista en el poder interpretó la polí­tica mucho, demasiado trascendió el paraí­so terrenal construido con las barbies, a quienes además de privilegios les otorgaban cargos públicos.
Fue, claro, una práctica cotidiana en el fidelato. Y también en el sexenio de Rafael Hernández Ochoa, 1974/1980, en que las mismas señoras, esposas de uno que otro polí­tico, aseguraban que se viví­a “el sexenio de la promiscuidad”.

MIÉRCOLES
Calumniar y chantajear


Con Fujimori y Montesinos, el periodismo fue utilizado para calumniar, chantajear o perseguir.
En Veracruz, por ejemplo, la fama pública registra que un empleado de JD, apodado “El chuletas”, alcanzó el doctorado por Internet en Ciencias Ocultas, aprovechando las redes sociales, el facebook, los tuiters, y demás instrumentos, para lanzarse a la yugular de los reporteros incómodos al Jefe Máximo de la Revolución Hecha Gobierno Priista.
Y de paso, a los activistas sociales. Y a los enemigos y adversarios polí­ticos, como quedara manifiesto en la campaña electoral de gobernador.
Incluso, igual que Montesinos, en el Veracruz que corre hasta el financiamiento de medios fue operado, todos para rendir culto y pleitesí­a a JD, pero también, a uno que otro secretario.
Bastarí­a recordar que en Xalapa el gremio reporteril está dividido entre los miembros del llamado Cartel de Palacio, rompes/ruedas de prensa y francotiradores del góber tuitero, y los otros, que cumplen con la sentencia del Apocalipsis de “escribir lo que vean”.
En medio, un góber tuitero que en base al billete oficial terminó polarizando al gremio reporteril. “Estás conmigo o estás contra mí­” fue y es el lema. Igual que Fujimori y Montesinos.

JUEVES
Un hombre en la sombra…


En la novela queda claro lo siguiente: todos los polí­ticos “tienen un hombre en la sombra, el que se baña de mugre, el que practica el terror, el que tortura, el que organiza los asesinatos. El hombre fuerte que garantiza la seguridad y adquiere por eso un poder extraordinario”.
Y, por supuesto, la coyuntura histórica es aplicable en Veracruz.
Para unos, “el hombre en la sombra” de Javier Duarte habrí­a sido, digamos, Arturo Bermúdez. Para otros, Alberto Silva y Gina Domí­nguez. Para otros, Flavino Rí­os. Para otros, el Contralor. Para otros, los secretarios de Finanzas y Planeación. Para otros, Érick Lagos y Jorge Carvallo.
Es decir, dirí­amos que JD diversificó su arcoí­ris para repartir el juego y jugar según las circunstancias y los intereses.
El resultado ahí­ está. Ninguna frase la describe con puntualidad como el senador Pepe Yunes Zorrilla cuando habla del “desorden administrativo, el caos financiero y la corrupción polí­tica”.
Y a partir de ahí­, todos los males de la caja de Pandora, incluida la última, y la más peligrosa, la esperanza: la esperanza de los proveedores y prestadores de servicios para que les paguen y la esperanza de los familiares de los desaparecidos para encontrar a sus muertos y la esperanza de la Universidad Veracruzana para que les cubran el millonario pendiente.

VIERNES
Desmedida ambición…


Según Vargas Llosa, Fujimori y Montesinos “sentí­an que Perú les quedaba chico a su ambición desmedida, y robaron como nunca se ha robado en Perú. Y esa fortuna los espera para cuando salgan de la cárcel”.
Tal cual en el duartismo con tantas denuncias penales interpuestas por el góber electo, además de las denuncias de la Auditorí­a Superior de la Federación, algunas de las cuales son, y por fortuna, investigadas.
Ya se conocerá el desenlace. Pero en tanto, y antes de demostrar su (presunta) inocencia, la fama pública consigna el latrocinio en que el duartazgo convirtió el gobierno de Veracruz, y de igual manera que Fujimori y Montesinos que ya están en la cárcel, Miguel íngel Yunes Linares ha advertido que la cárcel espera a Javier Duarte y a uno que otro duartista.
Oh paradoja: en Perú, el fujimorismo se está desintegrando. La hija de “El chino”, por ejemplo, perdió la elección presidencial, que ya se creí­a. Y uno y otro siguen presos.
Y en Veracruz, la moneda sigue dando vueltas en el aire, sin que por ahora pueda mirarse en la bola de cristal si con pedir perdón como lo pidieran Enrique Peña Nieto (la Casita Blanca), Alfredo Castillo (por pasear en Brasil con su novia) y Rosario Robles (“Los periódicos sólo sirven para matar moscas”), Javier Duarte sea perdonado, quien, echado para adelante, por ningún concepto quiere torcer su brazo.


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