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8 Columnas
Jueves 25 agosto, 2016

Agenda de los candidatos


•Memoria y archivo para no tropezar dos veces con el mismo estorbo

Reynaldo Escobar

Desde ahora los operadores polí­ticos nacionales, trabajan con mucha prisa la construcción de acuerdos y la suscripción de compromisos para definir la figura del próximo o la próxima presidente de México; cuya elección, si otra cosa no sucede, será el 3 de junio de 2018.

En la misma fecha los mexicanos en edad de votar tendrán la posibilidad de elegir 128 senadores y 500 diputados federales, si no es que se reduce el número de diputaciones plurinominales a la mitad y en tal caso la elección serí­a por trescientos uninominales y cien plurinominales de representación proporcional de acuerdo al número de votos obtenidos; reduciendo considerablemente el gasto destinado a la Cámara de Diputados.

Se estima que para la próxima elección federal, el padrón electoral contará con poco más de ochenta millones de sufragantes, de los que se espera una asistencia a votar el dí­a de la jornada electoral, de aproximadamente un setenta por ciento.

Existe una gran desconfianza en los organismos electorales y por ello el desinterés de la población para emitir su sufragio, porque además la corrupción oficial y la falta de gobernabilidad en el paí­s, magnifican el desánimo en la población votante.

Si los cálculos sobre el número de sufragantes de 2018, no fallan, las cinco entidades federativas que representan el mayor interés de candidatos y partidos, por contar con el mayor registro de electores en el padrón, son el estado de México con aproximadamente 14 millones; la Ciudad de México (D.F.) con 9 millones; Veracruz con 7 millones; Jalisco con 6.5 millones y Puebla con 5 millones aproximadamente, por citar sólo a las cinco entidades federativas que en conjunto suman 41.5 millones de posibles votantes.

Y si a esas entidades se agregan las otras cinco con mayor número de sufragios registrados: Guanajuato con 4.9 millones; Nuevo León con 4.3 millones; Chiapas con 4 millones; Michoacán con 3.7 millones y Oaxaca con 3.2 millones alcanzarí­an entre todos una sumatoria de 61.6 millones de votantes, rebasando la cifra de 56 millones que representa el setenta por ciento de los ochenta millones de empadronados.

Hipotéticamente en una contienda polí­tica cerrada y de tres tercios "PRI, PAN, PRD" se dividirí­an el setenta por ciento de los votos sufragados del padrón que es de ochenta millones, asignándose 18.8 millones de votos para cada una de las tres fuerzas polí­ticas mencionadas.

Ahora que, considerando las últimas tendencias expresadas en las elecciones pasadas, donde resultó triunfador el PAN, aunque tuvo que aliarse en algunos casos con el PRD, pero también valorando el crecimiento de MORENA, de su lí­der AMLO y su candidatura en 2018, las alianzas, fusiones y rompimientos, podrí­an arrojar resultados hasta hoy impredecibles; pero sin duda, desfavorables de forma contundente al PRI y sus gobiernos.

En polí­tica "fracasan los prí­ncipes sin memoria" y Maquiavelo se referí­a a su tiempo; sin embargo hoy tiene plena vigencia esa sentencia con la que se condena a los polí­ticos desmemoriados que suelen tropezar muchas veces con la misma piedra.

Vale la pena recordar entonces, la reunión que personajes cercanos al ex presidente Calderón y al presidente Peña Nieto, filtraron sobre el pacto de ambos en el hotel Nikko en Polanco de la Ciudad de México.

Dicha reunión hoy el escritor ílvaro Delgado la comenta en exitoso best seller de ediciones proceso, donde afirma que en la elección de 2006, por miedo al triunfo de AMLO y por interés propio de los prominentes funcionarios, en compromiso verbal se aseguraron 200 mil votos priistas para Calderón, facilitando la llegada a los Pinos del esposo de Margarita Zavala.

Calderón ganó por una diferencia de 240 mil votos, al tiempo que se comprometió a devolver el favor a Peña Nieto en 2012, como ocurrió, al boicotear la campaña de Josefina Vázquez Mota con un claro beneficio para el actual inquilino de los pinos, y en agravio de la candidata del PAN y de López Obrador, perdedor en su segundo intento por alcanzar la silla presidencial.

Lo peor que podrí­a suceder para México y para todos los mexicanos, serí­a la aparición a destiempo de otro pacto "al más alto nivel", para sepultar al PRI y devolver la banda tricolor al PAN, representado por la primera mujer presidenta, pues la prohibición constitucional para la reelección impide a Felipe Calderón Hinojosa volver a ocupar el cargo, pero no a su señora esposa Margarita Zavala de Calderón, beneficiaria inminente de otro pacto en lo oscurito entre los usurpadores del poder público.


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