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Jueves 28 julio, 2016

Una regidora valiente

•Denuncia narco/tienditas
•Inculpa a Seguridad Pública

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Por fin, una regidora de las 3 mil en los 212 Ayuntamientos de Veracruz, ha puesto el í­ndice en la llaga purulenta.
La edil Leticia Amira Delgado Hernández, de Xalapa, asegura que la secretarí­a de Seguridad Pública, SPP, encubre a las narco/tienditas de la capital.
Tal es, no obstante, parece ser mejor dicho, una constante de norte a sur y de este a oeste de Veracruz.

Luis Velázquez

Por ejemplo, basta y sobra con que un turista aterrice en el aeropuerto “Heriberto Jara” en el puerto jarocho, trepe a un taxi y pida al taxista que lo lleve a comprar mota.
Y el taxista, en efecto, lo lleva y cuando está en la colonia popular, por ejemplo, el taxista le dice su frase bí­blica:
“Mire, ahí­, en aquella casita, venden la mota. Yo, aquí­ lo espero”.
Es decir, en cada ciudad de la entidad jarocha, de igual manera como en otras latitudes federativas, todo mundo conoce el narco/menudeo… menos, y como dice la regidora, la SSP.
Y más cuando aquí­, en el paraí­so terrenal que fue Veracruz, mudado en una sucursal del infierno, como escribe Marcela Turati, las policí­as estatales y municipales suelen estar filtradas por los carteles y cartelitos, y que ha llevado al Fiscal a tener en juicio penal a 460 gendarmes acusados de desaparición forzada.
Los últimos, los ocho polis, asignados al comandante Marcos Conde, que en Tierra Blanca levantaron a cinco jóvenes de Playa Vicente y entregaron a los malosos, encabezados por Francisco Navarrete, el presunto jefe Zeta de la plaza, amigo, entre otros, del diputado
federal, Antonio Tarek Abdalá, y el presidente municipal del pueblo llamado, oh paradoja, “La novia del sol”.
En un Veracruz con un elevado desempleo, subempleo, salarios de hambre, migrantes, trabajadoras sexuales hasta de exportación a otros estados y ni-nis, las narco/tienditas significan un oasis laboral para llevar el itacate a casa.

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Cierto, ciertí­simo, todo mundo lo sabe, menos la SSP.
En Veracruz venden droga en las tienditas ubicadas en colonias populares, pero también en los barrios suburbanos y urbanos.
Y en los antros (¡Oh, La Madame, de Xalapa!), y en las discotecas y en los bares.
Y en los penales.
Pero también, en los alrededores de uno que otro colegio particular.
Por eso a la regidora Leticia Armida Delgado Hernández le asiste la razón del mundo y más, mucho más, cuando desde su cargo edilicio connota lo siguiente:
Los malosos están vendiendo drogas hasta niños de 8 años de edad.
Y en Xalapa, la capital, donde Enrique Rébsamen, Enrique Laubscher y Rafael Delgado alcanzaran la plenitud pedagógica a nivel nacional.
Y si alguna duda existiera, la edil asegura que sus informantes son, entre otros, los jefes de manzana, la máxima autoridad en cada ciudad, pues nadie como ellos están informados del palpitar cotidiano.
Tal cual estarí­amos, entonces, ante la gran distribución del trabajo vislumbrado por Carlos Marx en “El capital”, de tal manera que si los carteles se encargan del gran tráfico de droga de sur a norte del paí­s, los cartelitos de las narco/tienditas.
Con todo el foco rojo está encendido en otro grave pendiente social: hacia finales del siglo pasado (Patricio Chirinos Calero, Miguel Alemán Velazco, incluso, Fidel Herrera Beltrán), Veracruz era trasiego de droga de sur a norte, pero ahora, con Javier Duarte, JD, mudó en un consumidor de estupefacientes de todo tipo.
Incluso, y como asegura la edil, hasta los niños.
He ahí­ otro lastre que JD cargará en la espalda camino a su Gólgota, como todo indica, si se considera que desde Los Pinos hay un operativo para enviarlo a la cárcel, y si fallara, entonces, está la advertencia del góber electo, Miguel íngel Yunes Linares, de que en los primeros 4 meses de su bienio, JD será enviado al penal de Pacho Viejo.

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La regidora de Xalapa formuló la denuncia mediática, lo que implica una fortaleza polí­tica y social.
Y más, porque el resto de las ciudades urbanas de Veracruz están iguales y sus ediles callan, empezando por los presidentes municipales.
Pero al mismo tiempo, el enunciado periodí­stico resulta insuficiente, pues ha de darse seguimiento.
Y es que el consumo de drogas lleva a un montón de ilí­citos, delitos y pecados mortales.
Desde, y por ejemplo, las conductas anormales que bastante dañan la vida familiar (hijos, por ejemplo, que asesinan a sus padres) hasta la integración de ciudadanos a bandas delictivas, con ajustes de cuentas entre ellas.
Y por eso se trata de una lucha legendaria que nunca ha podido terminar, y que empeora cuando, como dice la regidora, la SSP se hace guaje.

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En el caso de las narco/tienditas la tarea es de la Procuradurí­a General de la República y hasta de las fuerzas armadas desde que al presidente Felipe Calderón Hinojosa se le ocurrió sacarlas de los cuarteles.
El pendiente, en todo caso (y sin que suene a homilí­a periodí­stica), es de todos.
Desde los vecinos que documentan los hechos y las circunstancias hasta la autoridad municipal, estatal y federal que ha de actuar.
En el sexenio de 1962/68, Fernando López Arias lanzó una campaña despistolizadora en Veracruz, pues ya parecí­amos una sucursal de Estados Unidos, en la que todo mundo andaba armado y el número de homicidios se disparaba.
La campaña fue permanente hasta que el territorio quedó oxigenado.
Así­, entonces, quizá, habrí­a de lanzarse una campaña contra el narco/menudeo desde Tampico Alto hasta Las Choapas y de Maltrata hasta el puerto jarocho, porque el consumo de droga pronto convertirá a Veracruz en el paraí­so terrenal por excelencia, de igual manera como hoy somos el estado de la nación número uno en la producción y exportación de trabajadoras sexuales.


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