Más de 300 millones de pesos que deben los alcaldes por las cuotas obrero/patronales.
Y más de 150 millones del Poder Judicial.
Y aun cuando una y otra parte forman parte de la cadena del poder público, entre ellos se soban apostando a la esperanza de que pronto cubrirán los pendientes.
Pero…, Javier Duarte se irá en 4 meses con 9 dí­as, y el Tribunal Superior de Justicia terminará su periodo el 30 de noviembre y hacia la primavera del año entrante los ediles tendrán ya candidato a la alcaldí­a, y la deuda con el IPE seguirá.
En el caso de los alcaldes, la mayorí­a están endrogados y uno que otro, entre ellos, Américo Zúñiga Martí­nez, de Xalapa, es uno de los pocos, escasos y limitados pagadores puntuales.
Al resto, nadie los convence de actualizarse.
Ellos también se quejan, por ejemplo, de que la secretarí­a de Finanzas y Planeación, SEFIPLAN, les retiene hasta las participaciones federales, y aun cuando en el caso de los ediles del PRD y PAN han efectuado plantones en la escalinata de la Catedral de Xalapa, de cara al palacio, de nada ha servido.
La deuda de la SEFIPLAN con los alcaldes ahí­ está. Y el débito de los ediles con el IPE, por añadidura, formando una cadenita como eje del mal, cí­rculo vicioso.
En resumidas cuentas, las finanzas públicas quebrantadas por todos lados.

BALAUSTRADAS: En el IPE han tocado las puertas de los presidentes municipales y del Poder Judicial que en conjunto significan una deuda de más de 450 millones de pesos.
Y nunca han encontrado una respuesta positiva.
En contraparte, el IPE apuesta a la esperanza (mal hecho) de que pronto les paguen.
Lo peor del asunto es lo siguiente: tanto los alcaldes como en el Poder Judicial retienen a los burócratas la parte correspondiente de la cuota obrero/patronal, y nunca llegan al IPE.
Es decir, y en la mirada del presidente del CDE del PRD, Rogelio Franco Castán, estarí­an jineteando el dinero público en el juego bursátil.
Y/o de lo contrario, y pensando en un buen karma, aplicando la llamada “Operación licuadora”, que significa canalizar los recursos a otros programas, a otros pueblos, y/o a otros bolsillos.
De cualquier manera, el IPE termina como el más vapuleado en la relación sórdida del poder.
Tan es así­ que bastarí­a recordar que Miguel Alemán Velazco y Fidel Herrera dispusieron de fondos de la Reserva Técnica del IPE y pagaron, porque así­ lo permitió el Consejo de Administración, con lotes y terrenos, muchos, muchí­simos de ellos, hasta en laderas y a la orilla de barrancas sin fondo.
Ahora, hacia el final del viaje sexenal, el góber tuitero también intentó cubrir la deuda con bienes inmuebles como si el IPE, se insiste, fuera una agencia inmobiliaria.
Incluso, fue más allá, porque en el paquete incluyó el WTC de Boca del Rí­o y bastó la protesta empresarial para el revire.
En otros tiempos, la fama registra que el IPE ha sido manipulado igual que en los mejores momentos del (ex) SAS, Sistema de Agua y Saneamiento Metropolitano de Veracruz, es decir, “caja chica” del gobernador en turno.
Y “caja chica”, porque de ahí­ salieron millones de pesos para financiar las campañas priistas a un cargo de elección popular.
El saqueo, pues, como si cada elite priista en el poder fuera un grupo de corsarios, piratas Lorencillos, atracando sin pudor las arcas.

ESCALERAS: En su tiempo de secretario de Finanzas y Planeación, el genio del SAT, Tomás Ruiz González, aseguraba que la administración pública es como la administración de la casa.
Por ejemplo, si la familia gasta más de lo que ingresa, tarde o temprano sobrevendrá el derrumbe económico.
Y si la familia sigue endrogándose, peor tantito, porque se arriesga a perder su patrimonio, entre ellos, digamos, su casita.
Y si a la familia le deben y no le pagan, entonces, la catástrofe inminente.
Por eso, y con el visto bueno del Consejo de Administración integrado por un montón de lí­deres sindicales, el IPE ha de aplicarse a cobrar a los presidentes municipales y el Poder Judicial los más de 450 millones de pesos que le adeudan.
Y/o de lo contrario, establecer un ultimátum de igual manera como por ejemplo, sucede en los bancos.
Lo inconcebible es que hayan dejado crecer tanto la deuda, y lo peor, sin aplicar la ley.
Y es que cuando hasta los ediles y los titulares del Poder Judicial agarran al IPE de trapo de cocina, el culpable de la deuda es el cuerpo directivo del Instituto de Pensiones en su conjunto, simple y llanamente, por dejar hacer y dejar pasar durante tanto tiempo.
Y más porque el salario de cada funcionario es cubierto con cargo a los impuestos pagados por el contribuyente.
Si en Veracruz existiera la revocación de mandato, desde hace ratito todos ellos estuvieran comenzando por el gobernador.