Al ex góber de Sonora, el panista Guillermo Padrés, con la amenaza de la cárcel de la sucesora Claudia Pavlovich, le cortan el agua potable en su rancho por un adeudo de 415 mil pesos.
Su jefe de prensa, Jorge Morales Borbón, está preso en Sonora, acusado de extorsión, y ahora, desde la cárcel, dice que se trata de una venganza… en su contra.
En Nuevo León, el priista Rodrigo Medina, ex góber antecesor de Jaime Rodrí­guez, obtuvo, por ahora, una suspensión provisional de amparo, en tanto la Subprocuradurí­a Anticorrupción lo investiga, pues “El bronco” juró y perjuró a la población electoral que lo enviarí­a a la cárcel.
Y por eso mismo, al cuarto para las doce, “raudo y veloz” donó todas sus propiedades a la familia, reservándose un ranchito con valor de 2 millones y medio de pesos, que le fue embargado.
En Chihuahua, el góber Rubén Moreira, fue señalado por un narcotraficante de Piedras Negras, que los Zetas “lo sobornaron con una camioneta Suburban de maletas de dinero”.
Pero más aún: la acusación fue expresada en una corte federal en San Antonio, Texas, donde está abierto un juicio en contra del lí­der Zeta, Marciano Millán, por asesinatos y el trasiego de drogas.
Incluso, y tal cual como sucede en otras entidades federativas del paí­s, el testigo, Adolfo Efrén Tavira, ex empleado de Televisa en Piedras Negras, mudado en narco, aseguró que
“los Zetas operaban con toda libertad en Coahuila porque sobornaban a policí­as y polí­ticos locales” (Reforma, 16 de julio, 2016, Rolando Chacón).

BALAUSTRADAS: En Morelos, y a puerta cerrada y blindados por granaderos, los diputados priistas aprobaron al góber presidenciable, Graco Ramí­rez, un crédito de mil millones de pesos, más reformas a modo a la ley del Instituto de Crédito (para seguir cabildeando más empréstitos, más deuda), y que terminara con protestas colectivas.
En Quintana Roo, a Roberto Borge Angulo, de Quintana Roo, otra ví­ctima del manotazo presidencial para revirar con su Fiscal Anticorrupción, le mataron a su director de Gobierno, Isaí­as Capeline, quien además era su operador y espí­a estrella.
César Duarte, el góber de Chihuahua que fue delegado del CEN del PRI para destapar a Enrique Peña Nieto como candidato priista a gobernador del estado de México, también le rozó el manotazo de Los Pinos y reviró con su “paquete de impunidad” ante la advertencia lacónica del góber electo, el panista Javier Corral, de que lo encarcelará.
Y en Veracruz, Javier Duarte, JD, igual que como inició el sexenio, continúa navegando entre la espada y la espada para librarse del pasado inmediato borrascoso que sembró con sus disparates y ocurrencias, pero más, mucho más aún, con la dudosa fama pública de enriquecimiento ilí­cito tanto de él, como de su familia, como la familia de su esposa como parte de su gabinete legal y ampliado.
El manotazo de Los Pinos ya llegó, desde hace ratito, a Michoacán, con el priista Fausto Vallejo, depuesto, dada la relación peligrosa de su hijo y el secretario General de Gobierno con “La tuta”, el profe que dejó la educación primaria para volverse narco.
En Guerrero, con el perredista, ex priista íngel Aguirre Rivero, a partir de Ayotzinapa.
En Tamaulipas, el Comisionado de Seguridad que Enrique Peña Nieto nombró dada la incapacidad del góber priista, Egidio Torre Cantú.
En Oaxaca, el manotazo a Gabino Cué, el góber de alianza partidista, por su indolencia ante el conflicto magisterial.

ESCALERAS: El paí­s arde.
Y si el presidente Carlos Salinas quitó por sus pistolas a 17 gobernadores, empezando por Fernando Gutiérrez Barrios, para incorporarlos al gabinete legal y ampliado, Peña Nieto los está removiendo y/o cooptando a partir de ilí­citos cometidos con la gubernatura imperial y faraónico, un estilo personal de ejercer el poder que tiene harta a la población electoral.
Con todo, incluso, que el presidente del CEN del PRI, Enrique Ochoa Reza, ex director de la Comisión de Electricidad, nombrado por dedazo, fast track, “se cure en salud” diciendo que el tricolor abandera la lucha contra la corrupción, pero al mismo tiempo, oh paradoja, se ha dejado hacer y dejado pasar mucho tiempo, como el caso Veracruz, donde hasta que el tricolor perdiera la gubernatura y el Congreso hubo manotazo de Los Pinos.
Además, si tantos ejecutivos confunden la silla con una hacienda porfirista para gobernar como capataces, hay muchas culpas ajenas, entre ellas, los Orfis locales, Órgano de Fiscalización Superior, y la Comisión de Vigilancia de cada Congreso local, y las Contralorí­as, y los auditores internos y externos, y el gabinete legal y ampliado de cada mandatario, pues suelen callarse y “tirarse al piso” para conservar la chamba.
Por eso el paí­s está catalogado como uno de los primeros lugares en el ranking mundial de la corrupción y por eso la desigualdad económica y social significa el peor lastre en el continente, donde cada seis años debutan polí­ticos como nuevos ricos, todos que suelen irse en la impunidad.