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Jueves 30 junio, 2016

Mago electoral del duartismo

•Jugoso negocio organizar comicios
•Gabriel Deantes Ramos, al IVAI

PASAMANOS: Si un politólogo o psicólogo interesado quisiera explicar la relación amical entre Javier Duarte, JD, y Gabriel Deantes Ramos, tendrí­a la punta del iceberg en la siguiente frase bí­blica y popular:
“La amistad engrandece... pero los negocios ensanchan”.
Por ejemplo:

Luis Velázquez

De acuerdo con su biógrafo, Deantes entró a la cancha duartista al mismo tiempo que otros jóvenes que gravitaban a su alrededor en la secretarí­a de Finanzas y Planeación, entre ellos, Juan Manuel del Castillo, Vicente Bení­tez y Betty del Toro, quien adscrita a Carlos Aguirre Morales, un dí­a cambió de piel y descubrió mejor karma con JD.
Pero como otros lo rebasaron en el primer cí­rculo del poder, Deantes decidió estudiar en la Academia Pitman, y por correspondencia, un posgrado en derecho electoral.
Y cuando casi al final del sexenio del góber fogoso, JD fue lanzado como candidato a diputado federal por el distrito de Córdoba, Deantes se convirtió en la revelación polí­tica y luego de un reality show se mostró como un mago de la operación subterránea en un proceso comicial y se encargó del triunfo en las urnas del góber tuitero.
La maestrí­a adquirida en Córdoba permitió a Deantes descubrir que además de los programas sociales de la SEDESOL, la operación electoral también significa “oro molido” (¡salucita, Salvador Manzur!) como un negocio seguro.
Y desde entonces, su única obsesión polí­tica ha sido manejar todas y cada una de las elecciones locales y federales en el estado de Veracruz.
Claro, con honestidad, la misma integridad con que, por ejemplo, su padre le heredó 39 millones de pesos con lo que, dice, pudo comprobarse su par de mansiones en el fraccionamiento “Las animas” de Xalapa, más una plaza comercial por ahí­ cerquita, más un edificio de cuatro pisos.
Varios años después, el panista Guillermo Padrés, gobernador en Sonora, repitió la misma tesis diciendo que los ranchitos que habí­a despojado a los campesinos… significan una herencia de su padre.
Pero como en polí­tica hay tantos envidiosos… todos lo intrigaban.
También, y desde antes, a Deantes.

BALAUSTRADAS: Los expertos dicen que en un partido polí­tico el negocio (sucio y turbio) más jugoso en ningún momento significa ofertar las alcaldí­as a los ilusos, sino por el contrario, organizar a “los acarreados”.
Pero polí­ticos como Deantes también descubrieron que más, mucho más “ordeña la vaca suiza” quien organiza la elección.
Y de pronto, y por alguna razón superior que todos imaginan, y desde su operación electoral en Córdoba con la campaña a diputado federal de JD, Deantes se ha encargado de tales asuntitos, a tal grado que su biógrafo asegura que es dueño absoluto del Instituto Electoral.
Incluso, y en tal hecho y circunstancia estarí­a el trasfondo de la frase bí­blica de JD cuando despidiera a 8 columnas a Deantes y Édgar Spinoso Carrera porque “defraudaron mi confianza”.
Y la defraudaron, porque dicen los quisquillosos, se pasaron de lanza con un diezmo, y JD, quien se las sabe de todas todas en el manejo financiero, pues fue subsecretario y secretario de Finanzas con el góber fogoso y tiene un doctorado en Economí­a en la madre patria, se encabritó.
Y los despidió.
Claro, luego los perdonó, porque JD oscila en medio de unos volcanes en constante fermentación.
Por un lado, la nobleza sin lí­mites con los amigos y socios, aliados y cómplices, y por el otro, las ví­sceras irracionales, tal cual, dirí­a Benito Juárez, para los amigos justicia y gracia, y para los otros, justicia a secas.
Para Deantes, justicia y gracia, pues.

ESCALERAS: En la secretarí­a de Trabajo y Previsión Social, Deantes se encargó de conjurar huelgas en el boletí­n de prensa, pero su chamba era la cuestión electoral.
Es más, en la locura y dado su perfil fí­sico del Gatsby indí­gena, soñó con la candidatura a diputado local por el distrito de Zongolica, y su primo hermano, Alberto Silva Ramos, entonces presidente del CDE del PRI lo anduvo paseando.
Es más, doblegaron al cacique Mario Zepahua otorgando, primero, la candidatura a diputada federal a su hija Lilian, y después, la secretarí­a de Acción Indí­gena del CDE del tricolor a una de sus hermanas.
No obstante, el mal karma lo llevó a un cortocircuito y fue descarrilado.
Entonces, se replegó en la STyPS, donde se concentró en la operación electoral del 5 de junio de este año, en que el tricolor perdiera la gubernatura y el Congreso, nunca antes en 86 años en la historia polí­tica local.
Perdió el PRI, pero Deantes y sus socios ganaron y más cuando de pronto, lo encargaron de la operación electoral descubiertos unos trastupijes administrativos del equipo de Héctor Yunes Landa según lo ha trascendido el secretario General de Gobierno, Flavino Rí­os Alvarado.
Era tarde, se afirma, para ganar. Pero temprano para “meter la mano al cajón”.
Y en pago a tales acciones del mago electoral y genio financiero del duartismo, Deantes Ramos está listo para mudar en comisionado del Instituto Veracruzano de Acceso a la Información, el IVAI, como si fuera, digamos, un hombre del siglo XVIII, el siglo de las luces, en que los hombres eran universales, y le hací­an y entraban a todo.
En Tampico, Tamaulipas, Deantes vendí­a teléfonos celulares en el bulevar. Pero su primo hermano, Alberto Silva, lo rescató y lo llevó con JD cuando Juan Manuel del Castillo era su secretario particular.
Ahora, está considerado como uno de los duartistas más enriquecidos, sin contar, claro, la herencia paterna de los 39 millones de pesos.
Bien lo registra la frase bí­blica y popular:
“La amistad engrandece, pero los negocios ensanchan”.


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