Vamos a ver si con mi muerte quedará tranquilo Juan Manuel Diez”.

Es la respuesta de Bernarda Rosas Sánchez, la indí­gena que desde hace 35 dí­as se ha privado de alimentos, una forma que ella llama diplomática, de levantarse contra el alcalde de Orizaba, Veracruz, quien mantiene su postura de impedir el comercio ambulante a 180 familias ixhuatlecas.

Palabras de una jovencita de 20 años, quien decidió ser el sí­mbolo de 16 mil habitantes estancados en la pobreza. Hace 48 horas que decidió suspender el suero y el agua potable de manera definitiva. Desde entonces, apenas puede hablar; grumos de saliva en el paladar y tirones en su garganta le hacen desesperarse mientras carraspea.

En 35 dí­as, desde que inició la huelga de hambre, Bernarda lleva perdidos nueve kilogramos. Al pigmento criollo de su piel lo ha opacado un maquillaje blancuzco que producen las manchas anémicas. Ya no gasta energí­a repartiendo panfletos, los pasos que da son de una silla de metal al catre donde duerme más de 13 horas al dí­a.

“No me dan ánimos de nada, siento que ya no tengo fuerza. Pero yo le digo a mi gente que debemos de luchar. Ya estuvo bueno de dejarnos pisotear. No pedimos otra cosa que un derecho a trabajar. ¿Cómo nos quitan de la calle a nosotros por vender artesaní­as, pero con la gente que vende droga no se meten?” se pregunta Bernarda, doblándose por el ardor en su estómago.

¿Por qué no retirarse y abortar la misión? ¿Por qué no buscar oportunidades de trabajo ambulante en avenidas de otras ciudades? La señorita sin parpadear contesta: “Porque es romper una tradición que va más allá de un siglo. Es repetir la historia y ser otros indios guarachudos que agachamos la cabeza ante un gobernante sin corazón”.

Postura de Bernarda Rosas. Una joven que si asistió a clases fue hasta sexto año de primaria. Lí­neas en su discurso, tal vez memorizado, pero que a diario lee periódicos para ofrecer argumentos a la gente que la visita. Quien desde su celular escucha mensajes de apoyo y se aferra al sacrificio dispuesta, de ser necesario, a convertirse en una camicace nahua.

Es el ambiente que se aprecia en el parque Apolinar Castillo, en la tierra de Ignacio de la Llave y Francisco Gabilondo Soler. Un campamento encharcado por las lluvias del valle de la Pluviosilla. Un camastro que naufraga en la soledad, mientras Bernarda espera “lo que llegue primero”: la conversión de Juan Manuel Dí­ez o su muerte.

Sobre las aceras, mientras tanto, la gente continúa con sus labores: señoras que salen de oí­r misa en la catedral de San Miguel Arcángel, a un costado del plantón y sólo se santiguan al ver las condiciones de la indí­gena. Otros, de ojos adiestrados a leer titulares de asesinatos y secuestros en la región, se pasan de largo, frente al tributo del hambre.

“JUAN MANUEL DíEZ NO ES DUEÑO DE ORIZABA, QUE LOS DEJE TRABAJAR”

Opina don José Martí­nez, un pensionado que regresa de hacer sus compras en el mercado Melchor Ocampo, sitio donde el grupo de Bernarda Sánchez solicita 40 espacios para ganar clientes, antes de mudarse al techado donde el presidente orizabeño piensa aglomerarlos.

El hombre le talla el hombro de Bernarda y reprueba la situación meneando la cabeza de lado a lado. “Aguanten otro poquito, mija. Pronto acabará el gobierno de este canijo. Esperemos el siguiente sea consiente con ustedes”.

Son lo ánimos que da el señor José antes de seguir su caminar. Una persona entre el centenar de transeúntes que se topan con el templete de los ixhuatlecos cada 10 minutos.

Al igual que el pensionado, un grupo de cinco estudiantes de la preparatoria Hispanoamericano ocupan el caso de Bernarda como tema para su proyecto final de la materia Métodos de Investigación.

Rodrigo Martí­nez opina, tras el sondeo que realizaron entre los ciudadanos de Orizaba, que se trata de algo complejo: “Algunas personas dicen que no están de acuerdo pues los indí­genas suelen dejar el centro histórico sucio después de trabajar. Otros dicen que algunos venden piraterí­a”.

“La gente que está a favor de los indí­genas, dice que no están haciendo nada malo. Es gente de escasos recursos que necesita vender sus productos para llevar dinero a sus casas. Además, con sus atuendos y costumbres aportan cultura a la ciudad” expone el joven de la preparatoria particular.

Finalmente, ante la pregunta si pudieran concluir en el algo, luego de sus técnicas cualitativas aplicadas, el muchacho, con tono mesurado, expone: “Consideramos que todos los puntos pueden tener razón. Sin embargo, reprobamos totalmente las agresiones de la policí­a municipal contra esta gente”.

“También nos gustarí­a que el presidente Juan Manuel Diez nos expusiera sus razones por los que quiere mover a esta gente del centro histórico” finaliza el estudiante, antes de exponer ante su grupo el resultado de su trabajo investigativo.

strong>“DETRíS DE BERNARDA HAY UN PUEBLO DISPUESTO A LEVANTARSE”

“Tendremos la última mesa de diálogo con “el emperador” Diez Francos. Ya solicitamos la presencia de la diputada federal Rocí­o Anales, tenemos audios donde ella declara, desde el Congreso de la Unión, que si este señor caprichoso no nos cumple se instalará con nosotros en el mercado Melchor Ocampo, a ver si también la madrean los policí­as”.

Atiende al micrófono Cecilia Contreras, lí­der del grupo de artesanos de Ixhuatlancillo, quien habla por Bernarda, ahora entrada en el segundo sueño del dí­a. De acuerdo con la portavoz de las 180 familias nahuas, en las próximas horas habrá una última entrevista con el alcalde orizabeño donde conocerán si Diez Francos acepta sus peticiones resumidas en cinco puntos:

1.- Disculpa pública de Juan Manuel Diez Francos por la realización de la consulta ciudadana, “Orizaba decide SI/NO al ambulantaje”. Evento que Cecilia considera se trató de una ofensa que llevó por objetivo desalojar a las 180 familias ixhuatlecas que vendí­an sus productos sobre la ví­a pública.

El 20 de mayo los magistrados del Tribunal Electoral de Veracruz (TEV) declararon la nulidad del mencionado plebiscito, aclarando que si bien el ayuntamiento es competente para comenzar el procedimiento de una consulta popular, no lo es para organizarlo, desarrollarlo y vigilarlo ni tampoco para declarar su validez, actividades que conforme a la legislación aplicable le corresponden al Organismo Público Local Electoral (OPLE).

2.- Disculpa pública de Juan Manuel Diez Francos por la serie de agresiones que la policí­a municipal cometió en contra de indí­genas.

3.- Autorización para el ambulantaje los dí­as sábado y domingo.

4.- Liberación de 40 espacios a las afueras del mercado Melchor Ocampo, hasta que el mercado de artesaní­as de las Altas Montañas, proyecto de Juan Manuel Diez, tenga rentabilidad y clientela.

5.- Aprobación de dos ferias artesanales de la Cosmogoní­a Náhuatl en temporadas decembrinas y periodo de Semana Santa.

Sin embargo, de no ser aceptados los puntos recién expuestos, Cecilia Contreras advierte que tomarán, por la fuerza, 40 espacios a las afueras del mercado Melchor Ocampo. “Vamos a ver si nos vuelven a pegar los policí­as. Sabremos si en Veracruz realmente existen los derechos humanos para los indí­genas”.