Se trata de personas dedicadas al campo, que sus dirigentes estatales, aceptan desde el micrófono, “estamos afiliados al PRI, pero venimos a protestar porque no hay cumplimiento a lo acordado con el subsecretario de gobierno, Genaro Mejí­a de la Merced, y con el titular de la SEDARPA, Ramón Ferrari Pardiño, de establecer los convenios con los proveedores de semilla de maí­z y de fertilizante. Nos iremos hasta que firmen la minuta, hoy, mañana o pasado”.

Ante la pregunta a Guillermo Piña Mina, integrante del Comité Estatal de esta organización, sí­ con el plantón, se intenta boicotear la marcha de la Universidad Veracruzana, que exige al mismo gobierno, el pago del adeudo por 2 mil 400 millones de pesos, el hombre, tajante descarta tal posibilidad.

Luego levanta el puño y solicita, con gritos, el apoyo de los 300 asistentes: “¡Que viva Antorcha Campesina”!, “Que viva”, “se ve, se siente, antorcha está presente”. Y al borlote lo anima música de cumbia; unos aplauden, otros mejor se tiran al piso a sacarse la masilla de los dientes. Ancianas que se protegen de los rayos del sol con paraguas al color de la bandera mexicana, chamacos boquiabiertos mirando a los algodones de azúcar y a las paletas heladas.

Hasta el fondo del movimiento, al pie de la catedral de Xalapa, allá descansan doña Silvia y sus cinco crí­os; lejos de las organizadoras cincuentonas, que con la mirada prohí­ben hablar para los micrófonos. Apenas aplauden, la madre de familia tiene la mirada extraviada en el limbo, mientras los pequeños juegan a repetir las porras.

Doña Silvia viste una camiseta gris con rayas en tonos rosados, uno de sus hijo jalonea su pantalón de mezclilla y le insiste: “Mamá, tenemos hambre”. Pero ella acepta que, por las carreras, no le dio tiempo de calentar café en el fogón y se vinieron con las barrigas vací­as. Mientras tanto, son las 14 horas y la segunda comida del dí­a también se les está pasando.

Sobre sus preferencias, la mujer comparte que le gusta escuchar misa, le va al PRI, como su esposo y sus padres y sus abuelos. Estudió hasta la primaria y si algo la animó a asistir es que alguien le aconsejó, no recuerda quién, que aquí­ también podí­a solicitar becas para sus hijos. “La idea es que por lo menos acaben la secundaria y les toque la ayuda de Prospera”, gobierno de asistencia social a nivel federación.

Sin embargo, Silvia acepta que por el dí­a de hoy tuvo que traerse a todos y ninguno asistió a la escuela. Pero que ella recuerde no es nada malo, pues lo mismo le hací­an sus papás y la llevaban a manifestaciones desde pequeña, comparte.

No sabe si regresarán hoy a su casa, tampoco si dormirán en la calle, o si alguien le prestará para un atole. “Uno está a la orden de los compañeros, igual nos pueden llevar a las casas y mañana regresamos”.

Es lo último que puede hablar la mujer, una veintena de dedos la señalan a 20 metros de distancia y la organizadora levanta las manos preguntándole qué hace. Luego, Silvia agarra a los párvulos y se aleja, esta vez pronuncian las consignas con más efervescencia, hasta donde su hambre les permite.

Cabe mencionar que el pasado 9 de marzo la misma agrupación campesina invadió la plazuela xalapeña, a escasas horas de la denominada mega marcha de la Universidad Veracruzana; el argumento de entonces fue el retraso de cinco años en obras y acciones públicas.

A horas de la mega manifestación de la Universidad Veracruzana, integrantes del Comité Estatal de Antorcha Campesina se plantaron por tiempo indefinido en la Plaza Lerdo.

Marco Antonio Lázaro Cano, integrante de dicho comité, reveló que exigen el cumplimiento atrasado en más de cinco años de obras y acciones públicas en beneficios de los agremiados.