El desencanto
La cortesana de 20 años de edad, Renata Guzmán, prendió la televisión unos dos, tres minutos antes de las 20 horas la noche del domingo en la televisora que transmitiría el segundo debate del OPLE con los siete candidatos a la gubernatura, dispuesta a sacrificar “La Voz México”.
Y aun cuando de inmediato se aburrió y hasta dormitó en algunos tramos, de cualquier manera siguió mirando la transmisión en vivo y en directo, pues desde un principio el llamado “debate” más bien fue una exposición de promesas, chorizos, rollos, fuegos artificiales.
Luis Velázquez
“Aburrido, aburridísimo” le dijo un líder sindical cuando a medianoche se vieron en una cita más.
Tal cual, una pasarela light, de sociales, chicas luciendo el último grito de la moda en trajes de baño impactaría más en la población.
Los siete aspirantes, cada uno en su mundo, sin tocarse entre ellos, salvo excepciones, describiendo el paraíso que cada seis años los políticos suelen ofertar a una ciudadanía que como ahora está harta de todo y de todos.
Es más, contra lo esperado, los Yunes rojo y azul ni siquiera se tocaron, oh Amado Nervo, “con el pétalo de una rosa” como si de hecho y derecho hubieran negociado un acuerdo de civilidad de primos hermanos.
Por el contrario, unos tres candidatos se lanzaron a la yugular del pobrecito candidato de MORENA que con su vocecita de sacerdote en el confesionario a nadie convence con el chorizo de que, de pronto, por un milagro superior, se volvió puntero en la encuesta, y por eso mismo, ahora, ajá, todos lo rafaguean.
En varios tramos, Renata Guzmán dormitó. Mejor dicho, cabeceó. Las palabras la arrullaron y varios cabezazos la sorprendieron.
El debate, mejor dicho, la pasarela light le causó un efecto somnífero y soporífero, por más que en su habitación con aire acondicionado se había puesto un negliglé y hasta una botella de vino para saborear como princesa del día y de la noche las palabras de los candidatos.
El camino al infierno, recordó, está sembrado de buenas intenciones.
ROBO MILLONARIO DE DUARTE
Renata se mantuvo a la expectativa cuando, por ejemplo, el Yunes azul sacó de la manga de la camisa lo que llamó su “Plan de Gobierno” que desearía conocer, se dijo, porque quizá, acaso, se trató de una buena jugada.
También abrió los ojos cuando el Yunes azul empezó a denunciar que Javier Duarte se habría fregado más de 35 mil millones de pesos en menos de tres años.
Pero, además, se robó (así lo dijo) más de once mil millones de pesos del sector Salud.
Y más aún, el robo de más de 20 mil millones de pesos de los recursos educativos.
Y todavía, de ñapa, se refirió a los 30 millones de pesos desviados, aseguró, del Seguro Popular.
Pero de ahí pa”™lante, ni siquiera cuando el Yunes rojo repitiera como loro que se mantiene como puntero en la tendencia de la encuesta histórica, Renata permaneció absorta, digamos, contemplativa, acaso en trance entre la vigilia y el insomnio, porque, incluso, los candidatos descarrilaron hablando con el mismo tono de voz, sin subir ni bajar los decibeles, sin alardear ni manotear, ni siquiera, vaya, cuando una vez más la candidata del PT, la Barbie morenita de Atzalan, se proclamó una sobreviviente de la pobreza y la miseria, pues en su infancia, recordó adolorida, nunca tuvo medicinas.
Es más, en un momento cuando uno que otro candidato light le tocaba el turno, Renata Guzmán de plano cambiaba el canal a “La Voz México”, y hasta le tocó cuando una chica de Xalapa cantó y cantó, sin que ninguno de los coachs tocaran la campanita y voltearan.
Tal guión televisivo, se dijo la Barbie Renata, sólo servirá para aumentar el abstencionismo y confundir más a la población electoral indecisa.
IMPACTÓ MíS LA CONDUCTORA
El OPLE cumplió con el formulismo de la ley electoral en la organización del debate, pero sin ninguna trascendencia ni impacto en el grueso de los ciudadanos para inducir al voto.
Y es que de promesas todos estamos hartos, de igual manera como el repudio popular se multiplica con la inseguridad y la jodidez en la calidad de vida.
Incluso, hasta pudiera escribirse que la noche se la llevó la conductora, mujer de ojos grandes como se llama una novela de íngeles Mastreta, y de sonrisa perpetua, y de trato exquisito.
Por eso, hacia el final de la pasarela, Renata Guzmán se lamentó de haber perdido dos horas y unos 10, 15 minutos de su vida en tales barbaridades, pues los siete candidatos sólo repitieron lo que han dicho en campaña y hasta el llamado candidato independiente le bajó a su procacidad de repetir tantas veces que “¡Estamos hasta la madre!”, consciente y seguro, quizá, de que se pasó de tueste.
Y si algún ciudadano pensaba descubrir razones de peso para decidir su voto quedó más confundido que nunca, pues salvo uno o dos periódicos, publicaron la nota, cierto, en portada, pero por ahí, perdidita en la parte inferior y con un titular light.
ENTÉRESE RíPIDO
En vez de debate OPLE, aburrida cascada de promesas. ¡Vaya desencanto!
Los siete candidatos a gubernatura prometieron como Javier Duarte en 2010 y el fogoso en 2004.
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