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Crónicas
Lunes 02 mayo, 2016

“Los cadáveres con el sol se apestan y nos avisan los zopilotes”

"Señora, busque a su hijo en aquellos pozos, los policí­as estatales hacen rondines y a quienes miran sospechosos los levanta. Y la mayorí­a de las veces se les pasa la mano. Y los matan. Y por ahí­ los avientan"
•Historia de la desaparición de Emmanuel Bazaldúa Mitre, de 28 años, originario de Orizaba



“Señora, vaya a buscar a aquellos pozos, los policí­as estatales andan haciendo sus rondines y a los jóvenes que ven sospechosos los levantan. La mayorí­a de veces se les pasa la mano y los matan y ahí­ los avientan. Por estos cañales no ha habido nada, porque los cuerpos con el sol se apestan y nos avisan los zopilotes”.
Recomendaron lugareños de Amatlán de los Reyes a doña Margarita Mitre Castillo, exhausta y sin comer, luego de cuatro...

Miguel íngel León Carmona

  • Emanuel Bazaldúa Mitre, de 28 años, desapareció en Amatlán en 2013

  • Emanuel Bazaldúa Mitre, de 28 años, desapareció en Amatlán en 2013

dí­as de haber seguido la pista de su hijo, Emanuel Bazaldúa Mitre, de 28 años, y originario de Orizaba, Veracruz; una de las 70 historias que Aracely Salcedo Jiménez, echó en cara al gobernador Javier Duarte de Ochoa en el año 2015.

Con base en la carpeta de investigación UIPJ-IDXV/SEPTIMO/614/2013, oficio número 4600/2013, al joven de 28 años se le vio por última vez el 30 de noviembre de 2013, en el centro Drogadictos Anónimos A.C. Grupo El Mensaje. Su madre aceptó internarlo y combatir su dependencia al licor de caña y, en los últimos 25 dí­as, al alcohol etí­lico del botiquí­n de la casa.

El domicilio del Grupo El Mensaje está ubicado a 500 metros del penal La Toma, también en Amatlán, Veracruz. La señora Margarita pidió las grabaciones al comandante en turno, sin embargo éste le dijo que no podí­a mostrarlas por seguridad, pero que se fuera tranquila porque no habí­an visto caminar a ningún sospechoso.

La madre comparte que desde hace tres años suele acudir al ministerio público de Córdoba, donde denunció la desaparición de su primogénito, aunque las autoridades pasan por alto su sufrimiento y le advierten: “Señora, debe tener paciencia, hay muchos desaparecidos como para enfocarnos solamente en el suyo”.

Así­ la vida de Margarita Mitre, quien describe su perdida sentada sobre la tierra removida en el predio de San Miguel Calerí­a, Córdoba, a tres metros del último hallazgo de la Brigada Nacional, cerca, muy cerca del aroma a muerte y combustible; pilas de cadáveres que sus fragmentos se encogieron con temperaturas infernales.

“MI HIJO PERDIÓ A SU PAREJA, LUEGO SU TRABAJO Y NO SÉ SI TAMBIÉN LA VIDA”

“No fue un excelente hijo, pero su valor es incalculable para mí­. A los 18 años comenzó a beber, y no como un deporte. Su dependencia ya nadie pudo frenarla desde que su matrimonio se perdió, siete años más tarde”.

Y así­ comienza a desgajar sus recuerdos doña Margarita, una señora fuerte de temperamento, quien comparte el trabajo y rutinas de ejercicio para nublar sus pensamientos funestos. Solicita que de su hijo se hable en privado, debajo de una mata de café. Apartada de los rastros de la masacre que recién se acababa de ventilar.

Su hijo Emanuel, pese a no haber concluido sus estudios profesionales, consiguió un empleo en Cadillac, una empresa orizabeña fabricante de piezas automotrices. Para sus 22 años,tení­a una vida entera para cualquier obrero; un empleo, una bella mujer y descendencia que presumí­a, pese a que la semejanza con su tez blanca, sus ojos rasgados y su nariz aguileña era parcial.

Un dí­a, su exesposa le pidió el divorcio y se marchó con los niños. Ahí­ el hombre quedó solo, su única compañí­a desde entonces serí­an las botellas y el estéreo con las melodí­as de José José; el desamor y las infidelidades eran los temas que lo hací­an rayar la congestión alcohólica.

“Bebí­a de dí­a y de noche, ya no se le veí­an ganas de trabajar ni de salir adelante. Un dí­a renunció a su empleo y me parece que también a sus deseos de reponerse”, comparte su madre y muestra una fotografí­a de Emanuel en la pantalla de inicio de su celular, reflejo de que el recuerdo persiste y hiere a la mujer de 40 años.

La familia acepta que en los últimos dí­as, previo a la desaparición, debí­an encerrarlo a doble llave para que no inaugurara otra borrachera en la esquina del barrio. Sin embargo, el hombre en su depresión, combinaba gaseosa de la comida con alcohol etí­lico del botiquí­n de su casa y terminaba llorando a ras de piso.

“Era tal su necesidad que llegaban a extraviarse cosas de la casa como prendas de vestir, por ejemplo. Él las vendí­a o las cambiaba por alcohol. Su nobleza fue la perdición de mi Dingui”, como los familiares recuerdan al ausente.

“LLEVAMOS A MI HIJO A REHABILITACIÓN Y LUEGO DESAPARECIÓ”

“Una hora después de haberlo dejado con su maleta en el grupo de alcohólicos en Amatlán, nos llamó el encargado para decirnos que habí­a escapado, pero es muy extraño pues él mismo me pidió ayuda”.

Con base en el documento de ingreso NOM-028-SSA2-1999, Emanuel Bazaldúa Mitre ya habí­a sido ingresado como paciente de la organización el 31 de octubre de 2013; sin embargo, luego de algunos dí­as decidió salir por su propia cuenta, tomó un taxi y regresó a casa a ahogar sus penas.

Así­ inició su más grande borrachera, doña Margarita habla que fueron entre 20 y 25 dí­as, esta vez se encerró en su habitación, apenas probó bocado, si acaso salí­a a la calle a conseguir licor regalado o intercambiado por objetos familiares de valor.

Fue hasta el 30 de noviembre de 2013 que Emanuel no aguantó más y rogó apoyo, aparentemente querí­a rehabilitarse. Fue como volvieron a Amatlán. Incluso el hombre pidió al encargado del sitio que le permitiera la entrada pues en su expediente ya aparecí­an reincidencias. “Ande, padrino, verá que no me voy a salir, me quiero recuperar”.

Emanuel Bazaldúa fue ingresado a las 21 horas aproximadamente, fue una hora más tarde cuando llamaron a su madre, avisando que el joven habí­a escapado nuevamente. “A mí­ me pareció extraño, pues él mismo pidió ser ingresado, ni siquiera llevaba dinero para regresarse”.

Y así­ comenzó su historia dolosa, iniciada por lo legal, imponiendo una denuncia ante el ministerio público de Córdoba, seguida de un rastreo intenso entre cañaverales amatlecos, donde los lugareños, acostumbrados a lo que el obispo de Veracruz, Felipe Gallardo llama “Cultura de la violencia”.

Las recomendaciones llegaron como consejos turí­sticos. Le indicaron a la madre que buscara en el fondo de pozos de riego, cavidades similares a los la Brigada Nacional ha escarbado y encontrado al menos 500 óseos cercenados.

No obstante, le advirtieron que los rastreos ahí­ sólo se hacen de dí­a, pues en la noche, de una manera inexplicable, los gendarmes estatales se enteran de todo. “No les gusta que descubran sus maldades”.

Sin embargo, la mujer debió esperar tres años para escarbar en los puntos donde las aves de rapiña, efectivamente, danzan pregonando su hambruna, donde también los agentes caninos de la Fuerza Civil se echaron, anunciando, mediante jadeos, la muerte escondida con piedras y arena.

Margarita Mitre está a la espera, como muchas otras madres, que los perfiles genéticos de los restos hallados en las quince cocinas clandestinas el pasado 20 de abril de 2015 sean cotejados y descubrir si finalmente su angustia pueda terminar de una vez por todas.

“La pérdida de un hijo no es fácil. No me siento completa, me falta algo. Mi corazón estaba partido en tres. Ahora ¿cómo lleno este vací­o? Saber que la gente mala martiriza a sus ví­ctimas, los quema, los tritura, eso me pone mal. Lo único que quiero es encontrarlo”.


2 comentario(s)

Romina 26 Ene, 2022 - 04:29
Soy la hija de Emmanuel y me da tristeza leer esto por que mi papá honestamente no lo conocía bien y todo pero en fin,que descanse en paz

03 May, 2016 - 03:05
Deseo que nos ayuden compartiendo la hiatoria se mi hermanito... Gracias al reportero por tomarse eltiempo en publicar esto....

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