Comparte Martha Elsa Sol Guevara, una mujer de 67 años, mientras arranca con violencia madejas de cabellos rizados. Luego, recuerda la recomendación de los doctores del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y aminora el llanto. “Tengo un tumor en el cerebro y debo de tranquilizarme o me voy a morir de un infarto”.

Su hijo Giovani Gerardo Sol Guevara, de 29 años, egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad Veracruzana, desapareció junto a otros dos litigantes el pasado 1 de febrero de 2016, el mismo dí­a que Policí­as Federales y de la Fuerza Civil capturaron a José Márquez Balderas y/o Josele Márquez Balderas, “El Chichis”, lí­der de la célula delictiva Los Zetas, en Orizaba, Veracruz.

A El Chichis se le vincula con una serie de homicidios, extorsiones y secuestros registrados en la zona centro, que incluye las ciudades de Mendoza, Rí­o Blanco, Orizaba y Córdoba, que de acuerdo con Manuel Antonio Mirón Rebolledo, delegado de los Servicios Periciales en la región Córdoba-Veracruz, son los puntos marcados con el rojo de la violencia.

Con base en la denuncia ante el ministerio público de Orizaba, Veracruz, el último sitio donde se reportaron a salvo los profesionistas fue en las oficinas de la Policí­a Federal, división Caminos, en la Cabeza Olmeca. Dos de los abogados firmaron la hoja de registro. Uno de los dos vehí­culos donde acudieron a su diligencia apareció en el estacionamiento de las mismas instalaciones.

“Mi hijo y sus dos compañeros estudiaron para abogados, y yo digo, un médico tiene que ver por sus pacientes, sin preguntar quiénes son y menos decidir si los atiende o no. Ellos así­ le hicieron, no sé si defendieron a gente mala, pero nunca obtuvieron más de lo debido por sus servicios” opina doña Martha.

Cabe mencionar que a diferencia de la postura de la FGE, la misma Policí­a Federal explica a los padres afectados: “A lo que hayan venido sus hijos, a quien defendieran, ellos vení­an a trabajar. Nosotros juramos defender a todo el que necesite nuestros servicios; sea bueno o malo”.

Es el cuento trágico de Martha Elsa Sol Guevara, quien empeñó hasta la vida para ver realizado a su único hijo. Hace cuatro años le vio lanzar el birrete en su fiesta de graduación, hace seis la convirtió en abuela. Hoy se encuentra sola y enferma en la negra habitación de su domicilio. Cabizbaja y con lágrimas que escurren hasta el comedor; confiesa que ha estado a nada de arrebatarse la vida:

“Para qué le voy a mentir, la vez pasada intenté clavarme un cuchillo en el cuello y terminar con esto de una vez por todas, pero los vecinos me escucharon gritar y me rescataron. Una desaparición es algo más doloroso que la misma muerte. El 01 de febrero nos llevaron a mi hijo y a mí­, porque desde entonces ya no sé lo que significa vivir”.

“LE DIJE QUE NO FUERA A TRABAJAR, ALGO MALO PRESENT퍔

La madre recrea la última escena de su muchacho con vida, trabajando entre cientos de documentos tamaño oficio. Fue a las 13 horas cuando recibió una llamada. Giovani indicó que debí­a asistir de urgencia a una diligencia a Veracruz, a la Policí­a Federal.

Doña Martha pidió que lo dejara para después, que debí­a descansar. Pero sus deberes llevaron a Giovani y a sus dos compañeros licenciados a la ciudad de los desaparecidos.

El hombre se montó un pantalón de mezclilla color azul, camisa a cuadros en tonos blancos y rojos. Zapatos negros de agujetas y bien lustrados. Señas que hoy aparecen en los cartones que su madre pega en las calles, hasta dar con él, asegura.

Fue cuando la sociedad con Sayra Anahí­ Aguilar Arce los arrastró juntos hasta la desaparición. Se pusieron de acuerdo y se sabe que salieron alrededor de las 15 horas abordo de un vehí­culo Ford Ka, color arena, mismo que hasta la fecha sigue sin aparecer.

Llegaron a Veracruz, a la Policí­a Federal, a las 16:30 horas. La licenciada Anahí­ llamó a sus familiares, avisó que el camino no habí­a presentado inconvenientes. A los ocho dí­as de investigación los elementos federales confirmaron la estancia de los tres abogados, pues dos de ellos firmaron el registro en la entrada de las instalaciones.

El mismo dí­a del triple levantón, anónimos reportaron a los familiares que el auto Ford Ka, color arena, de Giovani Sol Guevara, habí­a sido visto en un Bodega Aurrera, a 500 metros de la Policí­a Federal. Donde, aseguraron, hubo enfrentamiento entre sicarios. De la balacera, únicamente se recuperó un zapato ensangrentado…

Sin embargo, para la Fiscalí­a General del Estado dicha versión es falsa. Pues el calzado no corresponde a ninguno de los dos abogados. No obstante, ante la versión de la FGE, los padres solicitaron las grabaciones del establecimiento para comprobar si los desaparecidos, efectivamente estuvieron en el fuego cruzado.

Hasta el momento no han tenido respuesta favorable a dicha solicitud. Es más, los subordinados de Luis íngel Bravo Contreras aseguran que no hay evidencias grabadas.

Hasta el momento se ignora si el horario en que salieron a la diligencia los tres abogados, coincide con la detención de José Márquez Balderas y/o Josele Márquez Balderas, “El Chichis”. No obstante, la madre asegura que a su hijo no dejan de relacionarlo con el capo y de ahí­ se deriva el nulo avance en las averiguaciones ministeriales.

“No se apiadan de mí­, he ido a Xalapa a la Fiscalí­a hasta tres veces en un mes y las autoridades me dicen que están en las mismas. Mis fuerzas y mi dinero se están acabando. Yo no pedí­ que levantaran a mi hijo. Solo pido que me ayuden a encontrarlo”, comparte doña Martha con el rostro desahuciado.

“MI HIJO ES UN JOVEN TRABAJADOR; SE EQUIVOCARON SUS AGRESORES”

Giovani Sol Guevara es egresado de la Facultad de Derecho, de la Universidad Veracruzana, tiene cuatro años de haber concluido su carrera. Su madre comparte que era responsable de diversos casos: traspasos de terrenos, pensiones alimenticias, divorcios… de todo”.

Un joven noble, así­ lo califican. Su perfil humanista le hací­a ayudar a la gente más necesitada. Solí­a desvelarse para no perder el control de sus casos, otras noches también las gastaba en reuniones con amigos, jugando Xbox.

Dos años antes de regresar inició la carrera como padre. Al dí­a de hoy, su pequeño permanece sin ser avisado de la situación. Dos amigos; padre e hijo, solí­an reunirse cada fin de semana; en los partidos de futbol de la categorí­a chupón, comiendo palomitas en el cine, o soltando carcajadas en los juegos electrónicos de centros comerciales.

A 90 dí­as de no ver a su héroe, el niño ya llora su ausencia. Su abuela le asegura que salió lejos a realizar un trabajo. No muy alejado de la versión oficial, sin embargo, resulta difí­cil incluso para doña Martha considerar que su Giova no pudiera regresar jamás.

La madre desborda en llanto al contar la última acción de su nieto: un mensaje de texto, con la brevedad y sentimiento que un niño de seis años puede emitir “Regresa, papi. Ya te quiero ver. Te extraño”.

“ME QUITARON A GIOVANI Y ME DEJARON EN LA SOLEDAD Y LA POBREZA”

Doña Martha Elsa, a sus 67 años, no es una mujer de edad avanzada que gasta su vejez en asistir a cursos de tejido y bordado o que sale a tomar café con las amigas. No, es un alma solitaria que busca a su hijo con pasos arrastrados.

Que sale a pegar hojas con el rostro de su ausente y a la vez, carga una maleta morada; ofreciendo productos de belleza por catálogo, para sobrevivir.

“Mi presupuesto no da para buscar a mi hijo. Son mil 600 pesos los que me dan en mi pensión. Ahora ya los tengo que repartir en la comida y los gastos de la casa, la mayorí­a la ocupo para salir a exigir avances en el caso de mi niño”, comparte afligida la mujer.

Además, comparte que ha acudido hasta tres veces al mes a las instalaciones de la FGE, lo que se traduce en dos mil pesos de viáticos. Es decir, 400 pesos más de lo que su pensión le obsequia. “Si estoy de pie, es gracias a la gente que se acomide a ayudarme”.

Aunado a sus problemas económicos, a Martha Elsa los doctores le diagnosticaron un tumor cercano a la nuca… Los expertos advierten que el nódulo se encuentra en un lugar de riesgo, y la intervención, de aceptarla, llevarí­a un riesgo mortal. Por lo pronto, la recomendación es no alterarse, pues es propensa a un infarto.

Por su parte, La FGE, para ayudar a doña Martha, le ofreció terapias psicológicas en la capital del estado, por el precio no debe preocuparse pues son gratuitas. Sin embargo, la madre aclara que los simples gastos de traslado le alcanzarí­an para tomar una consulta con el psicólogo de prestigio en la ciudad. La última oferta fue recibir atención en el DIF orizabeño.

“Cuando salgo a la calle, veo y recuerdo los lugares donde estuve con mi hijo”, la madre pierde la serenidad; aprieta un servilleta de papel que le queda a la mano y llora y confiesa que ha intentado atentar contra su vida.

Para qué le voy a mentir, la vez pasada intenté clavarme un cuchillo en el cuello y terminar con esto de una vez por todas, pero los vecinos me escucharon gritar y me rescataron. Una desaparición es algo más doloroso que la misma muerte. El 01 de febrero nos llevaron a mi hijo y a mí­, porque desde entonces ya no sé lo que significa vivir”.