Simple y llanamente, corrupción, con lo que de hecho y derecho si México ocupa uno de los primeros lugares mundiales en corrupción según Latinobarómetro, entonces, Veracruz, con el duartismo, quedarí­a “con la joya de la corona”.
Corrupción, desde luego, en el manejo del presupuesto estatal y de los fondos federales.
Corrupción con lo que el senador Pepe Yunes Zorrilla denomina “el desorden administrativo y el caos financiero”.
Corrupción con la inseguridad y la impunidad, una y otra hermanitas gemelas de la incertidumbre y la zozobra fermentando en todas las familias de la entidad jarocha.
Corrupción en la administración de justicia, a pesar, incluso, de la fuerza polí­tica y social al Fiscal de nueve años.
Corrupción en el diezmo y el doble diezmo.
Corrupción en los negocios lí­citos e ilí­citos.
Corrupción en la relación peligrosa con los carteles y la delincuencia común.
Corrupción en el jineteo bursátil y en la llamada “Operación licuadora”.
Corrupción en los elevados sueldos de los funcionarios, más los viáticos, más los gastos de representación, más “los aviadores” que cada quien ha tenido y tiene.
Corrupción en el tráfico de cargos públicos para los amigos.
Corrupción en “la justicia y gracia para los amigos y la justicia a secas para los enemigos”.
Corrupción en el pitorreo oficial ante los graves pendientes sociales.
Un Veracruz enlodado de corrupción según se deriva del debate televisivo del OPLE con los siete candidatos al trono imperial y faraónico.

BALAUSTRADAS: El 30 de noviembre de este año terminará un sexenio más.
El duartismo, que fuera señalado de corrupción en el debate del OPLE, con todo el gabinete legal y ampliado se irá.
Polí­ticos todos ellos, polí­ticos también serán los que llegarán a la silla embrujada de palacio. Ninguno de ellos, digamos, ángel de la pureza ni héroes como Ulises para desoí­r el cántico de las sirenas camino a Itaca.
Y por añadidura, es tanta la corrupción descomunal que los 7 candidatos subrayaron en el debate que por tanto, ninguna esperanza existe para que el ciudadano común y sencillo abrigue la esperanza de que las cosas cambiarán durante los próximos 2 años siguientes.
Corruptos unos, los que se van, corruptos los otros, quienes tomarán la estafeta, si se parte, claro, de la categorí­a universal de que todos son polí­ticos.
Claro, unos más y otros menos, como Layí­n, el alcalde de San Blas, Nayarit, quien confesó haber “robado poquito… porque poquito habí­a”.
Claro, unos discretos y otros cí­nicos, a quienes les vale el juicio de la historia, pues lo importante es tener llenas las alforjas.
Con todo, se trata de una elite polí­tica, integrada por unos cuantos, siempre privilegiados, como por ejemplo, los 50 diputados del Congreso local, los 212 presidentes municipales, los 3,500 sí­ndicos y regidores, los 18 secretarios del gabinete legal del gobierno de Veracruz, los mandos medios y bajos, y por supuesto, los cuerpos policiacos y de tránsito, muchos de ellos, con amistades peligrosas, como han dejado constancia los 460 policí­as estatales acusados de desaparición forzada.
Nada, pues, absolutamente nada indica que con cualquiera de los 7 candidatos que gane en las urnas y/o en el tribunal electoral la silla embrujada de palacio se alumbrará el largo y extenso túnel de la corrupción que permea a Veracruz, si consideramos el debate del OPLE.

ESCALERAS: La corrupción polí­tica tiene permiso en la tierra jarocha.
Pero, además, se cae en el cinismo.
Por ejemplo, los siete candidatos hablaron de la austeridad republicana si ganan en las urnas.
Incluso, habrí­a de recordar que uno de las primeras acciones de gobierno de Javier Duarte fue la austeridad, cuando el primer secretario de Finanzas y Planeación, Tomás Ruiz González, la anunciara con una reducción drástica en el gasto público y con el primer programa de Retiro Voluntario.
Y no obstante, el cochinero del desorden administrativo y el caos financiero bajo el duartismo ahí­ está, y que incluye hasta denuncias penales de la Auditorí­a Superior de la Federación, la Universidad Veracruzana y el CEN del PAN, además de la exposición de los siete candidatos.
Tal cual, alguna vez cuando se escriba la historia del duartismo estará ligada a una sola categorí­a universal.
Corrupción.
Por eso cuando siete clases polí­ticas, equivalentes a los siete candidatos a la gubernatura, se cortan las rasgaduras denunciando la corrupción y anunciando austeridad, pero también, una administración impoluta, simple y llanamente, nadie les cree.
Son ya muchos, muchí­simos años (mí­nimo, desde Patricio Chirinos Calero) en que el saqueo oficial es la caracterí­stica en el gobierno de Veracruz, con su otra hermana gemela, que es la impunidad.
Por eso el hartazgo. Por eso el coraje popular. Por eso, la efervescencia social. Por eso, el desencanto ciudadano con los polí­ticos.
Latinobarómetro coloca a los polí­ticos en el mismo nivel de confianza que los policí­as, es decir, en el sótano.